Desperté arropada en una cama de dosel blanco. El tacto de las sábanas bajo mis manos era sedoso y toda la estancia estaba impregnada de un aroma floral ligeramente empolvado.
Blair se encontraba a mi lado en un precioso sillón. Esbozó una cándida sonrisa.
—Buenos días, dormilona. Menudo susto nos diste ayer.
—¿Ayer? —pregunté con la voz todavía somnolienta.
«¿Cuánto he dormido? ¿Dónde está ella? ¿Ha sido una alucinación? ¿Un sueño?», los interrogantes asaltaban mi mente.
—Sí, Lucy. Bastian ha pasado la noche a tu lado, él fue quien te encontró. Ha bajado un momento a beber algo —explicó mientras se enfundaba unos guantes claros a juego con un traje de chaqueta y falda que le confería un aire más adulto y refinado. Me miré, en lugar de mi ropa portaba un delicado camisón. Me removí inquieta—. Te cambié de ropa con ayuda de Selma, nuestra asistenta. Debías descansar en condiciones, no somos bárbaros. Dispusimos todo para que tuvieras tu ropa limpia y seca al despertar. —Señaló una percha con mi cazadora perfectamente colocada. Justo debajo estaban los botines y el bolso.
Bas entró por la puerta en ese preciso instante con la preocupación cincelada en su bello rostro.
—Hola, ¿cómo te encuentras?
—Algo confusa, la verdad. No recuerdo que nadie me trajera aquí.
Sentí una punzada de dolor en la cabeza, consecuencia de la caída. Si besaba el suelo tan a menudo, acabaría con un traumatismo severo.
—Es normal. Te fui a buscar porque tardabas demasiado. Después de mirar por toda la carpa, me aventuré a echar un vistazo en los jardines traseros. ¿Te pinchaste el dedo con el huso de una rueca? —inquirió al tiempo que componía una sonrisa.
—Aparta, Aurora, que llego yo. —Proferí una carcajada—. Seguro que fue menos glamuroso.
—Solo un poco. Te noqueó una raíz que sobresalía del suelo.
—Oh, pero tuviste tu escena de cuento, Lucy. Me avisó por el móvil y cuando llegué te alzó en brazos como un héroe de ficción —dijo Blair, mientras gesticulaba de forma grácil con las manos—. Es tan modesto que si no lo cuento te privaría de estos detalles.
Noté mi corazón acelerarse y las mejillas arreboladas.
Él carraspeó nervioso antes de hablar:
—¿Recuerdas qué pasó antes de que cayeras?
—Supongo que fue una suma de cosas, resultó un día de lo más extraño, eso es todo —concluí. ¿Cómo iba a explicar lo sucedido?: «Mira, Bastian, lo que ocurre es que sueño con una desconocida que aparece, me susurra al oído y se esfuma».
—De todos modos, creía que ayer no tenías planeado morder el polvo. Eso dijiste, Lucía. Deberías revisar tu agenda —bromeó para romper la tensión—. Blair dio por finalizada la fiesta en cuanto informé de lo sucedido.
La aludida se había levantado y aplicaba una capa extra de labial con pericia.
—En cualquier caso empezaba a cansarme de ver a tanta gente pululando a mi alrededor. —Estaba claro que no quería tirar por tierra una fama inmerecida que ella luchaba por mantener. Blair era de esas personas que pocos alcanzan a conocer del todo. Alguien complejo oculto tras una máscara de simplicidad—. Deberías vigilar tu alimentación, quizá te falte hierro.
—Diría que llevo una dieta variada, no sé —respondí—. Aunque mi madre siempre... ¡Mis padres! —Me incorporé de inmediato al recordarlos. No había llamado y estarían con el corazón en un puño.
ESTÁS LEYENDO
Los Iniciados
ParanormalTres jóvenes. Dos clanes enfrentados. Un destino. Lucía Campbell, una adolescente amante de la literatura de terror y del cine, lidia con lo que supone un cambio de país y de cultura, al tiempo que se enfrenta a unas visiones cada vez más reales que...