- Italia.- Sacro Imperio Romano volteó con seriedad hacia su acompañante.- Di la verdad, ¿eres una chica?
- ¿Q-Q-Q-Que cosa?- Tartamudeó sin una sola palabra en la boca.- ¿P-porqué todo el mundo insiste en p-p-preguntarme eso?- Italia se cruzó de brazos y miró a otro lado.- Ehm...Sacri, ¿estás segura de querer preguntarme eso?
Sacro Imperio inhaló profundamente.
- Sí, estoy segura.
- Pues...supongo que lo soy. Soy una chica.
- Ya veo.- Cleo volteó de nuevo a la tierra y siguió dibujando líneas sin aparente forma en ella.
- ¿Ya ves?- Venecia esperaba que el imperio se fuera o se enojará con ella por no a verle dicho antes (a pesar de que ella tampoco lo sabía), pero en cambio sólo obtuvo un comprensivo y algo cortante "Ya veo".- ¿No te molesta eso?
- Claro que no, yo creo que el amor es ciego.- Respondió con una leve sonrisa en su rostro.- E incluso sordo.
- Y mimo.
- ¿Qué?
- Si, porque no ve ni escucha pero puede hacer señas.- Explicó con gran lógica, orgullosa.
- ¿Pero cómo puede hacer señas si no ve ni escucha?
- A mi no me preguntes, yo no soy el Amor.- Río juguetona acostándose en el
césped...que al parecer nunca iba a dejar de ser húmedo.- Mira, esa nube parece un perro.- Yo no veo nada.- La rubia se acostó al lado de la castaña boca arriba.- Sólo...una nube.
- Vamos, hay tantas formas en las nubes que puedes imaginar, un barco, una flor, un plato de pasta, zapat-
- Zapatos, aquella parece una silla...- Cleo se giró hacia la castaña, se acercó con cuidado y le apachurró las mejillas.- ¡Wah! Italia, eres tan linda.
La italiana se sonrojó, mientras bajaba la mirada al piso.
- Quizás...quizás deberíamos volver a casa.- Dijo con vergüenza en su rostro.- Es decir, hasta ahora hemos tenido suerte con Austria, pero no estoy muy segura de que este contenta con nuestros "recesos".
Sacro Imperio suspiró.
- Tristemente tienes razón. Julchen tampoco esta dejándome mucho tiempo libre.- La niña rubia se puso de pie, le tendió la mano a la otra para que se levantara y caminaron juntas hasta llegar a casa.
***
- ¡Ita-chan!- El chico húngaro tomó aire con cara de agobio.- Estoy tan feliz de verte.- ¿Oh? ¿Y ahora que ocurre?- Preguntó Italia, cerrando la puerta atrás de ella.
- Nos vemos.- Se despidió Sacro Imperio, dedicándole una brillante sonrisa. Seguido, se alejó para dejarla continuar con sus deberes.
Italia suspiró con un aire nostálgico al verla alejarse.
- ¡Hungría! ¡Tengo buenas noticias!- Bramó la menor con ojos brillosos de la emoción.
- A me gustaría poder decirte lo mismo.- Contestó el mayor, entregándole una escoba a la niña.- He estado cubriéndote desde que te fuiste. ¡Estoy exhausto!- A continuación, el representante de Hungría cayó rendido al suelo de rodillas.- No sé cuanto tiempo pueda seguir con esto..
- N-No te preocupes, Hungría.- Dijo Italia con cierto nerviosismo.- Descansa lo que restar del día, yo te cubriré.
El castaño se levantó al instante.
- ¡Gracias, Ita-chan!- El joven se inclinó para darle un cariñoso beso en la frente.- ¿Qué querías contarme?
- Oh, nada.- Corrigió arrepentida, pues hasta entonces no se había detenido a pensar "¿y si Sacri prefiere que esto sea un secreto?".
- Ah, esta bien.- Hungría asintió. Sabía que Italia estaba mintiendo, pero no iba a insistir.- Si me necesitas estaré con la Señorita Austria.
Hungría se retiró, encaminándose hacia la habitación de la aristócrata.
- Jo...¿en serio tengo que hacerlo todo yo?- Italia bufó. Bajó la vista y vio tirada una liga para el cabello.
"Seguramente es de Hungría"- Pensó, agachándose para recogerla.- "Iré a dársela".
Caminó velozmente, repasando los pasos anteriores que había dado el húngaro.
Al final, se encontró enfrente de la habitación que correspondía a Austria.
- ¿Hungría?- La castaña se acercó hacia la puerta, descubriendo que estaba emparejada.
Metió la cabeza por el estrecho espacio que se producía entre la puerta y la pared, buscando con su mirada al húngaro.
- ¿Hu-Hungría?- Murmuró Italia sonrojada, viendo al chico húngaro besar a la austríaca.
Sacó la cabeza de inmediato, apenada.
- ¿Así que a eso llamas descansar, Hungría?- Dijo para si misma la italiana, alejándose del lugar.
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Nyo!Chibitalia.
FanficMientras el pequeño Chibitalia era una "sirvienta" más en la casa de Sacro Imperio Romano y su mayor austriaco, mientras barría, lavaba y atendía a sus superiores, su versión femenina, Nyo!Chibitalia pasaba por una vida ni tan igual y tan diferente...