Capitulo 36 "Heridas profundas"

467 40 27
                                    



Jonathan

El corazón latía con fuerza y la presión de los líquidos de mi cuerpo comenzó a aumentar, estaba cien por ciento seguro de que mi cara estaba colorada y que en cualquier momento mi corazón iba a explotar. Los bellos de mis brazos se erizaron, mis oídos o el sonido que llegaba a ellos se aisló o se bloqueó por completo, no podía respirar bien, veía borroso y lo único que esperaba era que todos aquellos ojos sorprendidos, tristes y curiosos quitaran su vista de mi.

Cuando al fin pude fijar mi vista, ví al jefe, pero ante su expresión desvíe rápidamente mi mirada a otra persona, Noah, pude entender y escuchar en la lejanía cuando me preguntó "¿Estás bien?" Pero no podía contestar, me di cuenta que no podía hablar. El señor Adam que frotaba mi espalda, situación en la que apenas caía en cuenta porque apenas le preste atención, me indicaba cómo respirar, más yo le ignore por completo.
Preste atención a su sweter y en su gran tamaño y en lo seguro que me sentía junto a él. Con él nadie podía hacerme daño.

Me lancé a su pecho o más específicamente a su brazo, cerca del bíceps y fue ese momento en que mis pulmones, mis oídos, mis ojos y mi voz decidieron funcionar.

Lloré delante de todos, los nudillos de mis manos que antes estaban blancos, comenzaron a tomar color ante la obvia disminución de la fuerza con que las apretaba.

- No snif bwaaaa qui snif quie snif quiero bwaaaa estasnif estar Bwaaa aquí snif snif.

Ezra me había dejado en evidencia, había logrado que fuera el centro de atención, pero no de la forma correcta, me había hecho recordarlo a él, recordar esos momentos en que el miedo me invadía, me hizo sentir como antes, lo viví de nuevo, aquellos oscuros días en los que papá quería acabar conmigo.

Él había vuelto.

Irene. (Dos horas antes)

La emoción dentro del cuerpo era extaciante. Todo era como en la parte final de una película en la que todo se iba alineando perfectamente.

Mi hermanito había sufrido mucho y yo personalmente odiaba verle abatido.

Cuando nos comentó sus apresurados planes sobre la custodia de dos supuestos niños, yo había sido la que más objetó al respecto. Javier tenía una habilidad increíble para meterse en asuntos donde saldría herido y no era algo bonito de ver, sin embargo a diferencia de mi, él tenía una capacidad de resiliencia impresionante.

Desde la muerte de mi pequeño sobrino, hasta el abandono de quien supuestamente había sido el amor de su vida.

Mi hermano sabía cómo seguir adelante, sabía cómo no rendirse y sabía lo que hacía. Lo cual fue tranquilizador cuando a pesar de mi negativa de igual modo trajo a los chicos. Sin lugar a dudas su mejor decisión en los últimos años.

Jonathan era un muchacho tranquilo y tímido, muy tímido, introvertido al punto de no poder saludar o sostener la mirada, lo que era todo un contraste con Ezra que hablaba hasta de la familia de los vecinos del primo de un compañero de clases con quién compartió pupitre solo una vez, es decir hablaba mucho y con gran entusiasmo. Lo que facilito la recomendación que le había dado a Peter y Julián sobre incluir a los chicos en lo que ellos harían, incluso si se trataba de hacer nada, pero que les incluyeran. Lamentablemente el caso se dió solo con Ezra, ya que Jonathan no reaccionó ante ningún intento de Pet o Julián y al cabo de un rato mis chicos se rindieron.

Durante parte de la tarde preparamos el almuerzo, Javier estaba conmigo preparando la mesa y los demás adultos, mi padre, mi madre, Bruce y Jonathan, que no se separaba de papá, prepararon la parrillada, a Noah, Peter y Julián les hice preparar ensaladas y Ezra ayudo con las servilletas a pesar de que cada tantos minutos iba a inspeccionar a Jonathan. Así se nos pasó volando el tiempo.

JavierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora