Capitulo 3

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Habían pasado un par de semanas y Porchay estaba de mejor animo, poco a poco iba deshaciendose de esa sombra de tristeza, pasar las tardes con Macau también ayudaba mucho, le alegraba tener un amigo como él.

Hoy era fin de semana, tenia música en su teléfono mientras limpiaba su habitación. Una vez terminado eso, se llevó el cesto de ropa sucia para lavar, aunque le dijeron que tenían quien le ayudara con eso, Chay se negó, el podía hacer esas cosas por su cuenta, le recordaba los buenos momentos en compañía de su madre y lo mantenía motivado. Así que lo dejaron hacerse cargo de sus propias cosas.

Termino exhausto de la limpieza semanal y se quedo en silencio un momento acostado en la cama.

-¿Qué estará haciendo?- se pregunto sentándose- Iré a verlo- se puso de pie inconscientemente revisando su cabello en el espejo.

Tenia algunos días sintiendo otra vez ese nerviosismo al estar tan cerca de Macau, le pasaba antes pero con todo lo sucedido ignoro esa sensación. Ahora que su vida tomaba curso normalmente, volvía a ser consciente de esos detalles, a veces.

Se acerco por el pasillo del segundo piso hasta la habitación de su amigo. Escuchando risas desde adentro.

-¡Te gane!- escucho a otra persona ahí dentro, con una risa contagiosa qué no era la de Macau.

-Estas orgulloso de eso, recuerda que yo te enseñe Pete- esa si era la voz de Macau.

-Lo se.. me regalas mucho de tu tiempo- le respondió Pete con un suspiro.

-No me gusta verte triste, mereces a alguien que te devuelva lo que das- Porchay abrio un poco la puerta alcanzando a ver como su amigo abrazaba al chico con fuerza.

-Olvidalo, mejor me iré a casa. Papá no debe tardar en llamarme, gracias por dejarme ganar- le respondió separandose- Se que lo haces a propósito-

Chay camino hacia atrás yendo rápido hasta su puerta para cuando los vio salir de la habitación.

-Lo regañare cuando llegue, siempre es lo mismo- alcanzo a escuchar a Macau despacio mientras los veía alejarse bajando por las escaleras.

Entonces si era muy amigo de él, lo invitaba a jugar, estaba en su habitación, su madre se preocupaba por él y hasta su hermano lo conocía, recordando el comentario de que lo tratarán bien.

Algo hizo click en la cabeza de Porchay, quizás era más que un amigo y él al estar tan dentro de sus pensamientos no lo había notado antes. Una punzada llego a su pecho y entro a su habitación.

Tenia sentido, ese chico era tan lindo, con su sonrisa de comercial, su nariz perfecta y claramente del mismo nivel socioeconomico qué ellos. Era lógico pensar que podía pasar algo entre él y Macau, se llevaban muy bien.

Otro sentimiento de tristeza llego, dolía en su pecho y quería llorar, se lo permitió. Debía tener cuidado, Macau no era un chico disponible así que no podía andar con la misma confianza con él, quizás podía generar problemas o alguna incomodidad en su relación con Pete.

Se desahogo todo lo que pudo diciéndose a si mismo que solo debía preocuparse por sus estudios, eso era importante, no había tiempo para el romance en su vida, solo seria un desperdicio.

No volvió a ver a Pete rondando la casa por unos días, pero si podía notar el mal humor con el que llegaba el hermano de Macau por las noches.

Otro día estaban practicando nuevamente con las guitarras, seria buena actividad de distracción según su amigo.

-No he visto a Pete- comentó despacio.

-¿Ah? No, no se si vuelva a venir, las cosas no salieron bien- respondió mientras apretaba un poco más las cuerdas.

-Lo.. siento- respondió sin saber que más decir.

-Así pasa, las dos personas deben llegar al mismo acuerdo para que las relaciones funcionen, si tienen intereses diferentes, se complican- le dijo con mucha calma.

Porchay lo vio extraño, así no se veía alguien que terminara su relación recientemente. Aunque suponía que cada persona lo expresaba diferente.

Se dedico a ser un buen amigo, para eso estaban. Se apoyaban mutuamente. El ciclo escolar cambio demasiado rápido, Chay incio su último año de preparatoria a los 17 y Macau entro al segundo de universidad, él estudiaba administración, tenia la vision de ayudar en la empresa en algún momento. Eso le dejaba menos tiempo libre para pasar con Chay, así que inevitablemente tuvo que volver a hacer amigos en la escuela, aunque no los mismos.

Habían hecho cambio de grupos en la escuela, lo que lo dejaba con chicos nuevos para él. Mantenía sus calificaciones sin problema pero comenzaba a creer que ellos tenían razon en que le faltaba más emocion a su vida, no podía vivir tan rígido si era un joven con toda la vida y energia por delante.

Así que un día se animo a comentarle a los padres de Macau sobre salir una noche, alegando qué iría a dormir a casa de un amigo para no trasladarse solo. Los dos adultos eran sus tutores legales aun pero también eran conscientes de que no eran los padres de Porchay así que se limitaron a darle consejos y precauciones antes de decirle que si.

Les agradeció la confianza y prometió qué tendría cuidado.
Una promesa que no duro mucho.

-¡Fondo!- gritaban la mayoría de las personas a su alrededor a un chico que bebía sin parar una botella de alcohol.

El ruido era ensordecedor y tenia la sensación de estar haciendo algo malo, aunque él no había hecho nada.

-Vamos, diviértete- le dijo su amigo con quien llego, brindando su vaso con el de él- juntos- le hizo una señal bajo la mirada de todos.

Solto un suspiro y vio como su amigo se bebía de un solo trago todo en su vaso, terminando haciendo lo mismo, sintiendo el sabor amargo bajar por su garganta, mientras los demás seguían entre gritos, música fuerte y baile con la fiesta.

Después de un par de tragos se sintió más relajado y comenzó a divertirse también, ignorando las alarmas en su mente, concentrandose solo en las luces de neón a su alrededor e intentando bailar al ritmo de la música, sintiéndose repentinamente libre como nunca antes.

Camina conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora