Capítulo 18

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Ya era viernes. Desde que el miércoles sufriese esa especie de episodio de locura transitoria había estado más callada e introvertida. Sentí que llevaba la palabra «chiflada» escrita en la frente.

Bastian vino a buscarme a pie. Visitamos la tienda de segunda mano y aprovechamos que Doménico estaba en su puesto para comprar un par de películas. El plan de Bas era hacer una doble sesión esa noche en su casa junto a Blair y las chicas. Nos enzarzamos con Doménico en un breve coloquio sobre cine, pero al rato salimos por la puerta. Ninguno de los tres quería llegar tarde.

Ya en el instituto, Isabella Corrado volvió a recordarme que teníamos una cita pendiente. ¡Cuántas cosas debía ya a todo el mundo! Volví a pedir disculpas por la cancelación. Blair insistió en lo imperativo de probarnos los trajes de estrella a primera hora de la tarde, algo que no me apetecía lo más mínimo. Solo deseaba estar a solas con Bas en algún lugar lejos de todo. Saborear sus labios contra los míos, notar sus manos en mi cintura, su cuello en mi bo..., el flash de aquel sueño pasó por mi mente, ¿me estaría volviendo loca?

Susurró mi nombre, me zarandeó con suavidad y volví a la realidad. Sin querer había caído en un profundo sueño, la clase había acabado y ni siquiera recordaba haberme sentado al comienzo de la misma. De ese día no pasaba, debía solicitar un chequeo médico en toda regla.

Caminamos por el pasillo abarrotado de estudiantes, rehusé ir a la enfermería.

—¿Seguro que te encuentras bien? Podría...

—¿Te suenan los Arcanos? —le interrumpí—. Me refiero a un club o algo por el estilo que lleve ese nombre. —Los músculos de su cara se tensaron y todo él adquirió una pose rígida—. ¿Debo entender por tu expresión que sabes de qué hablo?

—Sí, tengo una ligera idea —contestó al fin. Resopló y volvió a tomar aire. Me agarró de una mano y tiró de mí hacia el aula de Teatro, vacía en esos momentos—. Como te dije, hay cosas que desearía contarte. Te acercas, pero no puedo prestarte ayuda. Por muy impotente que me haga sentir, debes ser tú quien indague, hablar de más va en contra de las normas —susurró, mientras miraba con nerviosismo en todas direcciones.

—Esto parece una maldita novela de misterio —dije en tono desenfadado, aunque en realidad empezaba a inquietarme.

—Los Arcanos es una orden que, ya habrás dilucidado, guarda relación con algunas personas de nuestro entorno. Ahora debes atar cabos.

Recorrió la curva de mis clavículas y tragué saliva.

—¿Qué normas?

Me silenció con un índice, al que acercó sus labios ligeramente arqueados en una sonrisa seductora.

—Las que no me permiten dar respuesta a esa pregunta —susurró con una voz igual de atrayente. Profirió una carcajada ante mi expresión confusa—. Me lo pones realmente difícil.

***

Al llegar a casa, saludé a la familia y subí a mi habitación de inmediato. Tenía la necesidad imperiosa de tomar un relajante baño con sales, deseosa de que este me aclarase las ideas. Mientras la bañera se llenaba de agua, subí un nuevo post a Instagram con preciosas imágenes tomadas en el Dean village acompañadas de información de aquel idílico lugar. Ya en el aseo, apagué las luces y prendí una vela aromática en forma de nenúfar que flotaba sobre el agua. A veces lo hacía para conseguir una mayor relajación. Me sumergí en el agua con lentitud. Había cierta belleza en la danza burlona de la llama, que se contorsionaba cual maestro circense. Solía acercar mi dedo e impregnarlo en la cera derretida que se acumulaba entre los pétalos ya deformados, disfrutaba de esa sensación que proporcionaba al secarse sobre la piel, como una caricia ardiente.

Los IniciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora