Intermedio: Punto de crisis.

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Sin importar cuán poderosa fuera, su edad o experiencia, un cuerpo humano tenía limitaciones. Tratar de generar y usar tanta magia en un único momento la destruiría, y probablemente a todos los que estuvieran cerca de ella. Sin embargo, entre ella y Li podían intentar manipular una fuente externa de magia... El recuerdo de esa conclusión hizo que Sakura se volviera a poner de pie casi de un salto.

—¡Sólo deben resistir un poco más! —exclamó de pronto a los gemelos—. Tal como le dije a su padre, yo me haré cargo de ustedes desde ahora... ¡tómense de las manos! —Sin terminar de comprender, y aún víctimas del dolor que el Gi escapando de ellos les provocaba, hicieron caso. Sakura los apuntó con el cetro, en aquel ritual mágico tan bien conocido.

La energía vital contenida en los gemelos los abandonó por completo, y se unió al maremagno que con cada vez más violencia se arremolinaba alrededor de ellos, y unos segundos después, a la orden de "Consolídate" de Sakura, fueron convertidos a cristal. Sakura gesticuló sin tomar la carta resultante, que se sepultó en la tierra, debajo sus pies, y rezó para que eso pudiera mantenerlos a salvo si es que ella fallaba.

—Es nuestro turno, Xiao-Lang —dijo con voz en grito, para que sobresaliera entre el ruido del remolino alrededor de ellos.

Él no tuvo necesidad de preguntar, entendió perfectamente de qué se trataba, con determinación tomó la mano de Sakura, y se miraron con intensidad por algunos segundos.

—¿Listo?
—Sí.

Con la mano que mantenían libre levantaron el Cetro de la Estrella y Wu Xing, haciendo que se tocaran, logrando un efecto que estremeció aún más el mar de energía sobre ellos. Siguieron los simples, pero demandantes pasos que Tomoyo le había dado a Sakura algún tiempo atrás, con las esperanzas de que funcionaran. La luz se volvió deslumbrante, y una extraña sensación semejante a la ausencia de gravedad se apoderó de ellos.

Al intento, lo siguió el agotamiento de ambos, y vino el sueño en su auxilio. Decir que había salido bien o mal, habría sido audaz, al menos en ese momento.

Aquel era uno de los posibles resultados desde el principio: la muerte bien podría ser únicamente un vacío. Estar bajo el influjo de alguna droga, o estar en coma, podría ser considerado por algunos como la experiencia máxima de la muerte. Había, sin embargo, quienes sostenían la teoría de que era sólo una pausa, consistente en un tiempo que de tan breve, resultaría despreciable, antes de que el afectado retomara su destino una vez superada la vida terrenal. Ni la ciencia ni la magia tenían respuesta aún para ese cuestionamiento, tal vez el error epistemológico de ambas posturas era su búsqueda de la respuesta por separado.

El punto de ese razonamiento era, independientemente de los resultados, que una pausa semejante en la continuidad de pensamientos fue experimentada por Sakura y Xiao-Lang simultáneamente, lo que les daba una sensación extrañamente familiar por un ínfimo instante, mientras quedaban suspendidos en el vacío. Por un segundo o por una vida, era difícil realmente establecer la duración, y flotaron en el espacio, en un universo sin tiempo, donde lo único que sus mentes eran capaces de procesar era la sensación de sus dedos entrelazados.

Era pacífico, idílico, y en su minimalismo, muy hermoso. Tomoyo le advirtió que eso pasaría. Enamorarse del vacío representaría la desaparición en él, el regreso al infinito, la renuncia última.

Pero no sería ese día. Había muchas cosas aún por hacer.

Él dio un apretón, lo que hizo que ella recordara que esa mano estaba unida al resto de su cuerpo... la relajante sensación desaparecía en proporción inversa a su redescubrimiento de las barreras físicas que separaban su espíritu de la nada... del mismo modo que la obscuridad iba cediendo ante el regreso de la luz, el sentido y la consciencia.

—¿Sakura? —se escuchó en una voz femenina, que aunque ella no reconoció, le pareció increíblemente familiar—. ¡Sakura!

Ante la insistencia, la chica abrió los ojos.

Confundida, comenzó a levantarse hasta quedar sentada. Sus dedos seguían entrelazados con los de su lobo, y compartieron una mirada repleta de incertidumbre, una que gritaba a todo pulmón la pregunta que los estaba enloqueciendo: "¿estamos muertos?".

—No, no lo están —les recordó de su presencia con voz suave la misma mujer que los despertó en primer lugar.

Se pusieron de pie, y ante ellos, en aquel espacio obscuro y plagado de estrellas, un par de personas los miraban, o al menos eso podían asumir dada su posición

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Se pusieron de pie, y ante ellos, en aquel espacio obscuro y plagado de estrellas, un par de personas los miraban, o al menos eso podían asumir dada su posición. Un hombre y una mujer, aunque sólo sus siluetas eran visibles debido a la luz detrás de ellos.

—Esta es sólo una pequeña pausa, un espacio fuera del tiempo, un lugar ideal para un brevísimo descanso —dijo el varón, con voz jovial

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—Esta es sólo una pequeña pausa, un espacio fuera del tiempo, un lugar ideal para un brevísimo descanso —dijo el varón, con voz jovial.
—Y también es el lugar donde se toman las decisiones más importantes —complementó la mujer.
—¿Qué deberíamos elegir? —preguntó Sakura, aún sin entender ni un poco lo que aquella extraña pareja trataba de explicarle.
—Qué es lo que van a hacer a continuación.
—Supongo que debemos seguir adelante, ¿no? —se resignó Xiao-Lang, con los recuerdos vívidos en la mente de la vez que, por su enfermedad, dialogó con la Muerte misma. Y aunque para ese momento no le hubiera sorprendido que ese escenario se repitiera, lo cierto era que aquellos entes no tenían la misma presencia.
—Ese podría ser un camino, querido —le respondió la mujer, condescendiente—. No sólo se trata de vivir o morir, hay un abanico infinito de posibilidades cuando llegas a este lugar, pero yo les plantearía dos.

Al término de esa oración, la mujer buscó dentro de su capa, y puso ambas manos frente a los chicos.

En la derecha sostenía el móvil de Sakura.

En la izquierda llevaba un pergamino Amamiya.

La metáfora era clara, y la elección los llevaría a uno de dos posibles destinos finales.

Sakura apretó la mano de Xiao-Lang, y compartieron un nuevo diálogo sin palabras. Ambos estaban dubitativos, pero en el ámbar de los ojos de él, se podía leer que era de Sakura la decisión.

Sakura tomó el móvil.

Sakura tomó el móvil

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Gesta De La Hechicera y el Gaijin (2da ED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora