Amor perdido.

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Las manos del anciano sublimaban el hielo al contacto, lanzando espesas nubes de vapor al cielo iluminado por los incendios alrededor. El enorme volumen de agua y la forma en que había sido congelada le estaban haciendo perder mucho tiempo en sacar al muchachito en su interior, y más que eso, comenzaba a temer que realmente resultara lastimado.

Taeyang era una herramienta que no podía darse el lujo de perder. Lo separaban de él cerca de ocho metros de hielo tan cristalino como denso, y a través de él podía ver la pálida faz del chico, que parecía dormir, remembranza del cruel destino que se llevó al verdadero Taeyang más de un siglo atrás.

Tomoyo se sacudió la cabeza, había perdido el conocimiento sólo unos segundos, y desorientada intentaba recordar por qué estaba al interior de una casa sin fachada, mientras trataba de levantarse de entre los escombros, y se retiraba las astillas que habían quedado enredadas en su cabello. Cuando recobró por completo el conocimiento, vio a Sakura a unos pasos de ella, también tumbada en la duela y parcialmente cubierta con despojos del techo de la casa, y con presteza se dirigió a ella a gatas. No estaba inconsciente, aunque sus ojos estaban cerrados, aparentemente pasando por mucho dolor, y no parecía capaz de levantarse.

—¡Sakura! ¿Estás bien?
—No es nada, estaré bien en unos minutos... —dijo la muchacha, mientras trataba de sentarse. Cuando finalmente lo logró, pudo ver a través del muro derribado al hechicero derritiendo la prisión del niño dragón—. Tomoyo, tenemos que cambiar nuestra estrategia...
—¿Qué tienes en mente?
—Debes escapar.
—¿Qué? ¡Claro que no! ¡Estamos juntas en esto!
—Lo sé... yo trataré de volver al templo y asegurarme de que Xiao-Lang esté a salvo, allá esperaré a que llegues con ayuda, también crearé una distracción con la que mantendré ocupados al hechicero y al chico, y eso también dará tiempo para que crees una barrera que proteja a los pobladores mientras peleamos con ellos.

 yo trataré de volver al templo y asegurarme de que Xiao-Lang esté a salvo, allá esperaré a que llegues con ayuda, también crearé una distracción con la que mantendré ocupados al hechicero y al chico, y eso también dará tiempo para que crees una b...

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—Eso no es un plan, estás herida y no sé siquiera si es de gravedad, no puedes luchar tú sola contra ese monstruo si estás luchando con ponerte de pie.
—Confía en mí. No tendré que luchar yo directamente con él... el plan te dará tiempo a ti para hacer lo que te pido y a mí para recuperarme aunque sea un poco hasta que nos encontremos de nuevo.

La maestra de cartas sonrió, pero la sacerdotisa no pudo corresponder al gesto. Miró al hechicero aún en faena y evaluó su situación. Aunque quisiera quedarse al lado de ella a pelear, ciertamente no podrían vencer a ese par con sus fuerzas actuales.

—De acuerdo... pero hazme un favor: no te vayas a morir.
—Hecho. ¡Ve!

Tomoyo corrió agazapada para no ser vista hacia la puerta posterior de la casa, Sakura esperó un minuto o dos a no escucharla más para concentrarse en su cetro, y tal como era su costumbre, tomó una actitud amable con él, como si le hablara a una persona de verdad.

—Necesito que me ayudes una vez más... ¿lo harás? —La estrella de seis puntas dio un diminuto resplandor a modo de confirmación—. Muchas gracias. Esta vez, dos de ustedes deberán trabajar juntas. Buena suerte... —Tomó aire, pero debía susurrar el nombre de las cartas para no delatarse.

Gesta De La Hechicera y el Gaijin (2da ED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora