Rag'n'Bone Man - Human (1:30 – 2:30)
—¿Sabes? No es que me importe, pero creo que deberías comer más —comenta Owen, sacándome de mis pensamientos después de leer aquel artículo sobre la familia Baizen en el periódico.
De los dos, es él quien siempre empieza con las charlas ociosas sobre ningún tema de relevancia.
A veces, sin que él se dé cuenta, cronómetro cuánto tiempo puede estar en silencio. Su récord es de siete minutos y cuarenta segundos.
—Y tú deberías meterte en tus propios asuntos.
—Lo digo en serio, es algo que he notado desde que nos conocemos. Apenas comes. No creo que puedas vivir solo con café, sarcasmo y mal humor.
—Ha estado funcionando hasta ahora.
Veo que Owen lucha contra la respuesta que quiere dar y en su lugar, simplemente niega con la cabeza.
—Como sea, es tu problema. De todas formas, cómo dije, no me interesa.
No se me da bien ese tema de cuidarme a mí misma, tal vez porque crecí sola y no tenia nadie que se preocupe por mí, mi padre me amaba, pero no estaba ahí. Nadie estuvo y a nadie preguntaba como yo estaba, solo asumían que estaba bien y yo los deje.
Hubo un tiempo donde pensé que Patrick podría ser esa persona, el hermano mayor que siempre quise tener.
Cómo aquella vez cuando yo estaba construyendo mi primer propulsor para la feria de ciencias, con demasiados libros abiertos a mi alrededor, cubriendo casi todas las superficies disponibles de mi dormitorio y con demasiadas herramientas esparcidas por la cama y el suelo, había piezas de equipo y componentes tirados en mi escritorio y en medio de todo, estaba mi prototipo, que estaba destinado a ser similar a un jet pack con controles de fácil acceso y con una red neuronal que no dependía del uso de manos para ser controlado.
Increíble, hermana, creo que al parecer yo me he equivocado contigo y hay algo digno en ti —me dijo Patrick con una sonrisa maliciosa cubriendo su rostro y yo sentí que mi corazón se hinchaba ante su aprobación y cumplido.
Pero Patrick solo estaba siendo manipulador, cómo siempre. Cómo nos han enseñado a ser.
Sin embargo —continuo él—, es completamente inútil. Porque sí realmente quieres impresionarnos y ser merecedora del apellido bajo el que naciste debes hacer algo mejor que eso.
—¿Por qué no te gusta comer comidas que tú no has preparado?
Miro alrededor del balcón, notando la postura relajada de Owen y su expresión confiada y segura, nada más que una imagen. Es un agente federal, esa apariencia es casi su segunda naturaleza, pero no siempre es real.
Aún estoy intento averiguar cuando es real y cuando no.
—Te voy a decir algo y si se lo dices a alguien más, iré a buscarte mientras duermes, te daré una clase de droga que te paralizará, pero que aún te permitirá seguir sintiendo y te cortaré pedazo a pedazo esperando a ver qué te mata primero, si el dolor o la pérdida de sangre. ¿Entendiste?
—¡Jesús, Rhea!
—Dije, ¿entendiste?
—Sí, si lo dices de forma tan amable, por supuesto que entiendo.
—Estaba de vacaciones de verano en casa de mi padre, yo tenía doce años y en la casa mi padre contrató a una excelente chef. Ella era amable y tenía un aplomo implacable, pero no de la forma rígida que yo estaba acostumbrada a ver en las mujeres de su edad. A veces, por la forma en la que se movía por la cocina, me recordaba a una bailarina.
ESTÁS LEYENDO
La última gran dinastía Americana.
RomanceRhea lo odia porque él es un agente federal cuyo trabajo es llevar a la familia de ella a prisión, y Owen la odia porque ella es una abogada de cuello blanco que manipuló un caso y por la cual él perdió su trabajo. Entonces, ¿cómo ambos terminaron...