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"Consecuencias."

Me encuentro de pie en el claro de un bosque, donde los pájaros entonan al unísono una dulce melodía, mientras la suave brisa primaveral acaricia con ternura mi rostro. Un grupo de mariposas anaranjadas parece danzar a mi alrededor, y una de ellas termina posándose en la palma de mi mano. Temerosa, intento tocar sus alas con las yemas de mis dedos, pero no lo logro. La mariposa se aleja rápidamente y desaparece entre la espesa vegetación a mis espaldas.

La oscuridad del cielo se cierne sobre mí mientras los truenos retumban con violencia; el viento se vuelve gélido y siento mis prendas mojadas, bajo la mirada y me percato de que mi vestido está empapado en sangre, pero no tengo una sola herida en el cuerpo. Un rayo cae a unos pocos metros de distancia, y me arroja contra el tronco de un árbol; caigo de rostro al suelo, ahora con las manos ensangrentadas y un fuerte pitido en ambos oídos.

Las copas de los árboles se agitan con fuerza, y siento el suelo temblando debajo de mis pies, más no logro escuchar absolutamente nada; una silueta oscura emerge de entre la espesa vegetación, pero no logro ponerme de pie para hacerle frente. Un par de botas de cuero y un arco de madera es lo único que logro distinguir antes de que una flecha salga disparada hacia mi cabeza; en el instante en el que el arma impacta contra mi frente, ahogo un grito y el mundo se vuelve completamente oscuro.

Salgo corriendo, sin poder ver absolutamente nada, hasta que mis pies se enredan en la penumbra y choco bruscamente contra la puerta de madera. Caigo de espaldas al suelo, aturdida por el impacto, y mientras mi visión se aclara, descubro con alivio que todavía estoy en mi habitación, a bordo del tren que me lleva de vuelta al distrito 2.

Mi corazón late desbocado en mi pecho mientras el alivio se mezcla con el desconcierto. Me pongo de pie torpemente y luego miro por la pequeña ventana de la habitación, la negrura de la noche se extiende más allá de lo que mis ojos pueden ver.

Me dirijo al vagón comedor, que está completamente vacío. Camino en círculos hasta que encuentro una solución momentánea a mis problemas: la tapa de la botella está sorprendentemente apretada, así que la retiro utilizando mis dientes.

Coloco la botella sobre la mesa de roble y me siento frente a ella; permito que el líquido se lleve consigo todas mis inquietudes, aunque sea por un par de horas. De reojo, noto que un chico avox llega al vagón y me observa desde la entrada. Hago como si no lo hubiera visto, tomo la botella y regreso a mi habitación.

Mi mente comienza a dar vueltas, y el malestar me resulta cómodamente familiar, ya que he vivido de esta manera durante los últimos meses. Con escasos momentos de claridad y mis sentimientos congelados, no me he permitido sentir absolutamente nada, por temor a no poder contener mis emociones una vez que comiencen a fluir.

El tren llega a destino temprano en la mañana. No hay nadie esperándome en la estación, así que desciendo del vagón con dificultad y me dirijo hacia la aldea de los vencedores, sintiendo como si miles de pequeñas agujas se estuvieran clavando en mi cabeza, mientras la intensa luz del sol quema mis ojos.

A medida que avanzo por las calles del distrito 2, puedo percibir la tensión en el aire. La ciudad parece envuelta en un velo de secretos y peligros ocultos; cruzo miradas con algunos pobladores que me observan perplejos, seguramente mi aspecto no es el mejor, aunque eso no debería importarles.

—¿Clove?—pregunta un hombre, colocándose delante de mí, trae puesto el uniforme de la academia militar—. ¿Clove Kentwell?

—¿Qué quieres?

No tengo la más mínima idea de quién sea. Nunca he sido demasiado sociable; las únicas personas con las que he tenido largas conversaciones han sido mis entrenadores del centro de prácticas durante mi periodo de preparación antes de los juegos. El hombre lleva una máscara que cubre la mayor parte de su rostro, dejando visibles solo sus ojos negros; no tiene arrugas alrededor de ellos, lo cual indica que es joven, descartando la posibilidad de que sea alguno de mis antiguos entrenadores.

Escarlata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora