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Hacía mucho tiempo que no dudaba tanto en abrir una puerta. Contuvo la respiración un segundo intentando oír cualquier sonido que se escuchara dentro, pero al parecer estaban en silencio.

De todas las situaciones que se imaginaba no había ni una que no fuera incómoda o desagradable para él.

Tomó el pomo de la puerta y respiró hondo, después de todo no tenía otra opción, la empujó hacia adentro aun sin entrar, no pensaba dar un paso hasta comprobar que todo estuviera en orden.

Por fortuna todas las situaciones se redujeron a unas pocas al ver que la sala estaba vacía, dio una ojeada al lugar, parecía ser el único con la luz encendida. Tuvo la vaga esperanza de que estuviesen acostados y eso le convenció de entrar, cerró la puerta tras de sí intentando no hacer ruido, no estaban en el baño, eso solo dejaba un lugar: la habitación

Se recostó sobre la puerta suspirando, tal vez lo había pensado mucho. No era de las personas que temieran tanto hacer algo, de hecho estaba seguro de que lo último que les dejaría hacer sería lo de la última vez. Esa vez solo se aprovecharon de su degrado emocional.

Entonces su mirada se detuvo curiosa y extrañada sobre un objeto que se encontraba sobre la mesa de la sala. Era una bolsa de cartón, se acercó más y noto que tenía una nota de papel con algo escrito

"No te quedes sin cenar :)"

Frunció el ceño ante tal atrevimiento, con perplejidad y una expresión de disgusto decidió hacer todos sus esfuerzos por no tirarlo por la ventana, e ignorarlo.

La letra estaba escrita a mano, podía notarlo, la caligrafía no estaba tan mal, se preguntaba de quien sería... No ¿que carajos importa?

Quien sabe qué porquería le pusieron a esa cosa; pensó con frustración, ¿por qué de repente se harían los "amables" luego de arruinar completamente mi poca confianza?

Caminó hasta un aparador donde habían una caldera eléctrica y un par de utensilios y en aproximadamente 5 minutos se hizo un té amargo.

Lo probó y no tardó en sentir el ardor en su boca, pues había dejado que la caldera se apagara sola en su punto máximo. Encendió su celular y suspiró con pesadez al ver que apenas le quedaban 4% de batería.

Decidió tomarlo afuera, empezaba a sentirse sofocado por el vapor de la taza, abrió la puerta de vidrio que daba al balcón y salió con su taza de té en las manos. No tardó en sentir la fría brisa nocturna en sus manos desnudas, aunque el calor de la taza reconfortaba un poco la falta de guantes.

Se recostó en el barandal pensativo. Todo lo que hizo los últimos meses para evitar a esos chicos a toda costa fue absolutamente en vano... Ahora para colmo tendría que vivir con ellos, por dos meses, claro, hasta que le permitieran presentar una queja y cambiar de habitación.

Dos meses pasaban rápido ¿verdad? Solo tenía que evitarlos la mayor parte del tiempo, ahora que sabía que se acostaban temprano era más fácil, o eso esperaba.

De verdad el destino es tan malditamente tedioso como para juntarme con las personas que odio...

Suspiró inconforme y se dedicó a admirar el paisaje por unos segundos, todo estaba bien iluminado, podía ver una parte del sendero que se encaminaba hacía la universidad y el comedor restaurante. Pero el balcón daba en especial a un pequeño bosque lleno de árboles, entre ellos le llamó la atención dos especies en específico: árboles de cerezo y arces.

Se preguntaba cómo se verían en su época más bella, donde las hojas de los arcas se tiñieran con una paleta de rojos y amarillos, y cuando los cerezos florezcan regando la universidad con su tenue pero prometedor aroma

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⏰ Última actualización: Jun 16 ⏰

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