La Eternidad (Scaloni x Aimar)

Capítulo 19

Un faune effaré montre ses deux yeux
Et mord les fleurs rouges de ses dents blanches
Brunie et sanglante ainsi qu'un vin vieux
Sa lèvre éclate en rires sous les branches.

"¡¿Cómo?!"

La noticia cae como bomba en la oficina del Consejo Estudiantil. Julián alcanza a abarajar la bandeja con el café antes que Emiliano la deje caer por la sorpresa. Lionel abre la boca como una gran 'o' junto a Pablo que lo imita y Lautaro ríe, divertido. Paulo se lleva la mano a la boca por un momento y luego sonríe ampliamente.

"¡Felicidades! ¡Esto hay que festejarlo!" acota sonriente el flamante Racine Quercus.

"¡Momento, momento! ¿Cómo es esto de que te vas a casar?" pregunta Emiliano aún con la bandeja en la mano. Julián finalmente se la quita para mayor seguridad.

Diego Placente Anchorena abre sus manos encogiéndose de hombros. "¿Tan raro es? De principio, me comprometí."

Scaloni se pone de pie y lentamente se acerca a su hermano mayor con una amplia sonrisa en sus labios. "Lo lograste... por fin..." balbucea antes de abrazarlo fuertemente.

Aimar observa la escena sin entender absolutamente nada.

"La señorita en cuestión es Julieta Rubinstein, por eso el alboroto," explica Lautaro a Pablo con un guiño del ojo.

"¿Y qué problema...? Ah... claro."

Los Rubinstein pertenecen a una de las familias judías más acaudaladas de Buenos Aires, pero la familia de Diego es Anchorena y netamente católica. Los matrimonios mixtos están básicamente prohibidos y mal vistos por la sociedad, además de dichas facciones religiosas. Diego ha tenido que sortear muchísimos obstáculos para poder concretar este arreglo matrimonial junto a su amada, sin lugar a dudas. Especialmente porque los Anchorena son sumamente devotos y es conocido su desagrado ante la mera idea que uno de sus miembros se vincule con cualquier individuo de otra religión.

"¿Y... cómo van a hacer?" pregunta Pablo inocentemente.

"Una boda mixta en los jardines de nuestro hogar," explica Placente con total tranquilidad. "Con un rabino y un cura, ya que no podemos compartir iglesia o sinagoga. Pero para eso falta, recién afianzamos el compromiso y logramos la aprobación de nuestros padres. Y sí, como dijo, Paulo, hay que festejarlo. Los invito a todos a la casa del Delta, nosotros solos, para disfrutar un poco el verde y salir de la urbe."

"¡Sí! ¡Vamos!" grita Julián, extasiado.

"Hagamos un buen asado y tomemos hasta reventar," sugiere Lisandro, fregando sus palmas.

"Podemos pescar también. Ya está fresco para tirarse al río, pero sí, vamos ¿qué opinan?" pregunta Diego al resto.

Los jóvenes aceptan gustosamente y la reunión termina media hora después. Lionel regresa caminando junto a Pablo, Walter y el Ratón. Los dos últimos caminan un poco más atrás, dejando que la parejita converse tranquila sobre los planes del fin de semana. Dos días disfrutando del sol y la naturaleza con amigos suena como el mejor plan para aflojar un poco la tensión de los exámenes y los últimos acontecimientos.

...

"¿Y si me olvido de algo?" Julián frunce el ceño, mirando los tres bultos que acarrea para tan solo un fin de semana.

"Dejate de joder. Ya revisamos todo cinco veces anoche antes de que nos fuésemos a dormir," responde Paulo, suspirando.

La Fluvial está atestada de gente esperando los barcos a vapor para abordarlos y arribar a sus destinos. Los Anchorena tienen su propia embarcación para navegar, pero por cuestiones de practicidad, Diego prefirió que tomaran uno de los tantos que recorren el Delta, dejando a sus habitantes en el muelle de cada Villa. Pablo está sumamente entusiasmado con todo. Es la primera vez que visitará una casa isleña, puesto que su familia no posee una por no interesarse demasiado en la vida más allá de los bulevares porteños.