Capítulo 22

811 107 6
                                    


Aturdido, despierto y procedo a abrir los ojos lentamente. Me paralizo al percatarme de que no puedo ver nada.

Todo era oscuridad... tinieblas.

Inmediatamente entro en pánico y llevo mis manos a mi rostro. Percibo como tengo puesta una especie de tela alrededor de mi cabeza, tapándome los ojos.

Meto mis dedos entre la tela y mi piel y me dispongo a halar de la tela, pero una mano toma fuerte mi muñeca y me detiene.

—Quítatela si solo quieres morir. —Escucho la voz de Medusa e inmediatamente trato de levantarme para huir. Pero, cuando lo hago, un fuerte dolor en el estómago no me lo permite.

—¿Qué sucede? —Digo confundido. Mi corazón palpitando fuerte dentro de mi pecho.

—Tu amigo te clavó su espada en tu vientre. Tienes suerte de estar vivo. —Suelta el agarre hacia mi mano y la escucho alejarse.

—¿Dónde estoy? —Toco lo que tengo a mi alrededor. Al parecer estaba en una cama con sábanas muy suaves. Una sábana sobre mi cuerpo.

—En mi habitación. Te desmayaste y te tuve que traer aquí. —Siento como la cama se hunde un poco cerca de mi cuerpo, por lo que intuyo que la criatura se sentó cerca de mí.

Yo me tenso.

—Tuve que tomarte unas suturas mientras estabas inconsciente. También limpié tu herida. —Su voz es suave y dulce, pero a la misma vez firme y decidida.

—¿Por qué no solo dejarme morir y ya? —Mi mente corriendo muy rápido. Tratando de idearse formas en las cuales escapar sin la ayuda de mi querido espejo.

—¿Dejarte morir a manos de tu amigo cuando yo quiero ser la que te mate? —Bufa.

Yo comienzo a tocar mi vientre con cautela y noto como no tenía mi camisa. Una gaza sobre mi herida.

Siento como Medusa se levanta de la cama. Yo inmediatamente me pongo alerta.

—¿Qué pasó con Fran? —Pregunto llevando la mano con disimulo bajo la sábana. Tratando de tomar aquella navaja que tenía en el bolsillo izquierdo de mi pantalón.

—Lo maté. —Su voz tranquila y relajada. Un frío recorre mi pecho al escuchar aquellas palabras salir de su boca. Mi respiración entrecortada.

Logro meter mi mano ahora temblorosa dentro del bolsillo de mi pantalón, pero me torno ansioso al no encontrar mi cuchilla.

—Tuve que quitártela por precaución. —La escucho mover cosas. Me desespero al no poder ver lo que ésta hacía. —Pero tranquilo, te la devolveré.

—Te mataré Medusa. —Digo entre dientes. Tensando mi quijada y los puños bajo la sábana. Sintiendo coraje.

—Sí, ya he escuchado eso antes. —La escucho a mi lado. Rápidamente me inclino hacia la derecha. Alejándome de ella. —Tomate esto. Te ayudará con el dolor. —Siento como la mujer mete su mano bajo la sábana para acto seguido tomar mi mano con delicadeza. Yo me estremezco.

Un frío recorre mi pecho al sentir su tacto sobre mi piel. Al sentir lo suave de sus manos.

—Cuidado. Está caliente. —Dice para acto seguido colocarme, lo que pienso yo, era una taza de cerámica en mis manos.

Yo la sostengo mientras mi pecho sube y baja aceleradamente.

—¿Por qué haces esto? ¿Acaso estás jugando conmigo? ¿Te diviertes? —Digo sintiendo como ésta se para nuevamente de la cama y se aleja.

Medusa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora