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Eilish

Llevo mis brazos hacia mi cabeza y dejo caerla un poco en el respaldo de mi silla, una hermosa silla de cuero marrón. Tengo tantas cosas en mi cabeza que me es difícil tratar de contratarla.

-Señora Oconnell- Escucho por el intercomunicador la voz de Marcia, mi secretaria.

-Dime- apretó el botón para comunicarme con ella.

-La están buscando- Apretó mis dedos índice y medio de cada mano en cada parte de mi sien. No deseaba ver a nadie a menos que sea...

-Que pase- murmuro cuando enfoco mis ojos Azules hacia la puerta.

-Hola Billie- murmura aquella voz profunda. Giro mi silla y me dispongo a observar por el gran ventanal. Hermosa vista.

-Hola- suelto lo más simple posible, sé que le molesta mi actitud seria ¡Pero que esperaba!

-¿No me miraras?- murmura, escucho el leve sonido del sillón delante de mi escritorio.

Tomo una bocanada y me encuentro con mi ex mujer. -¿Qué vienes a buscar Nicole?- pregunto girando para mirarla frente a frente luego de un largo tiempo.

-¿Así es como me recibes?- aquella sonrisa egocéntrica de la que una vez me enamore me causa todo menos un trato afectuoso hacia ella.

-Si- le respondo seco y cortante –Agradece por mi mínimo que te dirijo la palabra- giro de medio lado mi silla y si miro a mi izquierda puedo admirar el paisaje, mientras a que mi derecha puedo verla a ella. Es más que obvio que decidí mirar.

¡Quizás si compro aquel terreno que siempre he querido pueda montar un hotel! Asiento inconsciente.

-¡¡BILLIE!!- dicen un poco alto en mi oficina.

-¡Oh! ¿Aun estas aquí?- digo sin ningún gesto en mi rostro. La oigo resoplar y para mí eso es ganas de largarse, algo que ya debía hacer hecho hace un rato. -¿Qué vienes hacer aquí?- pregunto ahora mirando a mi derecha. Sé que le estoy taladrando el alma con mi mirada pero sus ojos verdes no dejan de reflejar ese frio característico de ella.

-Quería pedirte perdón- dice luego de terminar ella misma, la gran pelea de miradas.

-¿Querías?- suelto una risa sin ganas.

-Billie yo...- sus palabras quedan a medio camino cuando dejo de escucharla.

Vuelvo mi mirada hacia mi izquierda y solo tengo un pensamiento en mente ¿Qué hará Samantha ahora? ¿Estará leyendo o escuchando música? ¿Caminando en un parque o hablando con su madre? En es una idea viene a mi mente y es inevitable evadirla.

-¡¿Me estas escuchando?!-  dice irritada Nicole.

-Si perdonada- Mentira no escuche ni la milésima de lo que dijo.

-Es mentira- murmura –Te conozco de años y no has escuchado- dice sin más.

-Sí, me conoces de años- Le digo ahora mirando fijamente luego de girar mi silla directamente a ella. –Entonces puedes retirarte y dar por zanjado el asunto que ya no tiene y no tienes importancia en mi vida- apunto a la puerta – retírate, estoy ocupada- me levanto y veo de reojo mi chaqueta negra. Acomodo un poco las mangas de mi camisa subiéndolas poco a poco hasta el inicio de mis codos hasta llegar a la puerta.Y la abro para encontrarme con una sorpresa.

-La señorita Samantha acaba de llegar- dice Marcia a un costado de la puerta mientras Samantha no deja de mirar mis ojos, que van directos  Nicole que deja una caricia en mi mejilla, que gracias a mis reflejos evado alejándome.

-Señorita, adelante- digo inclinado mi cabeza hacia ella que esta inmóvil viendo directamente a Nicole –¡¡Retírate!!- digo un poco alto y con un tono un poco molesto causando que las tres mujeres delante de mi den un brinco sutil.

-Nos veremos- dice y sin mirar atrás entra al ascensor.

-Gracias Marcia- digo mientras Samantha pasa a mi oficina sin quitar el fruncimiento de su entrecejo.

Solo a mí, dejo salir un bufido cuando cierro la puerta.

La veo parada mirando hacia la ventana pero desde los asientos delante de mi escritorio. Tomo el valor que he estado perdiendo cuando la tengo cerca.

Quiero admitir que no me siento como una niña queriendo tenerla en mis brazos siempre. Pero al mismo tiempo siento que no debería ser así.

Su edad, mi edad su vida, mi vida, todo lo que nos separa y todo lo que quiero que nos una.

Soy una maldita egoísta ¡Si, lo soy! Para que negar lo innegable, evitar lo inevitable.

Estoy obsesionada con ella, y no encuentro un límite a lo que siento, no puedo detenerlo y me da miedo que ella huya de mí, cuando sepa todo sobre mi persona.

Camino lento y poso una mano en su espalda baja y la veo cerrar sus ojos. –Hola Samantha - le hablo yo, porque siento que no lo haría ella por nada del mundo. La veo tomar una bocanada de aire. Tiene un montón de preguntas que no estoy realmente segura, de poder contestarlas.

-Hola Eilish- es casi un susurro, lentamente la empujo y ella camina hacia la dirección en que la guió. Quedamos frente al gran ventanal.

-¿Te gusta?- pregunto detrás de ella. Llevo tacones y puedo pasar de altura, en la estatura normal ella me debe llegar por mi mentón, pero ahora es casi mi cuello.

Me poso detrás y mis manos van hacia su abdomen inclinándome solo un poco, espera un poco y siento la caricia de sus manos sobre las mías.

-Sí, es hermoso- murmura, llevo mi mirada hacia su rostro y admiro como ella puede observar todo sin perderse de nada. –Una vista preciosa- asiento dejando un beso en su sien.

Ella deja ese miedo que sentí cuando la abrace, y sobre todo la tensión de su cuerpo en el mismo acto.

-Maravillosa, diría yo- comento cerca de su oído. Ella gira su rostro y tiene una ligera sonrisa.

-¿Hablamos de lo mismo?- pregunta.

-Siempre y cuando hablemos de ti- comento sintiendo el roce de sus labios sobre los míos.

-Eilisj- murmura cuando separo un poco mis labios de los suyos. Abro mis ojos y ella aún tiene cerrados los de ella. ¡Es preciosa!

-Samantha- la imito.

-¿Quién era la que estaba contigo?- pregunta, siento un peso enorme aunque no sé exactamente porque.

Vuelvo a tener mi postura detrás de ella y dejo un beso en su sien, me tomo unos minutos mientras acerco mi nariz a su cabello y puedo oler el suave olor a fresas y coco.

Dejo un beso en su coronilla y ella pacientemente espera mi respuesta –Es mi ex mujer- solté suave y lento, casi un murmuro.

La siento tensarse y esperaba eso. No siento nada por Nicole, pero hacer entender eso a otra persona nunca es tan fácil como puede decirse.

𝐒𝐄Ñ𝐎𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora