Una futura batalla.

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Italia tomó de la mano a SIR y ambas caminaron juntas todo el camino. (Algo no muy usual) así que aprovecharon para hablar.
- Entonces...- Cleo cubrió el frío de sus manos con la capa color negro que siempre traía consigo.- Háblame de ti.- Venecia río.
- No tengo nada de que hablar, soy un libro abierto.- Presumió colocando sus manos atrás de la nuca para estirase.
- ¿Con que un libro, ehh?- La germana sonrió picara pensando a la vez miles de preguntas.- ¿Comida favorita?
- Fácil Sacri, la pasta.
- ¿Color favorito?
- Emh...
- ¿Aspiraciones? ¿sueños?
- Bueno, no lo he pensado bien así qu-
- ¿Mayor secreto? ¿Miedos? ¿Momento del día favorito?
- ¡Sacro Imperio Romano!- Interrumpió.- Dame un momento para pensar.
- ¿Lo ves? No te conozco tan bien como crees.- SIR acomodó su moño blanco de forma orgullosa.
- No se trata de que conozcas hasta de que color son mis calcetines.
- Dijiste que eras un libro abierto, y a los libros se les conoce muy bien el contenido.
- Uhm.
Siguieron caminando en silencio incómodo, al menos hasta que llegaron a la gran casa.
- ¿Tía Austria? Soy yo, Sacro Imperio.- Preguntó la niña entrando discretamente a la casa.- No están en la entrada Italia, podemos pasar sin que nos vean.- Susurró, tomó la mano de la italiana y caminaron por el pasillo de puntillas para no ser vistas y castigadas.
- Si, lo que pasa es que Roma aparentemente tenía muchas ganas de ver a Ita-chan.- Se escuchó, haciendo eco en en toda la casa y asustando a las niñas.
- ¡Wah!- Gritó como reacción al suspenso Italia, tropezando en el lugar.
- ¿Qué fue eso?- Otra voz se hizo presente, se paró de su respectivo lugar para hacer sonido de pasos firmes hacia la puerta de la habitación y salir en frente de donde estaban la república y el imperio.- ¿Qué son esas horas de llegar? ¡Vengan ahora mismo!- Ordeno enojada la austriaca.- ¿Qué esperan? Tenemos visitas y es muy descortés de su parte llegar tan tarde.- Las niñas asintieron, se pararon del suelo (pues SIR se agachó para ayudar a Italia) y bajaron la cabeza en señal de disculpa.
- Lo sentimos.- Dijeron al mismo tiempo.
- Pasen rápido. Ya habrá tiempo para evaluar su comportamiento.- Suspiró Austria empujando a las dos y haciéndolas sentarse en un mueble que quedaba enfrente de las visitas.
- Tonta sorella.- Susurró por lo bajó Romana, de brazos cruzados.
- Bien, ¿en qué nos quedamos?- Austria se sentó de nuevo en su lugar preferido, donde siempre lee sus novelas románticas y habla largas horas con su sobrina, y en su defecto comparte ideas estratégicas con Hungría. Romana frunció el ceño y susurró maldiciones en el oído de España.
- Verás Austria...- La española tosió para aclarar su garganta.- Roma se siente un poco triste últimamente y quiere pasar un poco de tiempo con su hermano.- Seguido ella también frunció el ceño.- Pero lo que me resulta extraño es que quiere hablar ciertas cosas con Sacro Imperio Romano Germánico.
- Interesante.- La austriaca acomodó sus lentes aristócratas y miró fijamente a la sureña, esta se limitó sólo a inflar los cachetes en señal de desesperación.- Bien, si eso desean les daré hasta las 8:00 de esta noche para compartir ideas, ni un minuto más ni un minuto menos, hasta ese momento España y yo estaremos en la cocina.- Sentenció, se paró, hizo una señal con la cabeza a la castaña española y ambas salieron al mismo tiempo de la sala.
Con la puerta serrada.
- ¡Bastarda!- Explotó la mayor de todas parándose de un salto y dirigiéndose a la germana con violencia.- ¡Ahora me explicas que quieres con mi hermana!

Nyo!Chibitalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora