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Childe se había ido desde que le dejaron de prestar atención por prepararse un té y le llegó una llamada de su querido profesor, tal vez por unas clases de tutoria... Quién sabe.

La casa estaba completamente solitaria y silenciosa, solo de vez en cuando se escuchaba un ronroneo de parte del felino desperezandose sobre el sofá o recorriendo sus piernas en forma de 8 en busca de comida o agua, o solo buscando mimos...

Más tarde pensó en planificar su próximo stream, se fue al estudio y prendió el ordenador.
Fácil, tres horas después terminó, devastado, cansado de la luz de la pantalla a tal hora, miró su reloj, eran las 21:12.
Se quedó pensativo mirando el aparato por unos segundos, entonces volvió a fijar la vista en la pc, una mirada pensativa e indecisa.

¿Qué era lo que estaba sintiendo? Acaso era... ¿Excitación? Algo en su interior lo impulsaba a querer hacerlo, bueno... hacia mucho tiempo que su cuerpo no recibia autoplacer, pero, también se sentía culpable, indeciso, algo le daba miedo...

En fin, su cuerpo ganó esa vez. Pero no podía hacerlo a base de imaginación.

Tomó el mouse y lo arrastró hasta el buscador, escribió cierta cosa con el teclado y colocó el video que le pareciera más llamativo.

Entre el sonido del video y sus jadeos, lo único que sentía era odio, dolor, resignación, insatisfacción. Tanto que empezó a apretar e intensificar gradualmente las simulaciones, sin darse cuenta del daño hasta sentirlo.
Ver el video era lo mismo que no verlo, se sentía excitado, pero simplemente no acababa ahí, no se satisfacía solo con eso...

Entonces su mente le mostró un claro recuerdo, una sensación de aquel día, cuando algo claramente entró en su interior. Un escalofrío recorrió su cuerpo pero una sensación electrificante hizo revolotear mariposas en su estómago.
Entonces no aguantó más, apagó el ordenador se levantó, se dio un baño tibio para calmarse y se acostó. Tapado hasta la cabeza, cerró los ojos y cayó en un profundo sueño...

Abrió los ojos y le causó una impresión ver agua, mar, océano, una línea azul que se perdía en el horizonte. Bajó la vista y se tranquilizó un poco al saber que estaba sobre una superficie firme. Al parecer estaba en el extremo de un barco. Se volteó alejándose del precipicio y admiró una piscina, y a su costado unos bancos.
El lugar parecía bastante solitario, hasta podría suponer que estaba abandonado.

Corrió un viento frío, causándole un escalofrío, se revisó y notó que traía solo un pantalón corto negro y una camisa blanca suelta, también portaba un sombrero un tanto peculiar con unas tiras de tela colgando desde sus extremos.

De pronto, el frío se convirtió en calor, pero no proveniente del viento, era vapor. Vapor que salía del agua de la piscina, su instinto le dijo que lo mejor sería buscar calor ahí, pues hace ya unos minutos había empezado a temblar.
Se acercó a la escalera de cemento que estaba frente a él y tocó el agua con su pie.

Sintió que estaba caliente, muy caliente, pero su cuerpo siguió entrando, sumergiendose lentamente en el agua hasta terminar la trayectoria que le brindaban los escalones.
Ahora estaba demasiado caliente, pero hubo otro pequeño detalle que le preocupó más. La piscina no era muy honda, pero al parecer lo era lo suficiente como para impedir que el azabache alcanzara el suelo.

En un intento desesperado de no hundirse intentó volver a pisar el escalón de la escalera, pero ya no estaba, había desaparecido de la nada...

Entonces de repente volvió a sentirse estable, no tocaba el fondo pero tampoco se hundía. Abrió los ojos y observó el rostro de un albino ciertamente conocido, admiró sus ojos, dos perlas carmesí al punto en que parecían de fuego, sus manos lo sostenían de los brazos.
Entonces empezó a sentirse nuevamente excitado, su piel le parecía más sensible que antes, y el agua caliente no ayudaba

De repente dos manos lo sostuvieron de la cintura, su delgado cuerpo se encontraba entre otros dos no mucho más delgados que el suyo, pero se notaba cierta diferencia al contemplarlos.

Sus mejillas se sentían calientes, su cuerpo más, se giró para intentar descubrir quien estaba detrás y las manos en su cadera hicieron girar su cuerpo entero para quedar de frente con un pelirrojo, quien lo miraba con cierto deseo, con una sonrisa pícara.
Unos ojos verdes que se acercaban de a poco, y no por su cuenta.

El azabache colocó sus brazos rodeando el cuello del pelirrojo y este apretó el abrazo con la intención de acercarlo, creando más contacto.
Mientras se sumergían lentamente en un profundo, delicado y algo atrevido beso que empezó con pequeños roces hasta que Kuni concedió el delicado permiso de introducir su lengua y empezar una lenta danza sobre el agua.

- ¡Ah...! - se sorprendió al sentir un tirón hacia atrás, el albino lo sostuvo de la cadera. Entonces sintió como algo de gran tamaño asomaba por su entrepierna rozando su miembro.
En ese momento se dio cuenta de que su ropa había desaparecido al igual que la escalera y su sombrero al tocar los labios del pelirrojo

Intento bajar la vista pero no fue muy productivo, el de ojos esmeralda lo tomó del mentón pidiendo seguir con su acto, y lo logró, volvió a sentir sus labios invadiendo los ajenos.
Mientras el albino procedía a jugar un rato simulando embestidas, rozando la parte frontal del miembro ya erecto de Kuni excitandolo aun más, y provocando que unos tiernos sonidos escapen de su boca.
Y estos se intensificaron cuando Kaedehara comenzó a rozar su entrada y en cada embestida puntear su agujero, no fue difícil que se dilatara rápido. Aunque el agua no ayudaba, por un lado, por el otro hacia el ambiente más excitante.
Hasta que finalmente decidió invadir su interior en una lenta pero profunda estocada...

- ¡...! - abrió los ojos de golpe observando el techo de su edificio, su cuerpo se sentía sudado y caliente, sus mejillas ardían y sus ojos se dilataban recordando lo soñado.

Al intentar sentarse sintió una pequeña molestia en su entrepierna...

Ahora nos Perteneces. [Heikazuscara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora