Capítulo 11

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Aux accidents atmosphériques les plus surprenants
Un couple de jeunesse s'isole sur l'arche,
—Est-ce ancienne sauvagerie qu'on pardonne?—
Et chante et se poste.

Un vínculo de sangre no siempre es relevante en la vida de una persona.

Hay aquellos que comparten los mismos padres y no tienen el impacto que otras vidas externas al vínculo familiar le brindan. Eso se ve perfectamente reflejado en el sistema de la Esteban Echeverría, donde la mayoría de los alumnos que han adoptado un hermano menor en calidad de guía universitaria, construyen lazos que incluso pueden trascender en el tiempo. A pesar de los años y la distancia, en algunos casos, la comunicación con sus hermanos mayores se propaga a través de cartas que son leídas en los más variados ámbitos. En el escritorio de un despacho, en una Sala de Estar rodeado por una familia ya constituida, o en algún recóndito lugar del globo, a donde sus pasos lo han llevado para desarrollar sus talentos en tierras extranjeras.

Diego dobla y coloca cuidadosamente la carta en el sobre que recibió de Hernán Jorge Crespo Arrúe, tras dos meses de silencio. Su querido hermano mayor se graduó el año pasado, dejando en sus hombros la responsabilidad del clan Myrtaceae. Obligación que honra con el más alto nivel de amor por la institución y sus compañeros. Un sentimiento compartido por todas las precedentes generaciones del Consejo Estudiantil.

Placente guarda aquellas palabras escritas en el bolsillo interno de su saco. Su mano permanece apoyada sobre su corazón por unos instantes y sonríe, antes de proceder con las actividades que le competen.

Pablo y Lionel estrechan su relación día tras día. El mayor ya se conoce perfectamente los horarios de las clases del menor y lo espera afuera siempre que puede. Raros son los días en los que Aimar se encuentra solo en la puerta del salón, deseando que por el pasillo se aproxime la figura alta y de negros cabellos ondulados sonriendo sólo para él. Cada gesto y palabra entre ambos se construye como un puente de comunicación único, con códigos que solo ellos conocen. Para Pablo, despertar sabiendo que Lionel Scaloni Lasala existe en esta vida al mismo tiempo que él respira, se ha convertido en una fuerza superior que lo impulsa a vivir cada día con más ganas.

Sentados en sus lugares, los miembros del Consejo estudian los proyectos a futuro. Scaloni toma la palabra y sugiere algunos cambios en las ideas que comentó Lisandro. El joven Aimar aprovecha para observarlo, una vez más, como un hábito al que se entrega sin resistencia alguna. La manera en que sus labios se mueven al hablar, su manía de gesticular con sus manos para poner énfasis en sus opiniones. Como Febo acaricia su renegrido cabello con su luz matutina, tal vez celoso de la belleza humana a la que ni Cipariso ni ningún otro de sus amantes podrían aspirar siquiera. Su nariz, recta y perfecta que le proporciona un aire de solemnidad y elegancia jamás vista en otros hombres, al menos no que tenga registro en su memoria.

Luego de la reunión, Lionel toma el brazo de Pablo antes de salir del Palacio de los Árboles para retenerlo un momento, y así poder alejarlo del resto del grupo caminando frente a ellos.

"¿Cómo vas con Análisis Matemático? ¿Necesitás ayuda con esa clase?" consulta el mayor.

Pablo se detiene para enfrentarlo completamente, en sus labios una tenue sonrisa cargada de afecto. "No, por ahora voy bien. Pero si necesito tu ayuda, no dudes en que voy a pedírtela."

La unión indisoluble entre ambos es palpable incluso en sus silencios, dentro de los cuales se tejen infinitas conexiones sin siquiera pensarlo. Scaloni asiente.

"¿Estás muy ocupado este fin de semana? Salgamos a tomar algo," Aimar se muerde el labio inferior. "Al lugar que elijas."

"Hm." Lionel frunce sus labios hacia un costado y cierra un ojo, pensativo. "Creo que prefiero caminar con vos por el Rosedal. Tomar aire, disfrutar del aroma de las flores y charlar ¿Puede ser?"

La Eternidad (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora