Intervensión.

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Cuando te vi...
Cuando te vi, no supe que pensar.

Creí que estabas demente.

Pero en realidad eres una chica hermosa.
Una chica fuerte.
Una chica inteligente.

Y todo lo anterior, te convierte en una chica peligrosa.

No me mal entiendas.

Eres peligrosa de una manera genial.

Italia observaba el techo con la mirada perdida, mientras su hermana hablaba sobre las cosas que odiaba, y las cosas que no odiaba tanto.

Un gato gordo se posó sobre su estómago, pero eso no era problema alguno. Después de todo, no pensaba moverse de allí nunca jamás.

Sí señor.- Pensó la joven.- Nunca me levantaré de la cama, y no hay nadie capaz de evitarlo.

De repente se escuchó un timbre de celular bastante peculiar (el himno alemán), provocando que Romana dejara de hablar y que Italia saliera corriendo hasta el otro extremo de la habitación para contestar la llamada.

- No.- Le dijo Italia al celular, con una sonrisa distraída.- Noo. No~ ¡No! ¡No!...¿No?...No...Nop....No~~~

Romana puso los ojos en blanco, pretendiendo no escuchar las diferentes maneras en las que Italia podía decir "No".

- No. Por supuesto que no será molestia.- Dijo la sureña al final, sin molestarse en ocultar su entusiasmo.- Voy para allá.

Tras estas palabras, Italia del Norte tomó todas sus cosas, se colocó unos lentes negros que combinaban con sus botas y se dirigió rauda y veloz hacia la salida.

- ¿A dónde crees que vas?- Musitó Romana, agarrándola del brazo derecho.- Todavía no hemos terminado de hablar.

Italia le lanzó una mirada de desesperación a su hermana mayor, y aunque ésta no pudo ver sus ojos, pudo sentirlo.

Romana rodó sus ojos marrones con frustración.

- Es esa come patatas otra vez, ¿verdad?

Italia hizo un puchero y movió mucho su brazo para lograr zafarse de la mayor. Los movimientos le despeinaron un poco, pero eso era lo de menos.

- Doitsu dice que es una reunión urgente del Eje. ¡Tengo que ir~!

- Creí que el Eje ya no existía desde hace...- Romana miró hacia el techo.- Unos mil millones de años.

- Unas cuantas décadas.- La corrigió su hermana menor.- Y no. Ya no existe. Pero así le llamamos a nuestras reuniones. Así que...- Italia se dirigió disimuladamente hacia la salida.- siamo ... poi ...(1)

- come è (2)- Le respondió Romana con las mejillas rojas de frustración, dándole la espalda a su menor mientras se alejaba de allí.

Italia salió de su hogar, miró hacia los lados para asegurarse de que no había nadie observado y saltó como si fuera una pequeña niña humana muy emocionada, seguido de soltar un gran "Yajuu~!".

Fue caminando por las calles de su amada ciudad, viéndose con disimulo en cada reflejo, en cada espejo, en cada ventana. Quería asegurarse de que estaba presentable, de que estaba linda.

Sin embargo, siempre que podía ver su imagen notaba lo revuelto que se encontraba su cabello castaño. Lo único que desentonaba con su "perfecta" imagen.

"¡Tú y esos nudos cafés!- Le había dicho esa niña rubia, con una gran sonrisa burlona en el rostro. Sus ojos azules rebelaban diversión.- Ven aquí, Italia. Te cepillaré."

Italia se alejó de su propio reflejo dando un brinco de susto. Ahora no parecía tan feliz.

Más bien, parecía aterrada.

He...he vuelto a tener una visión...

La joven negó con la cabeza repetidas veces, tratando de sacarse esos recuerdos de la mente.

Fue tan real...creo que casi pude tocar su ropa...su cabello...

Apresuró el paso cada ves más, con el corazón al borde de un infarto.

Simplemente se estaba viendo al espejo, y luego...y luego la vio a...a ella. Como en los viejos tiempos.

Antes le pasaba eso casi todo el tiempo. Poco después de la muerte de Sacro Imperio Romano, solía verla en todos lados.

Estaba cocinando,
Y escuchaba su voz.

Iba a dormirse,
Y la escuchaba decir buenas noches.

Se estaba arreglando
Y ella se aparecía para ayudarla.

Pasaron varios años para que dejara de verla en todos lados. Y muchos más para dejar de soñar con ella.

No hay nada que el tiempo no cure, ¿eh?

Tragó saliva con dificultad y llegó a las afueras de un pequeño edificio, donde las tres chicas siempre reservaban una habitación para poder hablar cómodamente.

Subió por el ascensor, y por un momento creyó que todos los que estaban al lado de ella también estaban igual de ansiosos.

Quizás también ellos tienen el corazón roto. Quien sabe.

Tocó a la puerta de la habitación repetidas veces, sin esforzarse por ocultar su ansiedad.

Necesito verla.
Necesito ver a Alemania.
Sólo quiero verla a ella.
Ella puede hacerme sentir segura.

Una pequeña y hermosa chica oriental le abrió, mostrándole una radiante sonrisa.

- Itaria wa, watashi wa anata o miru koto wa hijō ni manzoku shite imasu (3).

Italia se inclinó un poco para saludarla.

- Es bueno verte, Japón.

La chica de cabello negro intenso cerró con seguro la puerta, lo cual llamó la atención de Italia. Al parecer Japón también está nerviosa.

La japonesa inhaló y exhaló con dificultad, viendo hacia sus pies. La italiana sintió que los siglos pasarían antes de que su amiga se animara a hablar.

- Por favor, Italia. No me odies por esto.

- ¿Odiarte?- Italia frunció el ceño.- ¿Cómo podría odiarte?

Japón apretó los párpados. No parecía muy segura de lo que estaba a punto de decir.

- Yo...Lo siento mucho.- Japón se inclinó para disculparse con su amiga.- Sé que me inmiscuí demasiado en tu vida privada y...duele. ¿Sabes? Duele. Duele verte con esa sonrisa perpetua todos los días todos los años todos los siglos...Y mucho más ahora que sé lo destrozada que estas por dentro.

- Japón, no te entiendo...

Japón levantó la mirada hacia Italia y la miró con coraje.

- Traje a Alemania y a ti para que hablarán sobre su relación, ¿si? De aquí nadie sale hasta que le digas a Doitsu tus sentimientos por ella.

~~~~~~

siamo ... poi ...(1)- Nos vemos...luego...

come è (2)- como sea

Itaria wa, watashi wa anata o miru koto wa hijō ni manzoku shite imasu (3)- Italia, estoy muy feliz de verte.

Nyo!Chibitalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora