Ich liebe dich.

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- Sí, Sacro Imperio.- Correspondió la chica sin dejar de escribir.- ¿Qué necesitas?

- Me gustaría que le dieras el día libre a Italia...

- ¿Otra vez? Para las obligaciones no hay excusas.

- Es que hoy hace un día perfecto para salir a caminar y a divertirse, y creo que Italia y yo al fin estamos teniendo una amistad y...

- Lo lamento, pero no. Italia tiene muchos deberes y no puedo estar complaciendo todos tus caprichos, SIR. Necesito a Italia aquí, siendo productiva para nuestra casa.

Debido a esa respuesta, a la niña no le quedo de otra que pasar a la segunda opción. Se acercó al escritorio, miró atenta a su mayor y puso la cara de súplica mejor que tenía.- Por favor tía Austria, Italia a estado trabajando desde la mañana en todo lo que has dicho y yo igual, además, apenas llevo dos semanas de regreso de la última guerra, merecemos un pequeño descanso.

- ¡Sacro Imperio Romano!- Resopló Austria, sorprendida o más bien asombrada de que por un instante a SIR no le interesa hacerse una nación más fuerte.- Sólo por tratarse de ti y por saber que ustedes dos cumplen, pero que no se vuelva a repetir.- Dejo el bolígrafo sobre el escritorio.- Que se diviertan.- Esto último lo dijo con mucha resignación.

- ¡Gracias tía Austria!- Gritó emocionada corriendo de la oficina y tomando sin previo avisó las manos de la italiana.- ¡Dijo que si!

- S-Sacri, estas rara últimament-te.- Tartamudeo Italia intentando seguirle el paso.

***

- Aquí tienen mis niños.- Sonrió con manos temblorosas la vieja anciana que entregaba el helado de chocolate.- Serían dos monedas.

- Gracias señora.- Dijo la rubia pagando igualmente alegre y entregando el cono a su compañía.

- Sacro Imperio, te noto rara, ¿qué te ocurre?- Pregunto Italia con la mirada un tanto sería.

- Ven, te diré en el parque donde estuvimos ayer.- Reveló ella tomando la mano de "el chico", respirando agitada para controlar su nervioso pulso.

Después de 15 minutos de caminata ardua, llegaron al dichoso "parque" (era sólo un terreno con cientos de arbustos molestos al rededor y en el centro al fin había césped donde podías hacer un bonito día de campo, pero de parque no tenía nada) y se sentaron sobre un par de rocas mientras comían su postre.

- ¿Qué me querías decir, Sacri?- Italia guardó la servilleta en sus sucios bolsillos y miro a la germana con una sonrisa vaga.

- Mmh, eso.- Respondió limpiando sus labios llenos de helado en otra servilleta.- Ich liebe dich.- Susurró por lo bajó volviéndose roja de la cara.

Nyo!Chibitalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora