Epílogo.

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La música suena por la casa y se mezcla con los ruidos que provienen del mar y las aves que vuelan alrededor. La brisa que entra por las puertas dobles es suave y cálida, con ese aroma a sodio natural de la playa.

Es perfecto. Una perfecta mañana normal y perezosa de esas que me gustan, y a las que me he acostumbrado tanto.

Antes de mudarme aquí, solía vivir en un constante estado de muerte súbita. Siempre pensando en todo lo malo que podría pasar. Trabajando sin parar he intentado no cometer ningún error porque sabía lo caro que eso nos podría resultar. Era un cataclismo para la familia y nuestra dinastía, si acaso uno de nosotros, en especial yo, llegábamos a cometer un error.

Ahora esas preocupaciones quedaron en el pasado.

Ya no está en mi mantener aquella dinastía.

Casi después de que el caso contra el agente West terminó, hablé con Arthur y mi madre como ya lo había hecho, y les dije que me alejaría de la familia, no por completo, pero que quería mi espacio. Mi vida. Compré está casa frente a la playa en Rhode Island, cómo siempre quise hacer y me mudé aquí de inmediato. La llamé, casa de vacaciones, tal y como dice la canción y al igual que sus dueños anteriores, camino en la playa en la mañana, doy fiestas y simplemente disfruto el día a día.

—Cariño, es hora de despertar. Vamos. Hay panqueques para el desayuno.

Eso siempre logra conseguir que ella se levante casi en seguida, porque si hay algo que Sofí ama, son los panqueques, creo que ella podría comer eso todo el día si pudiera.

Paso mis dedos por el cabello de Sofí y ella empieza a abrir sus ojos, sonriendo cuando me mira y extiende su mano para tomar la mía.

—Buenos días, pequeña dulzura.

—Buenos días, mami.

Nunca me cansaré de escucharla llamarme de esa manera.

—Es hora de levantarse, vamos. El desayuno espera.

Le doy un beso en su frente y le doy unas palmadas en sus piernas antes de ir a seguir preparando el desayuno.

Hay un suave sonido de un Violín que viene de alguna parte de la casa y pienso en Michael y como ahora enseña música en una pequeña escuela de música.

El recuerdo de su primera clase viene a mi mente.

La suave melodía que sale del violín invade el salón y me hace sonreír al ver la forma en que Michael toca aquel instrumento. Abro mis ojos y veo a sus pequeños estudiantes escuchar con mucha atención mientras algunos mueven la cabeza y otros tratan de imitar los movimientos en violines imaginarios. Cuando Michael termina de interpretar la melodía baja el violín y lo deja sobre sus rodillas.

Los jóvenes estudiantes aplauden emocionados.

—¿Alguien sabe quién escribió esta bella melodía? —pregunta Michael.

Veo a varios alzar la mano.

—Vivaldi —responden todos a coro.

—Muy bien, por hoy la clase ha terminado. No se olviden de practicar la música que aprendimos hoy para la siguiente clase.

Dejo el recuerdo a un lado cuando escucho las pisadas de Sofí y ella corre a mis brazos, teniendo cuidado de no golpear mi vientre redondeado.

—Buenos días, hermanito.

Sofí deja un beso en mi vientre como todos los días.

—¿Dónde está papá, mami?

—Llegara pronto, cariño.

Hay un ramo de lirios en la mesa junto a la puerta en la entrada de la cocina. Sonrío al saber que fue Michael quien los dejó ahí.

Reviso mis mensajes mientras Sofí desayuna y veo que tanto Rony cómo Paul han confirmado para la cena de esta noche.

Una vez que Sofí termina de comer, la llevo a su habitación para bañarla y arreglarla.

—¡Papá!

Sofí salta a los brazos de Michael y este la hace girar en el aire, dejando un beso en su mejilla mientras la acomoda contra su cadera.

Me acerco a Michael y él deja un beso en mi mejilla.

—Estaba arreglando un bote.

—¿Un bote? ¿Es ese tu nuevo pasatiempo?

Él no alcanza a responder porque Sofí quiere saber todo sobre aquel bote y Michael tiene la paciencia de explicarle todo.

Yo me desconecto de la conversación y paso una mano por mi vientre, pensando en cómo cambiará todo cuando nazca este bebé y en como han cambiado nuestra vida para bien.

Me alejo de ellos para atender una llamada de mi madre, evitando sus preguntas sobre cuando puede visitarme. Una vez que finalizo la llamada veo que Michael y Sofí están en la playa, volando una cometa.

Me quito los zapatos y camino hasta donde ellos están. Michael envuelvo sus brazos alrededor de mi cuerpo y coloca sus manos en mi vientre mientras yo descanso mi espalda contra su pecho y dejo caer mi cabeza contra su hombro. Y ambos observamos a Sofí volar su cometa.

—¿Eres feliz, Rhea?

—¿Contigo y nuestros hijos? Siempre.

No necesitamos nada más. Jamás lo necesitamos.

No hay remordimientos por ninguna de nuestras acciones o decisiones pasadas. No hay arrepentimiento por el daño que hemos hecho.

No hay nada más que felicidad por la vida que tenemos ahora y dejando nuestro apellido atrás, nos despedimos de la que una vez fue, nuestra dinastía... La famosa última dinastía Americana.

 La famosa última dinastía Americana

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La última gran dinastía Americana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora