"El Camino de Regreso."
Mi equipo de preparación llega minutos después de que levanto los últimos trozos de vidrio que se encontraban esparcidos en el suelo de la cocina; miento acerca del porqué llevo vendadas mis manos, claro está que no les interesa demasiado, la mayor preocupación de aquellas mujeres es mi deplorable aspecto. Ni siquiera logran ver a Cato saliendo de la casa a sus espaldas, están muy ocupadas, examinando cada uno de mis defectos y lanzando opciones para solucionar la situación.
Ellas hablan y hablan, pero he aprendido a silenciar sus voces; en mi mente se repiten una y otra vez todas las cosas que habían ocurrido esta misma mañana. Nunca he depositado mi confianza en nadie, y la advertencia de mi padre ha servido para mantener mis muros altos y bien cimentados; debo estar alerta, una vez más es momento de dudar de todo y de todos.
Presto atención cuando mi equipo de preparación habla del impacto que los juegos tuvieron en el Capitolio, aparentemente fue un gran éxito y todos están ansiosos de tenernos allí nuevamente, la idea hace que se me retuerza el estómago; todos los lujos y comodidades de aquel lugar se sienten como una gran trampa, como si estuviesen acariciando el lugar donde posteriormente incrustarían el cuchillo.
—Apuesto que estás tan emocionada como el resto de Panem—dice Alora—. ¡Serás mentora en un Vasallaje de los veinticinco!
Con mi cuerpo dándose por vencido, mi mente jugando a matar, y la soledad perforándome los huesos, se me había pasado por alto el hecho de que seré mentora en los juegos de este año; al ser los vencedores más jóvenes, Cato y yo tomaremos los lugares de Enobaria y Brutus; para rematar la situación, este es el año de los Septuagésimo Quintos Juegos del Hambre, esto significa que también toca el Vasallaje de los veinticinco.
El vasallaje tiene lugar cada veinticinco años, para celebrar la derrota de los distritos con celebraciones extravagantes, y los juegos se vuelven un tanto complicados; las reglas cambian y es mucho más difícil salir de la arena con vida. En el último vasallaje habían sido enviados a la arena el doble de tributos; según cuentan en el centro de prácticas, fue una batalla legendaria e irónicamente el vencedor había sido el tributo masculino del distrito doce. Un hombre que, según Brutus, ha perdido totalmente la cabeza.
Oigo que llaman a la puerta y aprovecho para alejarme momentáneamente de aquellas mujeres que no cierran la boca en ningún momento; Nouria me saluda con un abrazo y la dejo entrar a la casa. Quedo de pie en el pórtico por unos minutos y dejo que el frío viento me acaricie el rostro; veo a Marjorie llegando a la casa de Cato, tiene un abrigo de color morado y carga con un par de bolsas, gira en mi dirección y saluda animadamente.
—Se ven pesadas—digo señalando las bolsas en sus manos—. ¿Necesitas ayuda?
—No—contesta ella—. Gracias, pero debo hacerlo sola.
Resulta cómica la manera en la que llega hasta la puerta de la entrada e intenta abrirla, es una niña diminuta y las bolsas le triplican el tamaño, pero está decidida a no aceptar ayuda; me parece bien, pues me manejaba de la misma manera cuando tenía su edad; la diferencia es que ella sí tiene a su familia presente, al menos a su hermano. Nunca he visto a los Hadley, y tampoco es que Cato y yo seamos lo suficientemente cercanos como para preguntarle por sus padres.
El estruendo causado por un trueno anuncia que una tormenta se avecina, y también sirve para que mi mente se detenga en seco; el malestar que he sentido últimamente no se debe exclusivamente a los juegos, durante los últimos quince días me he sentido peor que de costumbre, sucede todos los años en la misma temporada y se debe a que los cumpleaños de Maximus y Anmon se acercan. Ambos cumplían años el mismo mes, con un par de días de diferencia.
No recuerdo mucho de Maximus, pues yo tenía apenas cuatro años cuando pasamos juntos su cumpleaños número diecisiete, antes de que vaya a los juegos; tengo más recuerdos con Anmon aunque tampoco es que sean demasiados, ni muy especiales. La muerte de Maximus lo afectó inmensamente, antes no lograba comprenderlo, ya que la edad no me lo permitía, pero últimamente he tenido mucho tiempo libre para pensar en ellos.
Anmon tenía quince años cuando Maximus fue a los juegos, y probablemente observó en la televisión el momento exacto en el que nuestro hermano fue asesinado, y supongo que eso fue lo que lo había motivado a ir a los juegos de igual manera; ambos habrán tenido un vínculo muy fuerte, pues la diferencia de edad no era mucha y compartían prácticamente todo. En los pocos recuerdos que tengo, ellos siempre estaban juntos, nunca veía a uno sin el otro, y envidio la cercanía que tenían. No me imagino lo que se sentirá tener a alguien de tu completa confianza, alguien que te acompañe en tus buenos y malos momentos, mucho menos puedo imaginarme el dolor que conllevaría consigo perder a aquella persona, sin poder hacer nada más que observar cómo te arrancan un pedazo del alma.
Me pregunto qué tan diferente hubiese sido la vida si Maximus ganaba sus juegos, probablemente ni Anmon ni yo nos hubiésemos ofrecido como voluntarios; mis padres probablemente hubiesen seguido el mismo camino, pues sus vidas profesionales no habían sido afectadas por las muertes de mis hermanos, así que ellos estarían trabajando para el Capitolio como lo hacen ahora. Yo hubiese concluido mis estudios en la escuela del distrito, pues eso fue algo que tuve que abandonar una vez que mi entrenamiento inició, me sacaron de la escuela una vez que aprendí a leer y escribir.
Probablemente me hubiesen obligado a contraer matrimonio con el hijo de algún comerciante, o con alguno de los colegas de mis padres, por más desagradable que esto suene; recuerdo muy claramente a mi padre quejándose de su comandante en jefe, varios años atrás, pues contrajo nupcias con la hija de uno de sus colegas. Si mis recuerdos no me fallan, la chica rondaba los dieciocho años de edad y el hombre alcanzaba los sesenta; esto es una especie de escalera social: juntándote con gente de poder, tu familia asciende un escalón en la jerarquía. No son matrimonios por amor, sino que por interés, aunque no es como si yo fuese a casarme por amor de todas formas.
Me alegra haber ganado los juegos; no sobreviviría un solo día atada a un desagradable hombre que me triplicase la edad solo para que mi familia reciba un mínimo renombre, que quizás ni siquiera resulte útil.
—¡Me alegra tanto saber que estás bien!—grita Nouria desde el interior de la casa, sacándome de mis pensamientos—. Cuando dejaste de tomar mis llamadas pensé que te había ocurrido algo, me diste un gran susto.
Tengo un teléfono colgado en la sala de estar, que no utilizo nunca, la única excepción era Nouria pues ella me ayudaba con mi talento. Se supone que todos los vencedores tenemos uno, algo en lo que ocupamos nuestro tiempo libre puesto a que no tenemos absolutamente nada que hacer ahora que no debemos trabajar, el talento puede ser cualquier cosa que sirva para que te pregunten por ella en una entrevista.
Realmente sí tengo un talento, o al menos un pasatiempo puesto a que quizás no soy muy buena en ello, y es escribir. Cuando volvimos al distrito, mis pensamientos se convirtieron en un peligroso torbellino que amenazaba con destrozar mi mente, y como no confío en nadie para dejarlos fluir, los había plasmado en papel; escribí sobre mis recuerdos en la arena, hasta el detalle más pequeño, pues hay veces en las cuales no logro distinguir la realidad de cosas que nunca ocurrieron. Aproveché mis momentos de claridad para hacerlo, entonces cuando tengo dudas, sé que mis libros tienen las respuestas.
También escribo acerca de mis pesadillas, acerca de las cosas que me atormentan a mitad de la noche y no me dejan dormir; escribo acerca de las personas que me rodean, cómo me siento cerca de ellas, los secretos que asumo ocultan, y qué tanto confío en ellas. Escribo acerca del vacío que tengo en mi interior, y que a pesar de todo lo que he logrado, nunca consigo llenarlo.
Obviamente nunca admitiría que este es mi verdadero talento, porque me obligarían a leer mis escritos en voz alta, y estas son cosas muy personales; es algo de mí para mí, una forma de sostenerme cuando estoy en medio de una crisis. No quiero que el país completo sepa lo difícil que me resulta despertar todos los días, mucho menos quiero que conozcan mis sentimientos, pues esto solo servirá para humillarme.
Me he limitado a fingir que me agrada cocinar, Nouria me llamaba semana de por medio para hablar acerca de las tendencias y novedades culinarias del Capitolio, así sabría qué contestar cuando me pregunten por mi talento durante las entrevistas en la gira de la victoria. La verdad es que no levanto un solo dedo para cocinar, me limito a consumir frutas o pan que Enobaria me trae a diario, pero me he memorizado todo lo que mi estilista me había dicho
Enobaria y Lyme llegan cargando bandejas con platillos que fingiré haber preparado, no sé de dónde los habrán sacado pero lucen bien; mis mentoras no han dejado sus roles de lado en ningún momento, están decididas a mantenerme con vida fuera de la arena también. El olor de la comida se apodera rápidamente de la casa y Gato no tarda en aparecerse; su presencia distrae a mi equipo de preparación, pues resulta adorable con sus trucos y ojitos suplicantes, para mi suerte dejan de hablarme por un buen rato, hasta que Lauren llega con el equipo de televisión, que no tardan mucho en instalarse dentro de la cocina.
Me colocan un atuendo simple y un bonito delantal de color blanco; las cámaras me graban caminando en círculos, leyendo las tarjetas que Nouria había preparado, y comiendo pequeños bocados de los diferentes platillos que están esparcidos por todo el lugar. Finjo alegría, especialmente cuando veo a Lauren detrás de las cámaras haciendo gestos para que sonría un poco más.
Salgo de la cocina cuando me indican que puedo hacerlo, y hago todo lo que está en mis manos para no vomitar. Me sacan el delantal y me visten con un pesado abrigo de piel color rojo, Fayette comenta que ha sido hecho especialmente para mí, pues aparentemente estos abrigos no vienen en este color.
—¡Es hora de la primera toma de exteriores!—chilla Lauren, perforándome los oídos—. Los vencedores se saludarán para el inicio de su maravilloso viaje; vamos Clove, muévete porque estamos perdiendo tiempo.
Me empuja hasta el pórtico y un trueno sacude la tierra, haciendo que todos detengan sus actividades momentáneamente; observo a Cato a la distancia, él comienza a caminar hacia mí y yo hago lo mismo. Recuerdo lo que había dicho durante la última entrevista así que supongo que la mejor tirada es actuar como si lo quisiese un poco, quizás es por esto que me había besado esta mañana. No nos han indicado cómo debemos actuar, supongo que las personas del Capitolio piensan que somos amigos, o algo más. Me molesta no tener una lista paso-a-paso de las cosas que debo hacer y decir, no me gusta improvisar.
Me abraza con fuerza apenas llegamos uno al otro; un rayo ilumina el cielo, un trueno ensordecedor se hace presente y comienza a llover en ese mismo instante, empapándonos a todos. Las cámaras siguen grabando así que, cuando nos apartamos, lo miro sonriente y él hace lo mismo; la lluvia ha llegado en el momento perfecto, pues esto ha de lucir malditamente dramático.
Armelle se acerca a mí una vez que las cámaras se apagan, y me da una botellita pequeña, me bebo su contenido en menos de diez segundos, sin importarme quién pudiera estar observándome. El líquido me quema la garganta y ayuda a que no sienta tanto frío, también me deja atontada hasta la hora de la cena en el tren.
Los vencedores, estilistas, y Lauren, hablan al unísono pero no logro comprender una sola palabra que sale de sus bocas; como un trozo de carne de a pequeños bocados mientras mantengo la mirada fija en la ventana detrás de Ezra, quien me habla de no sé qué. Me limito a asentir débilmente, como si fuera que estoy prestando atención, hasta que Lyme me ofrece una copa de vino y termino bebiéndome la botella completa.
Voy tambaleando hasta mi habitación y me tumbo en la cama, el techo da vueltas y me pesan los ojos. Oigo la puerta de mi habitación cerrándose con fuerza y supongo que la he dejado abierta, pero no puedo levantarme para asegurarme de ello; me acuesto de lado y escucho la lluvia golpeando el techo del tren con fuerza, puedo ver los destellos causados por los rayos aún cuando cierro los ojos, y dejo que la frialdad de la noche me abrace una vez más.
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Escarlata.
FanfictionRetrocedo la cinta, pero todo lo que hace es detenerse en el momento exacto en que todo se perdió. Enviando señales, para ser traicionada. Segundo libro de la saga "La Gran Guerra." •Inspirada en "Los Juegos del Hambre" (Suzanne Collins) •Clasificad...