Epílogo

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Once años después de la boda.

Los rayos del sol atravesaban las blancas cortinas de una habitación en la mansión Malfoy. En aquella habitación se encontraban dos pelirrojos durmiendo plácidamente, sin ninguna preocupación o problema que los atormentara.

Todo en el lugar era cálido y tranquilo, por lo que las dos bolsas de agua que se encontraban colgando sobre la cabeza de cada pelirrojo, indicaba que algo estaba apuntó de romper la paz en la habitación.

—Ahora... —ordenó en un susurro un niño rubio que parecía bastante molesto.

Segundos después de la orden del niño, las dos bolsas de agua se rompieron mojando y despertando a los gemelos Weasley.

Cuando despertaron, Fred y George lo primero que escucharon fueron unas carcajadas y el sonido de personas corriendo por las escaleras. Empezaron a preocuparse cuando lo primero que vieron fue a un niño rubio con los brazos cruzados mirándolos molesto.

—Scorpius hijo mío... ¿Pasó algo? —saludo Fred a su hijo mayor que seguía sin decirles ninguna palabra.

Scorpius Weasley Malfoy, era el primer hijo de los gemelos Weasley y Draco Malfoy. El niño era la viva imagen de Draco cuando tenía once años. Tenía su mismo color de cabello, su misma piel, sus mismos ojos, en personalidad era más parecido a Draco que a Fred y a George.

—Papá... Padre... —dijo Scorpius causando escalofríos en ambos hombres—. Veo que se les olvido algo muy importante... Hoy es mi primer día en Hogwarts, y mi papi esta muy molesto porque lleva desde temprano levantado y no a recibido ayuda de sus adorados esposos así que me mando a a despertarlos... y ya saben lo que eso significa —menciono antes de salir de la habitación de sus padres para empezar a bajar las escaleras.

Fred y George se miraron por un momento hasta que reaccionaron y se levantaron rápido de la cama, corriendo de un lado a otro buscando la ropa que debían ponerse para luego luchar por quien se bañaria primero.

No querían hacer esperar más tiempo a Draco, y mucho menos a Scorpius que a simple vista se notaba que ya habían perdido la paciencia. El niño era definitivamente igual a Draco, de tal palo tal astilla.

...

Mientras una pequeña guerra ocurría en la segunda planta de la mansión Malfoy, en el salón de la mansión había una gran tranquilidad y silencio.

—¡Papi! —gritaron al mismo tiempo dos  pelirrojas que corrieron emocionadas a los brazos de Draco, quien se encontraba sentado en uno de los sillones del salón.

—Lucía, Molly, ¿hicieron lo que les pedí? —preguntó Draco a sus dos hijas.

Lucia y Molly Weasley Malfoy eran las gemelas que Draco había dado a luz, las dos niñas tenían un hermoso cabello pelirrojo y pecas en sus rostros al igual que Fred y George, pero tenían los ojos grises de Draco. En personalidad para nadie era difícil de notar que el par de hermanas eran iguales a Fred y a George, esas dos niñas eran las bromistas de la familia.

—Claro que sí papi, mis padres no tardarán en bajar —respondió Lucía contenta por la broma que hace unos minutos le había hecho a sus padres.

—Scorpius se quedó hablando con ellos, de seguro los está regañando —insinuó Molly truzandose de brazos para imitar a Scorpius.

Las gemelas se rieron junto con Draco. Él adoraba a ese par de gemelas que eran la viva imagen de Fred y George, solo que en versión femenina.

Las dos niñas solían hacerle varias bromas a Scorpius e incluso a Fred y a George. Sus hermosas hijas ya le habían revelado que tenían una meta en la vida, ser igual a sus padres en su época de estudiantes.

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