Capítulo 12

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Tu fermeras l'oeil, pour ne point voir, par la glace,
Grimacer les ombres des soirs,
Ces monstruosités hargneuses, populace
De démons noirs et de loups noirs.

Todo hecho que acarrea un cierto grado de felicidad conlleva a ciertos sacrificios.

Ser el feuille de Lionel significa acatar indiscutibles obligaciones como, por ejemplo, aceptar todas, o al menos la mayoría, de las invitaciones que la familia Scaloni Lasala le hace para reuniones sociales. Como, por ejemplo, lo que sucedió con la gala de música del Jockey Club. El joven Aimar prácticamente se ha convertido en un miembro 'postizo' de la familia y como tal, es menester que asista a las salidas familiares importantes. La familia de Pablo se encuentra encantada, ya que a través de este tipo de encuentros se pueden cosechar grandes alianzas para futuros negocios. Así es como sus padres se conocieron, y sus abuelos, y así, tantas generaciones hacia el pasado.

De todas formas, el joven se encuentra tan incómodo en un evento formal como si le estuviesen haciendo cosquillas en un velorio. Pero por su hermano, hace tripa corazón y accede a los pedidos.

La noche los encuentra en las escalinatas centrales del Teatro Colón, vestidos de riguroso frac y caminando lentamente hacia el palco que los Scaloni Lasala reservan todos los años con el gran abono de la temporada. Palco balcón centro, dos hacia la izquierda del Palco Presidencial. La ocasión es el suceso más aburrido del mundo. Un homenaje que se le hace al Rey italiano Víctor Manuel III por sus veinticinco años de reinado, pero claro, en el recinto se encuentra presente el mismísimo presidente de la Nación y todos quieren que Marcelo Torcuato de Alvear los june con una miradita o un saludo de su laureada mano. Ridículos. Al joven Aimar la situación le parece irrisoria, como si el tipo fuese a tener un romance con los platudos que lo rodean. Son tan solo números, súbditos que agachan la cabeza y dejan que las barbaridades sucedan sin pudor alguno.

Como la matanza de la Patagonia.

Y la muerte de Gabriel y su padre.

Pablo se sienta junto a Lionel y resopla. El moño negro le ajusta demasiado en la garganta y no hay manera de aflojarlo para que le pique menos. Scaloni lo nota y gira un poco para aflojarle el nudo detrás, acercándose un poco al muchacho. Pablo no puede evitar que su rostro se ilumine ante la cercanía, pero intenta desviar la situación hacia otro lado, redirigiendo su atención a uno de los ángeles de mármol de Carrara reposando sobre una de las columnas corintias de la gran sala. Cualquier cosa con tal de que el rubor de sus mejillas se calme un poco. "¿Corina se quedó en casa?"

"Sí, era muy tarde para la petisa. Además se iba a aburrir horriblemente," responde Lionel, terminando su obra y ajustando con unos suaves tironcitos el moño. "Perfecto."

"¿Te contaron que Corina me empezó a acusar de ladrón por el broche?" pregunta Pablo, pasando sus dedos sobre el ítem en cuestión sobre su solapa. Jamás lo deja de usar en ocasiones en las que se encuentran o durante las clases en la Esteban Echeverría. Lo lleva con orgullo. Es un sentido de pertenencia que ama.

"Me contó Mauro," responde risueño. "Pero después hicieron buenas migas porque te pidió que la llevaras detrás de bambalinas ¿no?"

"Sí, es un primor." Pablo extiende sus labios en una dulce sonrisa, evocando la pequeña manita tomada de la suya mientras lo iban a buscar. "Por lo que deduzco, sos su hermano favorito."

"Puede ser. Soy el del medio, y para mi siempre fue mi bebé. Cuando mi madre nos la presentó, el primero que la cargó en brazos fui yo y desde ese momento no me separé ni un segundo de ella." Scaloni desvía la mirada hacia el imponente cortinado del Colón. "Algún día será una hermosa dama."

La Eternidad (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora