Capitulo 1

519 31 1
                                    

Chay bajo rápidamente del auto de su padre, estaba justo a tiempo para su primer clase de guitarra, se sentía algo extraño, no sabia nada en absoluto pero para eso iba, a aprender.

-Vendré por ti más tarde, no te vayas solo- le dijo seriamente antes de despedirse.

Entro al lugar siendo bienvenido por el profesor. Quien lo presento a la clase, eran al menos 8 chicos de diferentes edades.

-Bien, te quedaras con nuestro mejor aprendiz. Macau- señaló al chico que estaba apretando unas cuerdas- ¿Puedes mostrarle lo básico? Ayudalo con la posición de los dedos tambien- lo llevo hasta él.

-Si- asintió con una sonrisa- Chico nuevo, dejame ver que traes contigo- se puso de pie cuando el profesor se fue, señalando el estuche en su espalda.

-Ah.. si- Chay a sus tiernos 10 años se sentía abrumado por la energía qué proyectada este otro chico. No debía ser muy mayor pero ya podía enseñar a alguien más.

-Esta bien para comenzar- le dijo cuando saco la guitarra- ajustare las cuerdas y revisare la afinación, tu siéntate, te diré cuando empezamos- le dijo volviendo a su lugar.

Entre prácticas, quejas, algunos lloriqueos y estrés, terminaron la hora de clase.

-Me duelen- se quejó Porchay revisando sus dedos.

-Si, suele doler, pero si no prácticas no aprenderás. Es el costo- le dijo con calma.

-¿Como puedes enseñar? ¿Que no eres alumno?- pregunto guardando la guitarra en el estuche.

-Si, pero vengo desde los 10 años.. igual que tu, ahora tengo 13, no soy experto, aprendo lento pero llevo suficiente tiempo aqui- respondió encogiendose de hombros.

Minutos después sonó un claxon, siendo el papá de Porchay, quien se despidió del profesor y su tutor por ahora, Macau.

Las clases eran dos veces a la semana, pasaron muchas tardes juntos practicando, Porchay aprendía rápido, eso emocionaba a Macau porque podían avanzar pronto.

-Exacto, eres muy bueno Chay- le dijo un Macau de 16 años a un Porchay de 13 qué lo veía con un brillo en los ojos.

-Y tu eres guapo- soltó en medio de un suspiro cuando su amigo se giraba para guardar sus cosas.

-¿Dijiste algo?- pregunto volviendo al lugar.

-No, nada- respondió sonriendo.

Su amistad iba creciendo y creciendo, al punto en que eran invitados a las casas contarías para comer o cosas así.

Porchay no vivía en la abundancia pero tampoco le faltaba nada, sus padres trabajaban y podían darle una vida ligeramente por encima del promedio.

Macau por otro lado, era el hijo menor de una empresa dedicada a fabricar textiles, vendiendo tela al por mayor para maquiladoras de ropa. El si vivía en la mejor comodidad, sobre todo los últimos años que la empresa había prosperado tanto. Su madre se quedaba en casa la mayoría del tiempo y su hermano casi nunca estaba, siempre ocupado en la universidad.

-Te llevo Porchay- le dijo la madre de Macau cuando fue a recogerlo- le avisare a tu papá- la mujer hizo una llamada y asunto resuelto.

También hacían eso, algunas veces lo llevaban a casa o Macau lo invitaba de visita.

-¡No! Hiciste trampa- le reclamo Macau dejando el control del videojuego a un lado.

-¿Como? Solo admite qué eres malo jugando- le dijo Chay entre risas dejando también el control a un lado.

Su vínculo solo se fortaleció cada vez más, incluso Porchay a veces se quedaba a dormir en su casa o viceversa. Dejándolos a Macau en sus 18 años y Porchay de 15 en ese momento.

-Tu eres un tramposo- se quejó entre risas haciéndole cosquillas.

-No, espera..soy sensible- alcanzo a decir antes de caer de espaldas en la cama a causa de la risa.

Intentaba detenerlo pero no podía, Macau había crecido mucho y empezaba a hacer ejercicio con su hermano, así que su cuerpo también había cambiado.

Entre risas y cosquillas, tomó ambas muñecas de Porchay bloqueando cualquier movimiento y dejando una pierna en medio de las dos del menor. Se quedaron quietos regulando la respiración.

-No deberíamos jugar asi- dijo Porchay con su mirada fija en la parte baja de sus cuerpos.

-¿Por que? Solo estamos jugando- le respondió siguiendo su mirada- ¿Lo has hecho?- pregunto.

-¿Q..Qué cosa?- pregunto nervioso mirándolo de nuevo.

-Lo que hacemos los chicos.. para arreglarlo- le devolvió la mirada. Obteniendo una negativa con la cabeza.

-¿Tu?- pregunto tímido.

-Si, es normal. Lo aprenderás después..- se quito de encima dejándolo libre.

Los días pasaron con normalidad, uno de tantos días en el qué iban de regreso de la clase de música, Porchay iba concentrado en su teléfono en una conversación con Macau, vagamente escuchaba lo que sus padres iban hablando, algo sobre qué debía empezar a preguntarse qué estudiar.

De pronto una luz lo cegó por completo y todo se volvió oscuridad. Para cuando desperto, encontró a su amigo al pie de la cama, con sus libros de la universidad abiertos mientras dormía en una posición incomoda.

El doctor vino a revisarlo y darle las malas noticias, justo enfrente de Macau y sus padres. Un camión se quedo sin frenos y no pudo detenerse en el semáforo. El vehículo quedo destrozado pero por suerte el estaba despierto y completo. Aun así, sus padres no tuvieron la misma suerte.

Lloro, Porchay lloro toda la noche y se maldijo por ir tan concentrado en su teléfono qué ni siquiera recordaba la última conversación con claridad. Lo dejaron tranquilo un par de días, los padres de Macau se hicieron cargo de todo, los funerales y Los gastos de hospital. Intentaron localizar al familiar más cercano para la tutela de Porchay pero todos alegaban no tener los medios para mantenerlo. Algunos ni siquiera se presentaron al funeral.

-¿Como te sientes?- le pregunto Macau atando sus zapatos suavemente.

-No lo se.. ¿Como debo sentirme?- pregunto sin animo dando pasos débiles mientras Macau cargaba sus cosas.

-Estamos listos Chay- le dijo la mujer ayudándolo a subir al auto.

Manejaron en silencio Hasta llegar a la casa de ellos.

-¿Qué hago aquí?- pregunto cuando abrieron la puerta del auto.

-Nos registramos como tus tutores legales- le dijo en padre de Macau- No estas solo.. tampoco vas a quedarte estancado- lo ayudo a caminar.

Dando inicio a lo que seria una montaña de emociones, al tener que vivir bajo el mismo techo qué Macau. Nada bueno para los procesos hormonales de Chay a sus 16 años.

Camina conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora