Capítulo 23

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Mon Rêve s'aboucha souvent à sa ventouse;
Mon âme, du coït matériel jalouse,
En fit son larmier fauve et son nid de sanglots.

Los colores del campo se apagan en la noche para darle lugar a la calidez del interior de los cuartos. Las luces de las lámparas a los lados de la cama propagan ese ambiente etéreo que casi se puede palpitar con la punta de los dedos. Allí, frente a la cama con el mosquitero ya bajo, la figura pálida y fantasmagórica de Pablo completamente desnudo se recorta contra las penumbras de la habitación de Lionel.

Aimar esboza una tímida sonrisa que es correspondida por el otro hombre en la cama. El libro de poemas, cerrado, se deposita lejos y el mayor se pone de pie para encaminarse hacia el más joven. Los dígitos de Scaloni se apoyan sobre los labios rosados y suaves, recorriéndolos con las yemas delicadamente. Los ojos de Pablo no dejan los de su amante, observándolo en silencio mientras Lionel se toma su tiempo para estudiar cada rincón de su rostro en detalle, a pesar las veces que lo ha hecho anteriormente cuando lo ha besado en reiteradas oportunidades. Este espacio, esta noche y este aire que respiran les pertenece a ellos y a nadie más. Meses esperando este momento. Con ansiedad. Con miedo. Con deseo.

Pablo cierra sus ojos dejando que su mejilla repose en la palma de Lionel mientras lo acaricia. Repentinamente, el más alto lo sorprende tomándolo en sus brazos y cargándolo hasta la cama. Aimar ríe un poco y se sonroja cuando lo deposita sobre las sábanas. Sin dejar de mirarlo, Scaloni comienza a levantarse su camiseta sin mangas para dejarla caer fuera de la cama. El tul alrededor se asemeja a los pliegues de una medusa en el mar, cubriéndolos en su intimidad.

Los dedos de Pablo se elevan hasta posarse sobre el pecho de Lionel. Tímidamente comienza a recorrer sus pectorales, sintiendo la piel tibia bajo sus dígitos. Pablo memoriza la ubicación de algunos lunares esparcidos por aquí y allá, muchos menos que los que adornan su propia piel. Una cosa es matarse a besos por arrebato y otra muy distinta es tener toda la noche y varios días por delante para descubrir sus cuerpos por completo, con paciencia y a gusto. Por su parte, Scaloni también se toma su tiempo para tocarlo, trazando la forma en v entre sus pectorales y jugando con un rosado pezón bajo su dedo pulgar. Ante el sutil roce, Aimar deja que un suave quejido escape su garganta, flexionando una de sus piernas, instintivamente.

Fueron incontables las noches soñando este momento. Tantas fantasías de sentir las manos de Lionel sobre su anatomía sin restricciones, sin ojos mirándolos o juzgándolos. No quiere ni puede darse el lujo de perder detalle de cada segundo de esta noche única e inaugural en su relación.

Lentamente, los labios tibios de Scaloni se posan sobre los de Pablo mientras su mano viaja hacia las zonas sur de su cuerpo. Las pestañas de Aimar descienden hasta que su visión se oscurece y se deja transportar por el torrente de sensaciones que lo invaden. Todo es dulzura, una mezcla de aromas que inundan sus sentidos. El olor del pasto momentos cercanos al crepúsculo todavía latente en el aire. Los almácigos de lavanda frente a la estancia para aromatizar las habitaciones con la brisa de la noche. El jabón fresco aún perfumando la piel de Pablo. El joven hunde sus dedos en las ondas del cabello del mayor y lo atrae hacia él sobre la cama. Sus cuerpos desnudos se encuentran al fin, tocándose, rozándose, descubriéndose.

Largos y elegantes dedos se posan sobre el delicado sexo del joven Aimar, tentándolo, despertando su curiosidad. Pablo gime mientras se besan. La boca de Lionel comienza a descender hacia su cuello, dejando sutiles marcas sobre la piel clara y minada de lunares. El chico se arquea ante sus atenciones sobre la cama, excitado por cada milímetro de su dermis que se encuentra con las manos de Scaloni. Lo pleno de compartir un alma en dos cuerpos distintos se traduce en caricias que llegan a despertar sentimientos que no pensaron podrían conjurar hacia otra persona. Pablo ha tenido intimidad con otros jóvenes, nunca llegando a la penetración, pero ha experimentado un cierto número de veces para poder darse cuenta de una realidad indiscutible. Nadie, absolutamente nadie se puede comparar con lo que Lionel Scaloni Lasala le genera. No es un enamoramiento adolescente o una calentura de berretín. Es un cántaro de emociones que se derraman sin pausa cada vez que están cerca. Es la respuesta a un acertijo al que toda su vida se sometió y ahora puede ver con total claridad.

La Eternidad (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora