—Rhea, es bueno saber que mi querida hermana menor no me está ignorando
Sin ignorar la amenaza en la voz de Patrick me detengo en mitad del campus y me maldigo por atender la llamada.
—¿Por qué me estás llamando tan temprano, Patrick?
Él solo me llama cuando quiere algo.
—¿Acaso no tengo permitido controlarte? Ya que pareces haber sido capaz de evitar mi presencia en tu última visita a la mansión.
No respondo nada ante esa acusación, porque en efecto, yo lo estaba evitando. Incluso pasé una noche en un hotel, algo que odio, con tal de no verlo.
Pongo los ojos en blanco y elijo cambiar de tema.
—Estoy de camino a clases. ¿Es urgente lo que me tienes que decir?
—Sí, un poco. Necesitamos encontrar tiempo para hablar sobre el último error de las empresas y nuestra estrategia en el futuro.
¿Cuándo entenderá él que yo no quiero tener nada que ver con esos negocios? Asumo que eso no sucederá, al menos no en un futuro cercano.
—¿Qué estrategia?
Puedo sentir mi molestia aumentar, eso sucede cada vez que debo hablar con el megalómano y ególatra que tengo por hermano mayor.
—Tienes suerte de no estar en prisión por asesinar a veinte personas. Así que dime, ¿qué posible estrategia podría derivar de eso?
—Oh, vamos, hermana —la voz de Patrick es falsamente dulce—. Eso no fue un asesinato. Ese tipo de cosas suceden durante los ensayos humanos. ¿Cómo podríamos progresar sin eso?
Para Patrick aquello fue solo un error sin importancia.
—Me pregunto porque nuestra familia tiene que estar especializada justamente en armas y armamento biológico y químico. ¿Crees que se deba a que está familia tiene una debilidad por alentar el terrorismo y la violencia?
La risa que Patrick suelta es un poco menos que venenosa.
—Eres una Baizen, Rhea. No eres diferente a ninguno de nosotros. Está en tu sangre y eso jamás cambiará. Te hará bien empezar actuar como una Baizen. ¿Lo entiendes?
Físicamente me irrita el comentario de mi hermano, pero al mismo tiempo siento una ola de pánico arrastrar mi cuerpo ante sus palabras.
Está en mi sangre —me repito.
El comentario me toma con la guardia baja.
—Daré una conferencia de prensa en dos semanas —me informa Patrick—. Quiero mostrarle al mundo en lo que he estado trabajando y quiero que estés presente. Toda la familia lo estará. Y no te preocupes, no estarás en el ojo público, pero te quiero ahí.
—Bien, estaré ahí. ¿Algo más?
Mi voz suena robótica y algo derrotada.
—No, hermana. Te espero, verás que esto cambiará nuestras vidas.
—Adiós.
Tenía trece años cuando toda mi vida cambió por completo, los reportes oficiales dijeron que yo no estaba en casa cuando esas personas, quienes buscaban vengarse de mi padre por el desalojo del edificio donde ellos vivían, entraron y agredieron a mi madre hasta la muerte.
Y es que se supone que ese día y a esa hora yo no debía estar en la casa, tenía mis lecciones de equitación, pero la cancelaron a último momento, por lo que regresé a casa, subí a mi habitación y empecé a leer un libro. Aún recuerdo la sensación de las páginas del libro La casa de los espíritus, libro que jamás terminé o he logrado volver a leer. También recuerdo con precisión la forma en que el primer grito de mi madre me hizo sobresaltar y el miedo que recorrió mi cuerpo.
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La última gran dinastía Americana.
RomanceRhea lo odia porque él es un agente federal cuyo trabajo es llevar a la familia de ella a prisión, y Owen la odia porque ella es una abogada de cuello blanco que manipuló un caso y por la cual él perdió su trabajo. Entonces, ¿cómo ambos terminaron...