Capítulo 28

86 14 12
                                    


Non, plus ces boissons pures,
ces fleurs d'eau pour verres ;
légendes ni figures
ne me désaltèrent.

Una hoja en blanco pierde su pureza una vez que la tinta de la pluma se arrastra sobre su pulcra superficie. Símbolos y garabatos, anhelos y lágrimas que manchan las palabras, confesiones y despedidas.

Toda la semana previa al día clave, Pablo sufrió de horrendos dolores de estómago, producto de los nervios. Apenas respondía a las preguntas que sus padres formulaban en la mesa familiar durante las comidas. Tampoco le importaban las quejas de su hermana mayor por las formas esclavizantes en la que es sometida debido a la naturaleza de su sexo en sociedad. Ni siquiera le prestó atención a Nané cuando le insistió todo un día entero para que jugaran a la pelota en el jardín. El joven tan solo permaneció abstraído en su mundo observando como todo seguía su curso a su alrededor. Como el sol se ponía y volvía a salir cada mañana. El movimiento constante de las hojas de los árboles mecidas por la brisa. Las flores siguiendo obedientemente la ruta de la luz del astro dorado en el cielo. Las afanosas hormigas en su diaria y ajetreada rutina cargando hojitas y alimento para su hogar.

El globo sigue girando. Y él tan solo quería detenerlo por un instante más.

Pero todo se termina allí.

En esos escasos metros de empedrado del puerto.

Los Scaloni Lasala no paran de bombardear al viajero con consejos y recordatorios sobre trámites que debe completar apenas pise tierra italiana. Los baúles de Lionel se apilan al costado, junto al resto del equipaje de los demás pasajeros. Lentamente, los bultos se van cargando con las grúas al buque mientras los marineros fuman su último cigarrillo en tierra antes de zarpar. De las chimeneas de la nave se elevan nubes negras del carbón que se quema en las calderas, y los niños y niñas sostienen sus muñecos en sus manos con fuerza, temerosos de perderlos en el ajetreo del abordaje. Corina tironea de la mano de Mauro para alejarse, rasgo típico de su curiosa naturaleza. Ignora la real importancia de esta despedida.

Será la última vez que vea a su hermano en vida.

Pablo rasca el interior de los bolsillos de sus pantalones para hacer algo con sus manos. Sobre sus hombros pesa el dolor de una partida que aún no sucedió, pero que duele de igual manera. Nadie del Consejo vino a despedirlo. Fue un pedido explícito de Scaloni para poder darle su absoluta atención a su amante en un momento tan crítico. Aimar deja que su mirada se pierda en las movedizas olas del Río de la Plata que golpean una y otra vez contra la dársena de piedra.

Sus ojos brillan.

Pero su piel sigue seca, sin lágrimas.

"El tío Giancarlo va a estar esperándote aproximadamente el día que llegues. De todas formas, hay gente de su entorno que lo alertará de tu arribo en caso que no se encuentre en ese momento," comunica el patriarca a su vástago, palmeando su espalda.

"Sí, padre."

"La tía Carlota tiene mucha paciencia y sé que te cuidará bien," agrega su madre, mordiéndose los pintados labios y aguantando el llanto. Siempre es difícil dejar ir a un hijo al extranjero. Pero quizá, el instinto de madre hace que Eulalia sospeche algo del destino real de su hijo. Lo atrae a sus cálidos brazos y lo envuelve en un dulce abrazo de despedida. Sus ojos se cierran, disfrutando de los últimos momentos que tendrá con su niño predilecto.

Luego de soltarse de su madre, Lionel gira para buscar a su pequeña hermana, muy entretenida mirando en la distancia las marionetas de un titiritero que entretiene a los niños no muy lejos de allí. Scaloni se aproxima y se arrodilla junto a ella, tomándola de sus regordetes cachetes.

La Eternidad (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora