Capítulo 2

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Miro al padre de Susan hecho una furia loca con aquel cuchillo en mano.

—Papá, tranquilo, Konor dijo que se casará conmigo. —Susan se tapa su cuerpo desnudo con las sábanas. Yo me pongo en pie tapándome con ambas manos mis partes nobles.

—¿Es eso cierto Konor? —Me señala con aquella cuchilla en mano. Yo me salgo del colchón y comienzo a alejarme poco a poco de el.

Mientras Susan le explica a su padre la naturaleza de nuestro compromiso inexistente, aprovecho la oportunidad y mis ojos van inmediatamente hacia aquella pieza de joyería sobre la mesa a solo unos cuantos pasos de mí, aquella que le había robado a las señoritas hace tan solo unas cuantas horas atrás.

Con disimulo, camino hacia la mesa chueca, mis ojos clavados en aquel hombre frente a mí. Al llegar a ella, con una mano, tomo la pulsera de oro de sobre ella; la otra tapando mi intimidad. Una vez la pulsera está entre mis dedos, vuelvo y coloco rápidamente ambas manos sobre mis partes.

—Contesta Konor. —El hombre vuelve y pone su atención en mí. Su ceño fuertemente fruncido. —¿Es verdad que te casarás con Susan? —Su pecho agitado.

—Bueno, yo... —Miro a mi alrededor todas las posibles salidas y escapes que tenía... y no era como que tuviera demasiadas opciones. Solo estaba la ventana que daba al callejón detrás del bar y las escaleras la cuales estaban siendo obstruidas por el enorme y grandullón Ricco.

—¿Te casarás con mi hija luego de desposarla, sí o no? —Sus ojos fijos en mí, yo le sonrío.

—Lo siento señor Ricco, pero Konor Levoitt no se casa. —Le brindo una sonrisa nerviosa de oreja a oreja. El hombre frunce los labios y noto como aprieta aquel puñal con mucha fuerza en su mano.

—¡Entonces te mataré! —Comienza a correr hacia mí, y sí que era rápido.

Yo inmediatamente corro con las manos aún tapando mis partes nobles y trato de rebasarle para llegar a las escaleras. Pero, cuando me dispongo a hacerlo, veo como éste me embosca y me tira un cuchillazo, yo lo esquivo y el puñal se clava en una de las vigas de madera detrás de mí.

Mis ojos casi se me salen de las cuencas al ver aquello, al ver que casi muero por ser débil... por sucumbir ante la tentación de unos pechos muy grandes y jugosos.

Ironías de la vida.

—¡Ven acá Konor, juro que acabaré contigo! —Grita sacando el puñal de la madera. Yo aprovecho y me escabullo, logrando llegar a las escaleras. Rápidamente, subo a toda prisa por ellas y abro la puerta.

Al llegar arriba noto como el bar estaba lleno. Repleto de hombres los cuales al verme así desnudo me miraron con ojos de confusión.

—Hola caballeros, disculpen. Con permiso. —Digo mientras paso por entre los hombres y me dirijo a la puerta de salida.

—¡Konor! —Escucho al padre de Susan salir del sótano, por lo que apresuro mi paso y corro hacia fuera del bar... en pelotas.

Al estar en la carretera, veo como el festival aún seguía su curso, muchas personas caminando de arriba a abajo. La música aún sonando.

—Disculpen, sí, lo siento. —Me abro paso entre la gente. Todos mirándome consternados al ver que estaba desnudo. Mis manos aún sobre mis partes más sensibles.

Desviándome en un callejón, me escabullo de las personas y de Ricco escondiéndome ahí. Tomo un respiro por un momento, pensando.

Primero necesitaba encontrar algo de ropa, no podía huir propiamente con mis pertenencias al aire.

Medusa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora