Capítulo 27

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Quelqu'un dira le grand Amour,
voleur des sombres indulgences.

Rezó para que este día no llegase, porque marcaría el inicio del final.

Uno en el transcurso de sus días no cae en el verdadero significado del ciclo de la vida. Nadie se prepara para los golpes fuertes que caen como dados en un tablero al que ni siquiera podemos mirar. Cada faceta, una prueba distinta que debemos sortear, como sea. Jamás escucharemos a alguien diciendo 'ayer estaba pensando en cómo voy a reaccionar a la muerte de mis padres' o 'esta tarde me estuve preparando para cuando tenga que decidir mi destino, el cual aún no conozco.' La dimensión de esas cosas no se planifica. Se vive. Se sufre. Se aprende.

Se pasa.

Una graduación es un evento que se repite cíclicamente a lo largo de la historia de una institución educativa. No hay concepto más raso que ese para entender. Si vamos a lo más intrínseco del asunto, es una infinita lista de nombres y números que pasan uno tras otro para darle lugar a una nueva generación. Pero ese frío dato para Pablo no significa nada.

La ceremonia de este ciclo significa que ya no verá a Lionel por quién sabe cuanto tiempo.

Según sus planes, será un año. Pero Aimar no es tan optimista como su pareja. Hará su mejor esfuerzo para graduarse él también en tiempo récord y obtener su título para dejar feliz a su familia. Pero de ahí a poder concretar la segunda parte del plan, las posibilidades de que todo salga bien se hacen borrosas. Una batalla en la que necesitará de toda su fuerza y valentía para enfrentar a su padre. Porque el resto de su familia seguramente apoyaría la idea, pero como en cualquier familia, la decisión del patriarca es la final.

Vuelve a la realidad cuando Julián a su lado lo sacude del brazo durante la reunión del Consejo. Pablo asiente y regresa a su hoja, tildando las cosas que tienen que terminar esta semana antes del día oficial. Hay un ítem en especial que lo preocupa.

"Al final no dijimos quién va a decir el discurso para los graduados."

Julián y Emiliano se miran y entrecierran los ojos. Es más que claro que ya lo decidieron de antemano.

"Pensamos que vos serías el más indicado para eso," sugiere Álvarez Unzué.

"¿Yo?" Aimar arquea las cejas. "¿Por qué?"

"Porque sos el que tiene una relación mucho más cercana con su hermano mayor que nosotros," responde Martínez, como si de un hecho factual se tratase.

Un cierto rubor se eleva por sus mejillas. Sabe que sus amigos se refieren a su vínculo de manera sincera e inocente, pero por otro lado no puede evitar que la verdad aflore por cada uno de sus poros cada vez que están juntos.

"Es igual para ustedes, pero bueno voy a ver qué hago."

Se supone que un discurso no debería ser tan difícil. Tiene una cierta habilidad para las letras y eso se nota en los juegos que disfruta con sus amigos, escribiendo tangos que jamás sonarán en ninguna orquesta. Poner en palabras lo que lleva en su interior para todo el cuerpo estudiantil que se gradúa no es tarea sencilla. Si vamos a ser sinceros, apenas si entabló palabra con algunos excepto Lionel, Lisandro y Paulo. Así que, lo que tenga que plasmar en esa hoja será algo vacío y general, lo cual lo haría sonar como un farsante.

Bollo tras bollo de papel son arrojados al cesto metálico de la basura. Reformula frases, cambia palabras que suenan demasiado pretenciosas y otras simplemente estúpidas. Luego de tres días, sostiene el manuscrito en sus manos, releyéndolo por decimoquinta vez, medianamente satisfecho con el resultado.

La Eternidad (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora