¿Dos Reyes Demonios... enamorados?
Milim Nava y Rimuru Tempest siempre se han visto como amigos cercanos, dos poderosos reyes demonios con un vínculo de respeto y camaradería. Aunque su relación nunca ha sido más que eso en apariencia, algo más prof...
El suave resplandor de la luna iluminaba la habitación donde Rimuru sostenía en sus brazos a Milim. Con sumo cuidado, se arrodilló y la recostó en el futón, cubriéndola con una manta. Luego, suspiró suavemente y se sentó a su lado, dirigiendo la mirada hacia la ventana, donde la luna llena bañaba la estancia con su luz plateada.
En la habitación reinaba un silencio apacible, casi reconfortante. Rimuru, sin apartar la vista del cielo nocturno, rompió el mutismo al dirigirse a su compañera de siempre.
-Es una noche hermosa, ¿no crees, Ciel?
-Sí, Maestro -respondió Ciel, su fiel conciencia artificial-. ¿Puedo hacerle una pregunta?
-¿Hmm? Adelante, no tengo problema con ello.
Hubo un breve instante de pausa antes de que Ciel formulara su pregunta.
-¿Usted... ama a la señorita Milim?
Rimuru abrió los ojos con sorpresa. No esperaba esa pregunta, y mucho menos en ese momento. Su expresión se tornó pensativa mientras el silencio volvía a reinar. Ciel notó su vacilación.
-Maestro...
Rimuru no respondió de inmediato, solo dirigió la mirada a Milim, quien dormía plácidamente. Finalmente, suspiró.
-No... no lo sé -murmuró.
-¿A qué se refiere? -insistió Ciel.
Rimuru bajó la vista hacia su propia mano, cerrándola y abriéndola lentamente.
-¿Yo... soy capaz de amar? -susurró-. Después de todo, solo soy un slime...
-Maestro, usted es capaz de desarrollar sentimientos...
-No tienes que responder esa pregunta, Ciel -interrumpió Rimuru con una sonrisa melancólica-. Es una duda que solía atormentarme antes.
Ciel permaneció en silencio. Rimuru apoyó los codos sobre sus rodillas y volvió a mirar por la ventana.
-Dime, Ciel... ¿cuánto tiempo viviré más que todos los demás?
-Bueno... usted posee una gran cantidad de magículas, así que no tiene que preocuparse por envejecer. Vivirá mucho...
-¿Incluso más que un verdadero Señor Demonio?
-Es posible.
Rimuru desvió la vista hacia Milim. Sus facciones eran suaves y serenas, un contraste con su usual energía desenfrenada. En su interior, un vacío indescriptible comenzó a formarse.
-Ciel... no quiero quedarme solo -confesó en un murmullo.
Ciel no respondió de inmediato, pero Rimuru no parecía esperar una respuesta. Apretó un poco los puños y volvió a hablar.
-Dime algo más, Ciel... ¿por qué es tan difícil decir unas cuantas palabras?
-¿A qué se refiere, Maestro?
-¿Por qué decirle a alguien "te amo" es tan difícil? -continuó, su tono reflejando una mezcla de tristeza y anhelo-. Y, sin embargo, una vez que lo dices, parece tan fácil de repetir. Claro, si eres correspondido... porque si no lo eres... duele demasiado. A veces incluso más que una herida física... como si te hubieran atravesado con una espada.
Ciel titubeó.
-Maestro...
-Olvídalo -dijo Rimuru, desviando la mirada-. Últimamente no sé qué me pasa...
Mientras tanto, Milim, quien parecía dormir, en realidad estaba entre la vigilia y el sueño. Sus pensamientos eran un torbellino de confusión al escuchar las palabras de Rimuru. No quería abrir los ojos, tenía el presentimiento de que, si lo hacía, la conversación tomaría otro rumbo. Así que solo se limitó a escuchar.
-Ciel... ¿qué siento por Milim? -preguntó Rimuru en un susurro-. ¿La amo?
El ambiente de la habitación era tranquilo, pero se sentía cargado de emociones contenidas.
-Yo... -murmuró Rimuru, desviando la vista hacia Milim. La observó con una ternura inusual antes de esbozar una leve sonrisa-. Ciel, yo... la amo.
Milim, al escuchar esas palabras, sintió cómo su corazón latía con fuerza. Su rostro enrojeció al instante.
-¿Entonces de verdad la ama? -exclamó Ciel con un tono entusiasta.
Rimuru se sonrojó levemente y asintió.
-S-sí... la amo. La amo mucho.
-Me alegra oír eso -respondió Ciel, satisfecha-. Y pensar que una vez lo llamé ciego...
-¿Eh? -Rimuru frunció el ceño, confundido-. ¿Ciego?
Mientras tanto, Milim entró en pánico interno.
-"¡¿Qué... qué?! ¡¿Rimuru me ama?! ¡¿Él siente lo mismo?! Espera, espera... no mencionó mi nombre... solo dijo "una persona"..."
Una sensación de duda y ansiedad se apoderó de ella. Cerró los ojos con más fuerza, tratando de ocultar cualquier reacción. No quería que Rimuru notara que estaba despierta y que había escuchado todo.
Rimuru, por su parte, notó cómo el rostro de Milim mostraba leves muecas, como si estuviera teniendo un mal sueño. Preocupado, se acercó con suavidad y tomó las sábanas para arroparla mejor. Entonces, con un gesto tierno, depositó un beso en su frente y le susurró:
-Que tengas dulces sueños, Milim... mi reina.
Milim sintió cómo su rostro ardía por completo. Su mente se nubló.
-"¡A-ah, no te acerques así o me harás enloquecer aún más!" -pensó frenéticamente.
Pero antes de que pudiera reaccionar, Rimuru se acostó a su lado y la abrazó con delicadeza por la cintura.
-Me quedaré a tu lado... así que descansa, Milim.
Milim sintió que su corazón estaba a punto de explotar.
-"¿¡Cómo se supone que duerma ahora!? ¡¿Descansar?! ¡Es imposible si estás a mi lado!"
A pesar de la avalancha de emociones, la calidez del abrazo de Rimuru era reconfortante. Poco a poco, su respiración se volvió más pausada y, sin darse cuenta, terminó sucumbiendo al sueño.
Bajo la luz plateada de la luna, Rimuru y Milim permanecieron juntos, abrazados, hasta la llegada del amanecer.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.