Tiempo a solas.

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- Tranquilas señoritas, sólo debe de despertar y estará perfecta, únicamente procuren no asustarla en mínimo un par de días.- El médico tomó su mochila, todas las chicas lo miraban extrañadas mientras salía de la casa.

¿Cómo era posible...?

***

- Mambru se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena...- La voz de la niña que barría sin descanso en el patio entraba por la ventana de Sacro Imperio Romano.- Mambru se fue a la guerra y no se cuándo vendrá...-Italia dejo a un lado su escoba, junto con la basura y las hojas caídas, trepo al árbol que tomaba lugar en medio del patio, se quedo quieta en una rama en específico y suspiro.- Y no se cuándo vendrá...-Continuo.- Y no sé...cuando volverá...

La rubia la ignoro por completo, sólo se limitaba a seguir leyendo su grueso libro que de seguro tendría más de 900 páginas y ni un sólo dibujo.

Feliciana frunció el ceño.

- ¡Mambru se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena!- Cantó sordamente casi a gritos para poder obtener la atención de la lectora.

"-Mambru se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena...- Cantó la niña pequeña, muy pequeña, balanceando se en el columpio entretenidamente.- Y no se cuándo vendrá...

- ¿Quien es Mambru?- Otra niña igualmente pequeña salió atrás de la primera.- Sacri, ¿quien es Mambru?

- ¿M-Mambru?- Sacro Imperio abrió los ojos desconcertada.- No lo se, sólo se que esa canción me gusta mucho.

- Es muy repetitiva.- Interrumpió la castaña.- A mi no me gusta.

- Mpm, ¿porqué no me dejas sola?

- Es que ya no recuerdo que te iba a decir.- Suspiró Italia con una gota en la sien.

- Si tu lo dices.- La rubia tosió a propósito para aclarar su garganta.- Y no se cuándo volverá.

- Esta bien...te lo diré.- Dijo Italia, rendida.- Me gusta verte cantar."

- Recuerdo que ella dijo que le gustaba esa canción.- pensó casi rendida Italia espiando a la germana con atención y silencio.- ¿Qué debo hacer para que me note?- Se pregunto a sí misma entre susurros rascando su enredada cabeza.- Lo tengo.- Con mucho equilibrio se paró de la frágil rama y afinó lo más que pudo su garganta.- ¡Había una vez un barco chiquito! ¡Había una vez un chiquito barco!.- Cantó desafinada una composición muy adelantada a su época...y que ni siquiera iba tal cual la letra.
- ¡Italia!- Austria gritó desde abajo del árbol, con el ceño fruncido y los anteojos casi cayendo de su rostro.- ¡Baja de ahí ahora mismo y discúlpate!- Ordenó, poniendo disciplina.

- Lo lamento.- Mintió la italiana, pues no lo lamentaba para nada.

Había visto claramente como Sacro Imperio Romano había reído sin voltear.

- ¿Quieres explicarme que hacías allí arriba?- Retó la austríaca con un leve tic en su ojo izquierdo.

- ¿Yo? Yo estaba...-Italia se encogió de hombros, nerviosa.- Yo sólo estaba ahuyentando las ardillas que estaban maltratando el pobre árbol, es todo.- Declaró.

- Como tu digas, sigue con tu trabajo o me veré obligada a castigarte.- Recordó la ojo púrpura saliendo rápida de la escena.

Algo enfadada, volvió a sus quehaceres cotidianos, desde lavar los trastes a doblar la ropa.

Justo cuando terminó salió corriendo hacia la puerta de SIR y tocó con la palma de su mano como si de ello dependiera la pasta del mundo.

- ¿Tía Austria?- Preguntó desde el fondo una voz con notable aburrimiento.

- No, soy yo.

- ¿Quien?

- Yo.

- Si, pero quien.

- ¡Yo! ¡No finjas!- Ambas rieron y el imperio abrió la puerta con rapidez.

- ¿Qué necesitas?

- Quiero ir afuera contigo.- Reveló, tomando su mano y llevándola jalando.

- Pero no nos podemos ir sólo así, yo todavía necesito revisar un par de cartas y ver que pasa con las nuevas apariciones de Napoleón y con Prusia y...

- Shhh, no hagas ruido.- Ordenó tapando su boca audaz y siguiendo caminando hasta la salida.

- ¿Bromeas? Austria nos matara si nos ve fuera de la casa sin su permiso y con tareas pendientes.

- No pienses en eso ahora.- Italia soltó la mano de la niña y ambas siguieron caminando hasta llegar al "parque" que tanto
disfrutaban las dos juntas.

Pero no se sentaron donde siempre, en dos rocas gigantes, no, se sentaron en el césped primero y SIR tomó una vara con la que empezó a dibujar en la tierra.

- No es apropiado que salgamos así, y menos para unas damas.

- Bah.- Italia negó la cabeza.- Yo soy un hombre y tu eres muy fuerte y lista para que te digan eso.

Nyo!Chibitalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora