Capítulo 28

44 4 4
                                    

La luz de un nuevo día entró por la ventana de mi habitación e iluminó los estantes repletos de libros. Las partículas de polvo que flotaban frente a un tímido rayo de sol recordaban a diminutas haditas descendiendo en tropel por una escalera de luz.

Me desperecé y giré la cabeza. Esperaba encontrar a Brannagh acurrucada, pero no fue así. Me había adelantado una hora a la alarma y no tenía intención de volver a dormir, así que emprendí mi rutina al ritmo de After Dark de Mr. Kitty.

En cuanto terminé de arreglarme acudí al salón.

Mi padre estaba con su periódico delante de la cara y lo agitaba cada pocos segundos, alterado por las noticias que leía en la sección deportiva. Bajó las páginas para regalarme una sonrisa.

—Buenos días, madrugadora. Has dormido bien.

Fue una afirmación y no la pregunta que esperaba.

—¿También lees la mente?

Rio mi comentario.

—No, tu rostro.

La abuela y mamá entraban por la puerta en esos momentos con una bolsita de panadería. Olía maravillosamente.

—Hemos ido a dar un buen paseo y a por algo para desayunar —dijo Gladys mientras depositaba el contenido de la bolsa de papel en una fuente y la colocaba sobre la pequeña mesa de la cocina—. A veces es bueno cambiar.

—¿Cómo te encuentras, cariño? —quiso saber mamá.

—Estupendamente, la verdad, y de muy buen humor —contesté con energía antes de morder uno de los rollitos recién hechos que sabían a crema de pistacho y canela. Vi hortalizas y verduras cortadas en remojo, seguro que mi madre pensaba hacer una sopa, sus primeros y segundos platos estaban para chuparse los dedos.

—Nos alegramos. Tu hermana ha tenido que irse antes.

—¿A poner el asfalto de las calles? Es muy temprano.

—¿No te habrá despertado?

Negué con la cabeza.

—Ni siquiera la he escuchado marcharse.

—De acuerdo. ¡Ah!, dijo que te vería en la escuela. —Estiró las solapas de mi blazer salpicadas de chapas y me dedicó una tierna sonrisa—. Rondó el Royal durante días, intentaba decidir cómo acercarse sin quebrantar las reglas; vuestro vínculo de sangre es muy fuerte y resulta difícil de ocultar.

—Para ninja no valdría, la verdad. Eso sí, tiene madera de acosadora. La tomé por un fantasma o un producto de mi mente.

Le di un rápido beso en la mejilla y enderecé mi chapa de Death Note antes de dar otro bocado al desayuno y meter uno de esos manjares en la bolsa del almuerzo que mi padre ya estaba preparando.

—Ansiaba entrar en tu vida, pero las normas no le permitían hacerlo por la vía tradicional —intervino él—. Por eso encontró la forma de eludirlas y, a la vez, ayudarte a despertar los recuerdos dormidos. Todavía te queda un largo camino, pero vas en la dirección correcta, hija.

—Ella ha sido una brillante flecha de neón que me indicaba por dónde ir. Doy fe.

Vacié un par de inhaladores. Supuse que tardaría un tiempo en acostumbrarme. Acto seguido fuimos al salón con unas tazas de aromático té recién hecho.

Me contaron que Brannagh había pasado los últimos años en Edimburgo y alternaba periodos en casa de los abuelos con otros por su cuenta o con amistades, pero que antes de eso había estado en reposo.

Los IniciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora