Capítulo 24

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Unas Semanas Después

Aún sigo molesto conmigo mismo por no haber podido ser capaz de dispararle a Medusa cuando tuve la oportunidad.

No lo entiendo, deseo tanto poder matarla para obtener aquella recompensa; pero parece que no soy capaz de hacerlo por alguna extraña razón.

Siempre estaba decidido a hacerlo... decidido hasta que la miraba y era ahí cuando todo se iba a la mierda.

Estas últimas semanas había estado vigilando a Medusa muy de cerca, desde las sombras sin que ésta se diera cuenta.

La criatura había cambiado por completo su rutina desde aquel día en la piscina, cosa que se me hacía un poco extraño pero en realidad no me importaba.

Hoy, me he levantado temprano con la misión de ir a la cocina por provisiones. Según yo, Medusa no estaría en esa ala del templo a estas horas, cosa que me permitía escabullirme a la cocina y robarme lo que me cupiera en los bolsillos.

Y sí, aún sigo "viviendo" en aquel agujero en el techo junto con Lion. Sin mencionar que éste bendito mapache era el culpable de que mis provisiones se me acabasen tan deprisa.

¡Mapache glotón!

Saliendo de mi guarida, dirijo mis pasos hacia el jardín interior de la criatura. Meto mi mano con el pedazo de espejo, entre la puerta y el marco, y me aseguro de que Medusa no estuviera ahí.

El lugar estaba completamente despejado.

Adentrándome al jardín interior, cierro despacio la puerta tras mi espalda y comienzo a caminar con precaución hacia aquellas escaleras las cuales conducían a la cocina.

Mi estómago resonando y rechinando por el hambre, mi boca seca por la sed.

Llegando a la escalera, empiezo a subir por ella hasta llegar al segundo piso. Una vez ahí, utilizando mi espejo, miro el interior de la cocina por si sucediese que Medusa estuviera en el lugar.

No lo sé, tal vez tuviera hambre también; quien sabe.

Mis ojos se me quieren salir de las cuencas al ver a Lion por sí solo parado sobre la mesa devorando una pera.

Inmediatamente entro.

—¡Mapache imprudente! ¿No podías tan siquiera esperarme para ir a desayunar? —Coloco mis puños en mi cintura y le miro con una ceja arqueada. El animal deja de comer y me mira con aquellos ojitos tiernos los cuales provocan que una leve sonrisa se dibuje en mi rostro.

Como quería yo a este mapache.

Sentándome en una silla frente a la mesa, tomo una manzana roja y le pego un mordisco.

—Como tu tienes buen olfato... —Le hablo a Lion con la boca llena mientras le señalo con el dedo índice utilizando la mano que sostengo la manzana. —Tienes que avisarme si Medusa viene. Así podré irme antes de que me vea aquí.

El animal me mira por un segundo para luego continuar devorando aquella pera ya casi inexistente.

—Me llevaré comida para nuestra habitación, pero si te la acabas toda otra vez... —Le miro con los ojos entrecerrados. Lion sin llegar a prestarme atención. —No tienes remedio, hermano. —Digo moviendo la cabeza de lado a lado en negación.

Medusa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora