Capítulo 19

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Tras escuchar la voz de Medusa a mis espaldas, rápidamente corro y tomo refugio a un lado de uno de los armarios que contenían aquellas cabezas.

Me quedo inmóvil.

Mi pecho subiendo y bajando aceleradamente. Mis manos sudando.

—Dime, ¿cómo te llamas? —La escucho halar la silla de madera que estaba en una de las esquinas de la habitación.

Me quedo callado, sin contestarle.

No entablaría una conversación con el monstruo al cual he venido a decapitar. No permitiría que ésta me hiciera tenerle piedad.

Sacando el espejo de mano que llevaba conmigo, lo asomo por la cornisa del armario y observo.

Mis ojos rápidamente van a la mujer que está sentada de espaldas frente a aquella mesa de madera redonda al final de la habitación. Ésta vistiendo un vestido largo de color rojo muy holgado al cuerpo. Su cabello negro, largo y lacio le llegaba casi a sus caderas. Su piel blanca como la leche.

Frunzo el ceño al ver aquello.

¿Acaso Medusa no era aquella criatura espeluznante y terrorífica de la que todos hablaban?

Desde este punto de vista no parecía ser tan aterradora... a menos que cuando se diera la vuelta fuera realmente horrorosa.

Cosa ya me había pasado más de una vez... así que lo digo por experiencia propia.

Quedándome en completo silencio, observo como Medusa toma el libro de sobre la mesa y comienza a leerlo.

—¿A qué has venido? —Habla muy calmada. Su atención en aquellas hojas.

Pienso por un momento en si contestar o no; al final lo hago.

—Yo y mi tripulación nos perdimos. —Miento. —Pensábamos tomar refugio aquí, creímos que estaba abandonado. —Veo, a través del espejo, como la criatura baja lentamente el libro y lo coloca abierto, boca abajo, en la mesa.

Inmediatamente me preparo y coloco mi mano sobre la empuñadura de mi espada. Listo para lo que fuera, por si ésta me atacase.

Miro la puerta de salida de la habitación y pienso por un momento en solo correr y escapar de aquí. No quería enfrentarme a Medusa cuerpo a cuerpo, no debía. Tenía que encontrar la manera de tomarle por sorpresa... por la espalda. Esa sería la única forma la cual veía medianamente viable para poder acercarme a ella y así decapitarle de una buena vez y por todas.

—¿Se perdieron? —Pregunta, noto como aún está sentada en aquella silla.

Pienso, ¿y si aprovecho ahora que está ocupada y distraída para acercármele por la espalda?

¿Y si establezco una conversación con este monstruo y le distraigo para así poder acercarme sigilosamente y poder matarla?

No se si funcionaría, pero al menos lo intentaría.

Comenzando a caminar alejándome del armario, dirijo mis pasos sigilosos hacia la reina de las víboras.

—Sí, nuestra brújula se dañó en el camino. Por eso nos perdimos. —Digo en voz baja, para que ésta no notase a ciencia cierta mi ubicación.

—Interesante. —Se queda callada por unos momentos. Yo caminando frente a una de las estanterías llenas de cabezas de piedra. Mi mano sobre la empuñadura de mi espada, mi corazón palpitando fuerte dentro de mi pecho. —A mí no me parece que estuvieran tan perdidos, sabes... más bien creo que vinieron por mí.

Medusa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora