Capítulo 12

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El autobús nos dejó en el centro y caminamos hasta un restaurante asiático.

El camarero se acercó a tomar nota:

-Un bowl de arroz con tofu en salsa teriyaki y una ración de makis y nigiris. Te recomiendo los de pepino y aguacate, especialmente deliciosos -me sugirió-. También Tempura de verduras y té matcha para beber.

-¿Y la señorita?

-¿Compartimos? -pregunté por lo bajo a Bastian.

-Esperaba que dijeras eso -me respondió en el mismo volumen.

Entregamos las cartas al camarero, que pronto regresó con la bebida.

El restaurante era agradable y estaba repleto de parejas jóvenes.

-¿Habías estado alguna vez en un japonés?

-Por supuesto, vengo de España, no de Marte. -«Aunque en ocasiones me sienta una extraterrestre», pensé-. Solo que yo digo: «Ey, ponme un poco de todo» y arreglado. -Rio mi comentario-. Además, debo añadir que me encantan el anime, los mangas y los doramas. ¡Ah!, y soy una experta en el uso de los palillos -alegué en mi defensa.

-Disculpe, mujer de mundo, no sabía que tuviese esos pasatiempos tan cultos.

-Pues, para tu información, sé saludar en japonés. -Le saqué la lengua en un gesto burlón-. Y también sé decir Baca, que es algo así como...

-Tonto, ya, así que eso piensas de mí, ¿eh? -Se acercó a tan solo unos centímetros de mi rostro-. Sí, también me interesa lo oriental.

Con los puntos que sumaba esa afición, estos se salían del marcador.

El sushi tenía un aspecto delicioso y un sabor aún mejor.

-Me ha dicho tu padre que era el segundo chico en venir a verte hoy. ¿Debería ponerme celoso? -Sonrió y se llevó una porción a la boca.

-En primer lugar, los celos no son sanos. -Obvié que yo los había sentido.

-Estaba de broma. Bueno, en parte. -Masticó el sushi y dio un trago a su bebida.

-Pues ahora pienso terminar de enumerar -carraspeé antes de continuar-: en segundo lugar, era Donovan, quería disculparse -reconocí con tono casual, intentaba darle la menor importancia posible.

-¿De veras? No sabía que la palabra «perdón» entrase dentro de su vocabulario -añadió con sarcasmo.

-Bueno, exactamente no lo dijo así, ya sabes cómo es él.

-Demasiado bien, por desgracia -farfulló y tensó la mandíbula. Su mente viajó a otro lugar y su mirada, cargada de ira, parecía atravesar la pared-. ¿Y qué ha sido esta vez: bombones, rosas rojas o una joya? -«Esta vez», esas dos palabras llamaron mi atención. Había elevado el tono y algunos de los presenten nos observaron de reojo. Coloqué mi mano sobre la suya y volvió en sí-. Lo lamento, no quise perder los papeles. -Inspiró hondo, soltó el aire y relajó los músculos de su cara-. Es que no puedo con él.

-Ya me doy cuenta. Y sí, no te has alejado mucho. -Sonreí para quitar hierro al asunto-. La verdad es que me trajo un cerdito de peluche y una flor.

-Veo que se adapta a los tiempos.

Bebí té y sujeté de nuevo los palillos. Esperaba dejar ese incómodo momento atrás y continuar con la cena, pero mi mente no dejaba de darle vueltas a sus palabras.

-Es curioso, cada vez que hablas da la sensación de que entre vosotros se repite un patrón.

Bastian volvió a tensarse, pero tomó una pieza de sushi antes de hablar.

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