Una chica bajo la lluvia

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Qué...¿qué cosa ha dicho...?

Italia no dudó en mostrar su desacuerdo con los métodos de Japón, para nada.

Se giró hacia la puerta y trató de salir. Empujó, pateó y siguió empujando, pero claramente la puerta era más fuerte que ella.

- No, Japón. Por favor, no me digas qué hablas en serio...

- Tan claro como el agua, Italia.- Contestó la chica japonesa, con una tranquilidad que sólo alarmó todavía más a la chica italiana.- ¡Oh! No pongas esa cara de espanto....

- ¡Pero si estoy espantada!- Exclamó Italia, girando la cabeza hacia los lados para comprobar que Alemania estaba lejos de allí.- Todavía no estoy lista. No estoy lista.

Quizás nunca este lista, para ser honesta.

- Vamos, Italia.- Japón tomó entre sus pequeñas manos el brazo de su amiga.- Ambas sabemos que eres mucho más fuerte que tus sentimientos, pero ya es hora de que decidas ser feliz, ¿sí?

¿A caso cree ella qué la felicidad es algo tan simple como esto?

- Esto está mal, esto está mal.- Dijo Italia, más para si misma que para Japón.- ¿Y si Alemania me rechaza? ¿Y si se molesta?

¿Y si ya no quiere volverme a ver?

- ¿Qué cosa está mal?- Preguntó una voz lejana. La propietaria se encontraba ligeramente lejos de Japón e Italia, pero no lo suficiente para escuchar con claridad. Alemania estaba más concentrada en la caja polvorienta que había llevado consigo.

- A-Alemania...- Italia dijo esto con una voz tranquila y aliviada. Por alguna razón, sentía que si Alemania estaba cerca de ella, nada podía salir mal. Nada.

Nada

- Esta mal yo me tenga que ir tan pronto.- Respondió Japón de inmediato, con una leve inclinación de cabeza.- Mi jefe me llama. Dice que es urgente. Bye-Bye~~

Italia a penas pudo distinguir a Japón de lo rápido que se retiró. Prácticamente se evaporó.

Se acercó a la puerta y trató de abrirla, pero no pudo.

Cerrada. Por supuesto.

- Vaya. Eso sí que es extraño.- Dijo Alemania, sacando de aquella caja varios libros polvorientos. Tanto polvo provocaría estornudar a cualquiera, pero no a Alemania. Ella era fuerte en todo, nada podía con ella.

Sin embargo, al irse acercando Italia comenzó a estornudar.

Alemania le dedicó una sonrisa apenada y continuó desempolvando los libros que salían, mientras los iba dejando sobre una mesita de noche.

- Traje estos para ti. Son libros muy antiguos sobre arte, así que creí que te podrían gustar.

Me gustan. Me encantan.

- Son geniales. Muchas gracias.- Se limitó a decir Italia, tomando uno de los libros para irlo hojeando. Eran muy hermosos, a su parecer.

Uno de los dibujos le llamó la atención. Se trataba del retrato de una chica que corría bajo la lluvia. La chica sonreía y tenía los brazos extendidos, como si quisiera empaparse todavía más. Aquella desconocida parecía muy feliz, pero también daba un aspecto bastante triste, lastimero.

Tal vez todos somos como esta chica. Vivimos bajo la lluvia, bajo la tormenta. Tratamos de que la corriente no nos ahogue, y mientras tanto queremos verle el lado gracioso a todo esto. Pero por fuera todos se dan cuenta de lo verdaderamente rotos que estamos por dentro.

Levantó la vista hacia Alemania. Ella le sonrió, así que le devolvió la sonrisa.

Alemania se acercó a Italia para tenderle otro libro. Sin embargo, había algo raro en sus ojos.

- Italia, ¿no piensas decir nada?

- ¿Eh? ¿A qué te refieres? ¿Hay algo que decir~?

Alemania negó con la cabeza como si no lo pudiera creer y río. Italia no entendía que era tan gracioso, pero también lo hizo. Río hasta que Alemania se acercó sin previo aviso y la besó con intensidad.

Me gustas. Me encantas.

Nyo!Chibitalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora