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Entró al salón intentando mantenerse despierto. Madrugar no era lo suyo, aún no podía creer cómo no se acostumbraba.
El salón estaba silencioso pero no vacío.
El profesor no había llegado aún, sin embargo, alguien ocupaba su asiento.

Unos cabellos blancos se estremecieron con el brusco movimiento de la cabeza contraria, desviando su atención del celular en su mano ahora observando al azabache.

El salón vacío... Ese tipo... Los dos solos... No, no era buena señal, un escalofrío surco la espalda de Kunikuzushi al ver como el contrario se levantaba de su asiento y caminaba hacia él con una expresión casi conocida, como desconocida.

Esta vez no caería... No esta vez.
Cuando se dio vuelta para salir de ese lugar fue sorprendido por un fuerte golpe tras de si, se giró lentamente temeroso de lo que fuera y cayó en cuenta de que era demasiado tarde...

Otro sujeto se paró frente a la puerta cerrada, su expresión calmada ocultaba sus verdaderas intenciones

- Kuni... - pronunció para acercarse lentamente y tomar su mano

- ¡Déjenme ir...! - se estremeció al sentir unas manos rodeándolo por la espalda. Empezaba a sentirse caliente sin razón, las manos subían por su abdomen hasta llegar a su pecho

- ... ¿A dónde quieres ir, Kuni...? - susurró el peliblanco cerca de su oído, mientras comenzaba a pellizcar delicadamente los pezones opuestos por encima de la ropa, causando que un suspiro escapara de los labios del azabache.

- Ya... Basta... - pronunció sintiéndose débil, se tiró para adelante cayendo en los brazos del pelirrojo; alzó la cabeza confundido y se encontró con el rostro del contrario, observó inevitablemente sus facciones sin notar la cercanía antes que el contrario

- ¿Ahora ni siquiera agua necesitas? - sonrió vacilante abrazándolo de la cintura acercando sus rostros con la intención de incitarlo a dar el primer paso, y lo hizo, antes de darse cuenta sus labios estaban unidos es un tierno y superficial beso. El pelirrojo no pudo evitar sentir ternura al verlo tan afligido tras darse cuenta que sus labios se habían tocado, cerraba los ojos fuertemente; Heizou aprovechó el momento y su reacción para sacar su lengua y pasarla sobre los labios contrarios, el azabache separó sus labios dándole un mínimo espacio permitido para convertir ese beso en uno húmedo

Kazuha se acercaba desde atrás y colaba sus manos entre la ropa del Kuni para llegar con más intensidad a su piel

- Mgh... - se quejó sintiéndose embriagado por la situación... ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera si hacía meses que no los veía? La respuesta no estaba muy lejos. Resulta que desde aquel erótico sueño no ha dejado de soñar con ciertas personas en situaciones... Bastantes comprometedoras. Y tal vez hasta estaba soñando en este momento... Pero se sentía demasiado real.

- Kunikuzushi... - suspiró en su cuello dejando una pequeña mordida - ¿Por qué no entiendes... Que nos necesitas? - deslizó su mano por el cuerpo contrario hasta dejarla sobre la entrepierna del azabache, haciendo que este notará la molestia en su pantalón de la que antes no se había dado cuenta - estás así de duro... Y ni siquiera te tocamos demasiado...

Kuni suspiró sorprendido y excitado, no quería admitir que tenía razón.
Aun así no podía controlar sus sentimientos, no quería estar allí pero al mismo tiempo su cuerpo se negaba a forzar para largarse de ese lugar...

- Idiota... - sus manos se cerraban fuertemente apretando la camisa del pelirrojo, éste se sorprendió al bajar la vista y ver como unas gotas surcaban sus mejillas, soltándolo de inmediato

El albino notó el despego y el rostro preocupado de Heizou y lo entendió, se recostó suavemente en su hombro - no llores kuni... - susurró sacando sus manos de dentro del suéter del menor y apretándolo ligeramente rodeando su cientura en un abrazo 

- A veces no es fácil aceptar que la verdad es como es... - pronunció el pelirrojo levantando su rostro con ambas manos y acariciando sus mejillas con los pulgares 

Kunikuzushi quería hablar, quería gritar, quería que dejaran de jugar con él. Pero no podía, una extraña sensación le impedía hablar o moverse siquiera. Lo que antes parecía tan real... Ahora parecía un sueño, una pesadilla...
Sus lágrimas no paraban de caer, tal como las gotas de lluvia al recorrer la suave y delicada superficie de las hojas de un árbol, no podía hacer más que resignarse a mantener la mirada baja y cerrar los puños con fuerza sintiendo la impotencia de no poder hacer nada

- No me gusta verte llorar... - pronunció el mayor a sus espaldas, soltando el agarre en su cintura y llevando sus manos hacia las manos ajenas haciendo que, con un pequeño toque estas se relajaran para poder entrelazarlas con delicadeza y llevar una de ellas hasta su rostro para depositar un pequeño beso

Ese fue el momento en el que Kuni cayó en cuenta de que su cuerpo había sido y es controlado por los dos sujetos que tenía al lado, se estremeció ante su descubrimiento; no había manera de escapar de esa situación... ¿O si?

- Kuni... no sabes cuanto te extraño... - le quitó con cuidado algunos mechones de cabello que cubrían sus ojos y se acerco para dejar un cálido beso en su frente - Kunikuzushi... - su voz se empezaba a escuchar aguda y lejana...

  - ¡Kunikuzushi...! - exclamó una voz desconocida; abrió los ojos lentamente hasta divisar un rostro un poco mas familiar, además de la mesa en la que apoyaba su cabeza, y sentir su cuerpo incómodo por la posición en la que se encontraba.

Levantó la cabeza y se acomodó en su silla - ¿Qué...? - cuestionó confundido y perdido reconociendo que estaba en su salón de clases y el profesor aún no llegaba; ladeó la cabeza para ver a la chica que lo había llamado; era Mona, no se hablaban muy a menudo pero, gracias a que el destino los obligó en algunas ocasiones a hacer trabajos en equipos, a pesar del extraño comportamiento de la chica en ocaciónes, se van conociendo.

- ¡Perdón si te sorprendí...! Es que... parecías estar teniendo una pesadilla - el contrario subió las manos para frotarse los ojos y  notó una sensación de humedad, las alejó un poco para verlas y, efectivamente, tenía el rostro húmedo; bajó la vista y se levantó repentinamente sorprendiendo a la mas baja. Sin decir una palabra, salió del salón y caminó en dirección al baño

- Tch... idiotas - pensó acelerando su paso y apretando su puño con enfado - ¿Por qué carajos tiene que sentirse tan real...? - de todos los sueños que tuvo... Podría jurar que ese no era uno de ellos. Además, era la primera vez que "entabló" o hubo un intento de entablar una conversación con ellos.

Es extraño... las últimas frases que salieron de sus bocas no dejaban de retumbar como grandes tambores en su mente

Y, a pesar de todo... no podía ignorar que... estaba duro.

Ahora nos Perteneces. [Heikazuscara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora