Helena da vueltas por la sala y yo sostengo a Sofía contra mi cadera, esperando a que Helena encuentre los papeles que vine a ver. De paso, traje algunas cosas que estoy segura que tanto ella como la hermosa Sofía van a necesitar.
También traje la noticia de que ya hay nueva fecha para la audiencia y si todo sale como tengo previsto, el fideicomiso de Sofía será descongelado antes de finalizar este mes.
—Nunca me cansaré de agradecerte, Rhea. Eres mi ángel caigo del cielo.
Ella exagera. No soy un ángel y mucho menos alguien bueno. Porque el que yo haga una que otra buena acción aquí y allá, no quita todas las demás acciones malas que he cometido y de las cuales no me arrepiento en lo más mínimo.
—Ya te he dicho, no tienes nada que agradecer. Pronto esto habrá terminado y será solo un mal recuerdo.
—Eso es todo lo que quiero. Olvidarme de todo lo que ha pasado y concentrarme en un mejor futuro para mí y para Sofía.
—Lo tendrán.
Ella encuentra los documentos guardados en un pequeño cajón y sonríe antes de entregármelos.
—Te mantendré informada de cualquier cosa.
—Gracias, Rhea.
—Trata de descansar, te ves exhausta.
—Sí, tú igual.
Tarareo de forma afirmativa y me despido con la mano antes de salir de su apartamento.
Ha sido una semana larga, muy larga, y tal como yo pensé, una vez que la fiebre del agente pasó y ya se sentía mejor, volvimos a nuestras disputas, excepto que ahora en lugar de discutir conmigo, ha elegido ignorarme. Por completo. No me habla en absoluto y, no es que me importe, pero no manejo muy bien que alguien me ignore. No estoy acostumbrada a ser ignorada.
Porque ya sea para bien o para mal, las personas siempre prestan atención a lo que digo, me miran cuando entro en algún lugar. Es el aura que uno emana, la presencia y su sentido de supervivencia.
Uno que el agente parece no tener —me digo en mi mente.
Y hoy, en lugar de estar amargada en el apartamento, Rony me convenció de salir a un club, porque es su sábado libre y necesitaba tiempo con su mejor amiga —ya me he cansado de decirle que no somos amigas—, y me convenció de venir aquí, Paul se unió a nosotras sin necesidad de una invitación.
—¿Puedes contarnos de una vez por todas que te tiene tan enfurruñada estos días? —me pregunta Rony— Yo sé que no eres la persona más sonriente del mundo, pero está semana estás aún más amargada que otros días. ¿Qué ha pasado?
La palabra nada se atasca en mi garganta y me recuesto en el sofá del área VIP en el que estamos.
—El estúpido ex agente me ha estado ignorando.
Cómo era de esperarse, mi comentario llama la atención de Paul y se inclina hacia adelante, elevando demasiado las cejas y compartiendo una mirada con Rony.
—¿Problemas en el paraíso?
—Nada de paraíso, es solo que ya saben, no manejo bien que alguien me ignore. Sí uno de los dos ignora al otro, esa debería ser yo.
Paul mueve un dedo frente a mí.
—Lo que no manejas bien es que alguien no caiga a tus pies y no haga exactamente lo que tú quieres. No tienes el control sobre él y no sabes cómo manejar esa sensación —me dice Paul—. Él te desafía y eso te enloquece y no en el buen sentido, aunque... Quién sabe.
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La última gran dinastía Americana.
RomanceRhea lo odia porque él es un agente federal cuyo trabajo es llevar a la familia de ella a prisión, y Owen la odia porque ella es una abogada de cuello blanco que manipuló un caso y por la cual él perdió su trabajo. Entonces, ¿cómo ambos terminaron...