Escarlata.

Ⅴ

"La Resurreción del Sinsajo."

Me gusta estar mareada, la sensación de que el mundo da vueltas y vueltas, que la vida no tiene sentido alguno, pues realmente ya no me importa nada; al llegar al distrito once, tuvieron que inyectarme algo en el brazo para disimular el hecho de que mi cuerpo era más alcohol que sangre. He guardado el broche que me dio Haymitch Abernathy en el distrito doce, es bonito y supongo que no le hace daño a nadie.

—¿De dónde sacaste eso?—me había preguntado Nouria—. No lo traías contigo cuando subimos al tren.

—Lo encontré en el suelo del Edificio de Justicia del distrito doce.

No sé por qué le había mentido tan descaradamente, pero no quería revelar el verdadero origen del broche; ella terminó prendiendo el mismo a mi vestido, pues los colores se asemejaban, una mezcla entre el bronce y el amarillo. El ave sostiene una flecha, y es la perfecta representación de la chica del distrito doce: Katniss Everdeen.

Ahora que me he aprendido su nombre, ya no sale de mi mente, y las preguntas acerca de sus acciones me atormentan cada vez más; quisiera saber a qué se debió su suicidio en la arena, supongo que solo buscaba una muerte tranquila y sin demasiado sufrimiento, yo hubiese hecho lo mismo de haber estado en su lugar.

Todavía tengo dudas con respecto a la relación que sostenía con el chico de su distrito, pero esa es la menor de mis preocupaciones, la ideología de aquella chica me llama la atención y quizás la única persona que tiene las respuestas a mis preguntas, es su mentor, Haymitch. No dañará a nadie conversar con él ahora que ambos seremos mentores durante los juegos.

El clima en el distrito once es diferente al clima en el distrito doce, aquí hace demasiado calor, el sol golpea con fuerza y descubro una nueva emoción apenas llego a aquel lugar: la compasión.

Es lamentable la forma en la cual las personas viven aquí, pues hay chozas cayéndose a pedazos, no hay espacios para resguardarse del sol, y el maltrato es notorio hasta en el Edificio de Justicia; tampoco haremos demasiadas celebraciones aquí, pues el lugar claramente no lo permite. Me pregunto de qué servirán las casas que se encuentran alrededor del centro del distrito, es obvio que nadie vive en esta zona, la población tendrá refugio cerca de los campos. Este lugar es inmenso, y quiero saber cómo seleccionan a sus tributos para los juegos, porque habrá una cantidad inmensa de jóvenes en edad de ser seleccionados.

Las familias se encuentran en la plataforma construida al fondo del escenario, al igual que en el distrito doce; del lado del chico, Thresh, hay una anciana encorvada y una chica alta y musculosa. Del lado de la niña, Rue, están sus padres y un grupo de cinco niños pequeños.

Resulta incómodo estar aquí, pues ha sido Cato quien asesinó a Thresh, y yo me había burlado de la muerte de Rue durante el banquete, para hacer enojar a Katniss y dar un buen espectáculo para las cámaras; mientras más pienso en ello, más estúpida me siento.

Seguimos el mismo protocolo que en el distrito doce, discursos vacíos y sonrisas falsas, pero cuando el alcalde me alcanza mi placa, la dejo caer pues aún estoy bastante mareada; me arrodillo para recuperarla, y al levantarme, coloco mi cabello detrás de mis hombros, dejando ver el broche de sinsajo.

Un jadeo audible por parte de la multitud rompe el silencio, miradas llenas de sorpresa se posan en mí, y no puedo hacer más que quedarme de pie, confundida, sosteniendo mis flores y la pesada placa; Haymitch había dicho que me daba el broche pues ya no le servía para nada, pero no me había dicho nada más acerca del mismo, no tengo idea de qué es lo que simboliza realmente, mucho menos sé de dónde ha salido.

Es entonces cuando sucede, alguien silba una melodía de cuatro notas que no he oído jamás, y uno por uno, los pobladores se llevan los tres dedos centrales de la mano izquierda a los labios, luego los extienden hacia mí; quizás es alguna forma de demostrar que me desean la muerte, o algo peor. Observo al público con asombro, y creo que me he sacudido la borrachera en menos de cinco minutos, pues la tensión es perceptible en el ambiente: algo anda mal.