El teléfono sonó una y otra vez, pero él no tomó la llamada, se quedó en la cama mirando el techo, jamás había estado tan derrotado, en ese momento, nada le importaba.
Su móvil volvió a sonar pero esta vez no era el de la empresa, sinó que era su móvil personal anunciando una llamada de Luna, se frotó los ojos con los dedos, dándose de cuenta que hasta ese instante ni siquiera se había acordado de ella.
_ Hola _ contestó rendido.
_ Hola ¿pasó algo? No has venido a trabajar.
_ No, no pasó nada _ mintió _ sólo que... ayer bebí demasiado.
_ Vale ¿vas a venir? Si quieres puedo cancelar tu reunión con Sanders.
_ No, en una hora estaré por ahí _ respondió y colgó la llamada.
Luna miró el teléfono extrañada por cómo le había cortado la llamada, él no era así, siempre se despedía con un beso o una palabra bonita. Empezó a pensar que algo iba mal, pero desechó esa idea al ver el montón de trabajo que se acumulaba en su mesa, la empresa iba bien, estaba creciendo mucho, así que simplemente achacó su comportamiento al estrés.
Tal y como había dicho, una hora después salió del ascensor directo a su despacho, sin ni siquiera detenerse en su mesa ni saludarla, más extrañada todavía, se levantó de su puesto y lo siguió a la oficina.
Algo no estaba bien, pudo notarlo enseguida, estaba ojeroso y algo pálido, aunque eso podría ser por la resaca, pero lo más raro era como se comportaba.
_ Hola _ habló tímida _ ¿estás bien?
John la miró por primera vez, perdiéndose en su dulce mirada, con un nudo en el pecho que lo ahogaba y sintiéndose más perdido que nunca. Había pensado en contarle lo que ocurría, pero estaba seguro que encontraría una solución y que sería una estupidez alarmarla por algo que al final sólo sería una tontería. Era su empresa, su negocio, él lo había creado y nadie se lo quitaría.
_ Estoy bien, no te preocupes _ le dijo acercándose a ella y abrazándola _ sólo me duele la cabeza _ besó su frente y la apretó contra su pecho.
_ ¿Seguro que todo está bien? _ volvió a preguntar.
_ Si, tranquila _ intentó calmarla con una sonrisa forzada de la que Luna se dió cuenta.
Quiso darle su espacio y no insistió más, fuera lo que fuera ya se lo contaría cuando estuviera preparado.
La jornada laboral continuó como siempre, aunque él no había salido de su despacho en toda la mañana, ni siquiera para la hora de comer. Ella le ofreció traerle algo, pero se negó diciéndole que no se sentía muy bien del estómago y que si necesitaba algo se lo pediría.
Ya faltaba poco para la hora de la salida cuando el resonar de unos tacones sonaron por el pasillo, dejando ver ante ella a una hermosa mujer enfundada en un traje de chaqueta y pantalón que a kilómetros se podía ver que era de diseño, con el pelo rubio y una buena cantidad de maquillaje que no le quitaba lo bonita que se veía, aunque algo en sus ojos negros no le gustó.
_ Disculpe _ se dirigió a la mujer, que caminaba directamente hacia el despacho del C.E.O _ ¿puedo ayudarle en algo? _ la mujer se giró mirándola con desdén.
_ ¿Y a ti qué te importa? _ le dijo prepotente, Luna apretó los puños guardando la compostura.
_ Perdone, pero no puede entrar sin el permiso del señor Black, primero debo anunciarla.
_ No te preocupes, soy Mariella Steel y estoy segura de que querrá recibirme _ respondió altanera.
Tal y como dijo la mujer, John le dió el pase en cuanto la anunció, aunque no fué por gusto.
ESTÁS LEYENDO
Una Voz Entre Sombras
RomanceCentrado en el trabajo no tenía ni quería nada que ver con ninguna mujer, pero cuando escuchó su voz por primera vez ya no pudo sacársela de la cabeza. Ella vivía encerrada en su oscuridad y soledad, ocultándose del mundo hasta que lo conoció a él...