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"El Distrito 12."

Nuestra primera parada es en el distrito doce, pues ahí comienza la gira de la victoria, y avanza en orden descendente hasta el distrito uno, seguido del Capitolio. El distrito vencedor se salta y se deja para el final; supongo que pasamos alrededor de un día y medio en el tren, no lo sé con certeza pues he estado inconsciente la mayor parte del tiempo. He salido de mi cama solo para buscar alcohol, y para ir al baño a vomitar.

En mi último viaje al vagón comedor, Lauren se había negado a dejarme beber, pues llegaríamos al distrito doce en dos horas aproximadamente y eso tendría que bastar para ponerme sobria. Me obliga a tomar asiento y llama a Fayette, quien me ofrece una extraña pastilla de color verde, supongo que es para que los efectos del alcohol dejen de manifestarse en mi cuerpo; me recuesto encima de la mesa y cierro los ojos, podrá mantenerme vigilada pero no me mantendrá consciente.

Oigo pasos a mi alrededor, y cuando levanto la mirada, veo a un grupo de mujeres avox colocando un inmenso banquete delante de mis narices; el olor me resulta nauseabundo así que apoyo nuevamente mi rostro sobre mis antebrazos e intento conciliar el sueño, pero todos están decididos a mantenerme despierta de ahora en adelante, pues Lauren por poco me coloca la comida en la boca y Lyme se sienta a mi lado, observándome con severidad hasta que pruebo un bocado.

La celebración en el distrito doce no será muy especial, probablemente se trate de una cena con el alcalde y su círculo cercano, y una rápida aparición en el centro del distrito, donde leeremos un discurso que Lauren ya tendrá preparado para nosotros; no hay mucho para ver o mucho que hacer aquí, pues es el distrito más pobre del Panem, si no me falla la memoria se dedican a la explotación de carbón. En los otros distritos tendremos que presentarnos en desfiles, en cierto modo prefiero tener una celebración como la que nos está esperando en el distrito doce.

Me levanto para estirar mis piernas, y camino hasta la ventana, observo un espeso bosque cubierto de nieve. Luce solemne, pero hay algo en el ambiente que no encaja del todo, como si un secreto milenario yaciera allí; la temperatura dentro del tren es templada y agradable, pero se me congelarán los huesos una vez que ponga un pie fuera de aquí.

—¿Todo bien?—pregunta Cato a mis espaldas—. No te he visto desde ayer.

—Estoy bien—contesto—. Solo quiero volver a mi casa, es todo.

—Será un viaje largo.

—No terminará nunca—afirmo alejándome de la ventana.

Él me observa confundido, no tengo idea de si finge ser estúpido o no se ha dado cuenta de que nunca nos libraremos de los juegos; por más que termine la gira de la victoria, volveremos todos los años como mentores, las cámaras estarán encima de nosotros por lo que nos quede de vida y no hay nada que podamos hacer al respecto. Supongo que debemos fingir ser amigos, aunque no creo que realmente lo seamos; hemos quedado amarrados el uno al otro por accidente, pero eso es todo.

Una vez más siento que debo explicarle lo obvio, al igual que el año pasado, cuando tuve la necesidad de gritarle que nuestra alianza no nos llevaría muy lejos; por ironías de la vida, me había equivocado con respecto a eso, pues fue nuestra extraña dinámica la que nos había sacado con vida de la arena a ambos.

—Me alegro de tenerlos aquí—dice Brutus llegando al vagón—. Debemos discutir estrategias.

Según los demás vencedores, no podríamos robarnos el acto de los trágicos amantes desesperados de los tributos del distrito doce, pues no se vería natural, y ni siquiera los pobladores del Capitolio creerían nuestra mentira. Objeto, pues parecían haber tragado el cuento luego de la última entrevista, pero todos los vencedores niegan simultáneamente, incluso Lauren lo hace.

Escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora