〖𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐘𝐎〗 「Mi pequeño omega」

Capitulo 39

Después de quedar liberado Hinata se sintió vacío, necesitaba más, pero debías hacer algo antes de continuar, primero comer, segundo tomar medicamentos para tu celo, no querías que Hinata volviera a pasar lo mismo que la primera vez.

Le diste un beso en la frente y este se quejó.

-____ —tomo tu muñeca —. Más por favor.

—Vendré después, aguanta un rato... Unos minutos menos de una hora —le besaste los labios y él te abrazo del cuello casi colgándose.

Te vestiste para salir a comprar algo de comer, ya que no podrían venir los de servicio.

Hinata en la espera abrazo la sabana que aun tenia tu aroma, estaba necesitado y su alfa no estaba, no paraba de frotarse la entrepierna con la sabana.

Llegaste en menos de diez minutos, te sentaste en un sofá para comenzar a comer, Hinata no podía creer que su esposa ignorará su situación, se levantó temblando, mojado entre sus muslos.

—_-____ —se dejo ir se rodillas y se aferro a tu pierna.

—Aguanta un rato más –masticaste y acariciaste su cabeza.

—Me duele mucho —se comenzó a masturbar, no tenía un control de él.

—Tengo mucha hambre —seguiste comiendo —. ¿Tienes hambre Shoyo?

Él estaba totalmente excitado, negó con la cabeza.

—Quiero comer esto —tocó tu miembro.

—Ya casi termino de comer, ten paciencia.

—Umm... —Tenía sus ojos vidriosos —. No se si pueda.

Terminando de comer te cepillaste los dientes y tomaste tu pastilla, Hinata estaba aferrado a ti.

—No los tomes —quiso impedir que tomaras agua —. Tengamos muchos pollitos —frotó su rostro en tu nuca.

—Termine, ahora si ya acabe, podremos seguir.

Hinata se iluminó, cuando lo acostaste en la cama estaba peor que en la mañana.

Cuando metiste tu miembro alabo aquel momento.

—¡Sí! —te beso —. Más más.

—Falta que entre más al fondo.

Con cada estocada, no paraba de mencionar tu nombre.

—¡Sí ____! ¡____! ¡Más pollitos! —tocó su vientre.

No podías parar de reírte pero no era su culpa él estaba en ese momento de apareamiento en el que lo único que piensa es en reproducirse.

—Shoyo ya estas muy lleno —ya era la quinta ronda tuya y la de él vendría siendo más de la quinta.

—Más más más.

Miraste la hora eran las dos de la tarde.

—Todavía tenemos que seguir —hiciste qué Hinata se quedara arriba tuyo.

—N-no puedo h-hacer esto... —lloró al moverse lento —. A-ayúdame.

Te abrazo desesperado.

—esta bien —te impulsaste para meterlo.

—¡Aah! —movió su trasero inconsiente.

—Creo que mejor no hubiera tomado ningún medicamento.

—¿Estas cansada? —beso tu mejilla.

—No... Solo que parece que mi esposo no lo está disfrutando mucho.

—No es así, me gusta, sigue así —te beso.

—Este lado tuyo es muy bonito Shoyo —te seguías moviendo, su interior seguia latente.

—Uhmm.

Cada vez era más resbaladizo, más fácil de entrar y salir, aveces apretaba fuerte, especialmente cuando se iba a venir.

—Ya no puedo —se miraba cansado cuando cayó rendido.

—Descansa Shoyo —Le diste un beso en la frente.

Eran las doce de la noche, ya estabas al límite de hambre, sueño y sed.

Después de comer y beber agua regresaste al lado de Hinata, Shoyo era un desastre dejarlo así te haría sentir mal así que lo limpiarias.

«Debería usar un condon mejor »no lo habías pensado pero seria mejor que cada vez que lo hicieran usarán un condon y así evitar este desastre.

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Hinata despertó al día siguiente por el hambre, las ganas de ir al baño y orinar.

Fue al baño y cuando se sentó en el inodoro sabía que algo estaba muy estirado en él, asustado comprobó el estado de su trasero, era tan fácil entrar que no sentía que le doliera.

—Buenos días —pasaste al lado de él.

—B-buenos días.

Dejo de tocarse.

—¿Sucede algo? —Le preguntaste.

—Nada —sonrió como si no pasara algo.

—A partir de ahora usaremos un preservativo Shoyo —Le hiciste saber.

Hinata se sonrojó por la propuesta.

—¿Y los anticonceptivos? —se preocupó.

—No te preocupes, no es por eso, ayer estabas demasiado... —pausaste un momento —. Lleno.

—No siento nada.

—Te limpie ayer.

—Gracias —te dio un abrazo en compensación.

—¿Qué quieres hacer hoy? —acariciaste su cabeza.

—Playa playa playa —daba pequeños saltos.

—Bien, pediré comida para que desayunes.