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- Ngh - se quejó el pelimorado de forma desagradable; caminaba tranquilamente hacia su casa cuando notó que un auto negro había estacionado justo al frente. Pensó que tal vez podrían ser nuevos residentes pero olvidó esa posibilidad al ver que el chófer que bajó traía un logo en la parte del pecho de su uniforme, aunque no podía verlo muy bien a esa distancia, se dio cuenta cuando cruzó la vista por la matrícula, la elegante y única matricula que solo podría pertenecer a una persona: REI1618. Raiden Ei y la edad de sus dos hijos que cambiaba dos veces al año por un precio incalculablemente ridículo...

Kunikuzushi se giró rápidamente y camino en dirección totalmente opuesta al lugar, sabía que esto iba a pasar tarde o temprano con la parecencia de su hermana en su casa... Y aprovecharia la oportunidad de que él no estaba para... No estarlo

Y se encontró nuevamente con la cafetería de Tomo. Dio un nuevo vistazo hacia el auto y entró. Kazuha no estaba en el mostrador, tal vez estaba haciendo algún pedido. Bueno tampoco es que quisiera pedir algo, solo quería perder un poco de tiempo hasta que se vaya su visita.

Paso la vista por los asiento e hizo una mueca de agrado al ver una cabellera roja algo desordenada por el viento del exterior. Se acercó a ésta y se sentó en el asiento del frente tranquilamente

- Vaya, regresaste rápido - dijo sorprendido el ojiverde al notar la presencia opuesta. Un suspiro por el pelimorado mientras dejaba el desayuno de su hermana sobre la mesa

- Si.... Lo pensé y.. Sería tonto rechazar tu oferta - se excusó, también lo dijo bromeando con un poco de sarcasmo. Heizou sonrió

- Me alegra que lo hayas pensado mejor - le sacó una mueca de agrado al pelimorado

Suspiró - Bueno en realidad llegó un visitante inesperado a mi casa y... Prefiero perder el tiempo aquí que verla

- Auch...

- ¡Oh..! No, osea pero parece que no será tan aburrido como pensé

- Jaja no te preocupes, entiendo ¿Tienes hambre?

- ... Un poco

- No desayunaste ¿verdad? - adivinó, anteriormente Kuni iba a pedirse un café amargo y su torta favorita pero estaba demasiado preocupado por ese chofer, y su hermana no le contestaba. No quería pensar que le habían robado pero... Era demasiado sospechoso. Aunque no le importaba demasiado lo que le robaran, después de todo podía comprarlo de nuevo, a excepción de una cosa que le irritaba demasiado:

Cuando fue a la tienda "vida dulce", busco por casi todos los estantes de la tienda sin éxito hasta que decidió hablar con alguien, una encargada "Disculpe... ¿Sabe donde están los tés amargos?" preguntó rendido; la joven bajó la vista y le sonrió, esto le hizo enfadarse un poco ¿Qué creía?¿Que era un niño? ¡¿Cuanto medía?!¡¿Dos metros?! "Por allá pequeño" genial, señaló el único lugar donde no se le habia ocurrido ir. Por cierto “¿pequeño? Si supiera quien soy se tragaría sus palabras” pensó caminando con el seño fruncido hacia donde le señaló la mujer sin siquiera agradecerle.
Lo único que le faltaba era que no hubiera su té...
Se giró y vio como una señora se llevaba el último té de salvia amarga en su canasto. Comprobó que sí era el último y se resignó.... No sin antes dar la batalla. Corrió hacia el frente del local para caminar en direccion a la anciana qué caminaba lentamente buscando otro estante, se sintió un poco culpable por lo que haría pero estaba seguro que esa señora lo necesitaría menos que él, caminó distraído hasta cruzar por al lado de la señora y quitarle la caja de té sin que se diera cuenta, barajó el objeto en sus manos victorioso "no es robado si no lo había pagado" susurró mirando la caja, cuando se distrajo un segundo accidentalmente pecho de frente contra alguien "oye niño" era la empleada de la vez anterior, su corazón pareció dar un gran brinco y detenerse, haciendo que éste también lo haga "¿No crees que ese té es muy fuerte para ti?" ya estaba, no volvería a pisar ese local, su corazón volvió a latir pero ahora con más enojo que miedo "¿Cuantos años crees que tengo?" preguntó ofendido; la muchacha se alejo unos pasos y lo admiró "pues... Quin-" fue interrumpida por otra empleada "Nasha ¿Qué haces?" se acercó "Disculpela, es nueva en el trabajo" se disculpó con una reverencia y se llevó a la chica.
Kunikuzushi frunció el seño “¿iba a decir quince?” pensó desilusionado. Fue al cajero y pagó, ahora si nadie le quitaría su preciado té.

Ahora nos Perteneces. [Heikazuscara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora