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"Los Viejos Hábitos Mueren Gritando."

No me he levantado de la cama en días, el tiempo me resulta una ilusión, el hambre no se manifiesta en mi cuerpo, y lo único que quiero hacer es quedarme de esta forma por lo que me quede de vida. Mi nueva casa en la aldea de los vencedores me resulta ajena, hay múltiples cuartos vacíos, muebles que ahora estarán llenos de polvo y un silencio que me perfora los oídos.

Extraño mi antigua casa, pero por más que quiera hacerlo, no puedo volver, esa vida ya no me pertenece; por lo menos me han dejado conservar a mi mascota, Ravus, quien con gusto se ha adaptado a la vida de lujos. Es el único ser vivo que puede sacarme de mi habitación y hoy está empeñado en hacerlo, pues no deja de llorar, asumo que se le ha acabado la comida.

Me levanto de la cama y siento dolores punzantes en mis articulaciones mayores; la habitación está a oscuras, así que abro de par en par las cortinas para que entre un poco de luz. El suelo de parquet cruje bajo mis pies y la puerta emite un chirrido espantoso cuando la abro; Ravus se encuentra dando vueltas en el pasillo, haciéndome saber que debo alimentarlo. Creo que es cosa mía pero crece demasiado con el pasar del tiempo, supongo que estará pesando alrededor de diez kilogramos ahora mismo, aunque con toda la comida que le doy, es de esperarse.

Él baja corriendo por las escaleras y como no me he movido en días me cuesta bastante seguirle el ritmo, las rodillas me duelen cada vez que paso de un escalón al siguiente y sé que el camino hasta arriba será peor, probablemente dormiré en la sala de estar hoy. El piso está frío, no me he puesto los zapatos, y se me han congelado hasta los huesos.

Enciendo la gran chimenea para aumentar la temperatura dentro de la casa, y me dirijo a la cocina pues Ravus no se calla en ningún momento; lleno su tazón con comida y quedo de pie delante del refrigerador, observando que todas las frutas y vegetales se han echado a perder. El olor es nauseabundo así que arrojo todos estos alimentos en una bolsa y la dejo en una esquina para sacarla cuando tenga un poco de voluntad.

No sé qué me ha pasado, toda la vitalidad que tenía ha desaparecido; cosas simples como darme un baño, cocinar mi almuerzo, limpiarme los dientes, se han vuelto tareas tediosas con las cuales no puedo lidiar. No he vuelto a tocar un cuchillo desde que terminaron los juegos, mucho menos he vuelto a entrenar. Siento que una parte de mí ha desaparecido para siempre, y no estoy segura de quién soy o qué hago aquí.

Paseo por la casa, sin rumbo fijo, sin algo que hacer; la gira de la victoria está a la vuelta de la esquina, y todo el equipo que me ha ayudado durante los juegos, vendrá hasta el distrito para comenzar con los preparativos. Tendré que ir de distrito en distrito, dando discursos, haciéndome fotos, y fingiendo que no tengo ganas de morir.

Durante mi entrenamiento me habían asegurado que no existía gloria más grande que ganar los juegos, pero ahora puedo asegurar que ha sido todo una gran mentira; aquella vida llena de grandeza que había idealizado, quedó atrás, junto a la persona que solía ser; no recuerdo cuándo fue que todo se vino para abajo.

Un día, sin previo aviso, mi mente y cuerpo decidieron rendirse; ya no podía levantarme de la cama, no podía comer, y mucho menos salir de mi casa. Mis vecinos, los otros vencedores, me habían visitado un par de veces luego de que esto sucediera, pero ignoré los llamados a mi puerta, y decidieron no insistir más; Enobaria es la excepción, pues todas las mañanas deja una bolsa con pan nuevo en la ventana de la cocina, hay ocasiones en las que se acumulan ahí pues no salgo de mi habitación; supongo que cuando meto las bolsas a la casa, ella sabe que al menos estoy viva.

Hoy tengo un poco más de energía, así que decido prepararme una taza de té y la bebo en silencio; pensé que luego de mi victoria podría ver a mis padres, pero eso no sucedió, ni siquiera me han enviado una carta. He dedicado mi vida entera a entrenar para ganar los juegos, cumplí con absolutamente todos sus estándares, y no he recibido una mísera palmada en la espalda por ello.

Escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora