—¿No vas a preguntarme cómo estoy lidiando con la situación?
Rony se gira para enfrentarse a mi mirada y niega con la cabeza.
—No, no estoy aquí para eso.
—Entonces, ¿por qué estás aquí?
—Pensé que podrías necesitar una amiga.
Ladeó la cabeza y levanto una ceja.
—Tú y yo no somos amigas, Rony. Entonces, ¿qué? ¿Vas a preguntar si estoy comiendo y ese tipo de cosas?
—¿Por qué lo haría? Me vas a responder que estás bien. ¿No es eso lo que siempre respondes?
Lo hago y nadie suele cuestionarlo, saben que no soportaré que lo hagan, pero Rony no es como los demás y suele decirme lo que piensa incluso aunque sabe cuál será mi reacción y respuesta.
Es un poco frustrante ver cuánto he dejado que ella se acerque a mí.
—Es porque estoy bien. A diferencia de los demás, yo no me doblego ante las adversidades.
—Pensé que podía ir contigo al funeral, no por ti, por Helena, recuerdo que comentaste que ella no tiene familia y no me parece justo que debas estar sola ahí.
La vida no es justa —quiero decirle, pero en su lugar, solo respondo que sí y Rony me dedica una pequeña sonrisa.
Se que en el fondo no lo hace solo por Helena, pero ninguna de las dos comenta nada y nos dirigimos hacia el cementerio donde Paul nos está esperando, pero al llegar no es solo Paul quien está ahí, también están Owen, Jay, Kara, Lorna y dos hombres que no reconozco, pero uno de ellos es el que estaba con Owen esa noche en el club.
Hay una hermosa corona de flores cerca de la foto de Helena.
—Querían acompañar a Helena —me dice Rony.
No digo nada porque me parece bien, Helena era una buena persona y aunque todos hablan de ella y la ciudad parece odiarla después de lo que hizo Carlo, ella jamás mereció todo ese odio y me alegro que tenga personas que estén acompañándola en su funeral.
Sofia no está porque la trabajadora social no lo creyó prudente, dice que la niña ya ha pasado demasiado y yo no discutí porque se mucho sobre traumas, pero no sobre sanarlos.
—Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás... —comienza el ministro a oficiar el funeral.
Yo a penas y soy consciente de lo que está pasando porque mi mente va hacia el recuerdo de Helena, su sangre en mi piel, su cuerpo muerto sobre mis brazos y el conocimiento de que ella había muerto y yo no pude hacer nada. Igual a lo sucedido con mi madre y mi padre.
—...Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno —finaliza el ministro.
Rony sostiene un hermoso ramo de rosas blancas que deja caer sobre el ataúd mientras este empieza a descender poco a poco. Todos hacen lo mismo y lanzan flores sobre el ataúd de Helena, pero yo no me muevo y solo observo.
Me quedo quieta observando incluso cuando aquel hermoso ataúd ya ha tocado tierra y lo han cubierto con césped y colocado su lápida.
No me muevo incluso cuando todos los demás empiezan a irse.
—Rhea, déjame llevarte a casa —me pide Rony.
Yo muevo mi cabeza.
Mis ojos están fijos en la lápida fría y lo que ahí está escrito porque se siente tan poco, tan nada para la maravilla persona que era Helena.
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La última gran dinastía Americana.
RomanceRhea lo odia porque él es un agente federal cuyo trabajo es llevar a la familia de ella a prisión, y Owen la odia porque ella es una abogada de cuello blanco que manipuló un caso y por la cual él perdió su trabajo. Entonces, ¿cómo ambos terminaron...