Capítulo 30

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Perspectiva Medusa 

Miro el cuerpo petrificado de Konor en mis brazos. Una bonita sonrisa enmarcada en sus labios.

Siento como mi corazón se rompe a pedazos con el simple hecho de saber que yo misma había hecho esto... que yo y mi estúpida maldición habíamos sido las culpables de que esto sucediera.

¿Por qué tuvo que mirarme?

¿Por qué tuvo que hacerlo?

Paso mi dedo pulgar delicadamente por su rostro ahora hecho de piedra. Se siente tan diferente su tacto, tan frío... tan helado.

—¡Levanta las manos, Medusa! —Escucho a uno de los hombres justo a mi lado, por lo que volteo levemente el rostro y le observo con la esquina del ojo. Sus manos temblorosas, sudando. —¡No lo diré otra vez! —Vuelve y habla.

Procedo a colocar el cuerpo hecho piedra de Konor en el suelo con delicadeza, para acto seguido levantarme lentamente.

Una vez de pie, cabizbaja y con mi cabello largo tapándome el rostro; aprieto con fuerza los puños a ambos costados de mi cuerpo.

—No intentes nada estúpido. Estás rodeada. —Habla aquel hombre de voz temblorosa. Yo solo puedo tensar mi mandíbula mientras sostengo las ganas de gritar... de maldecir a los siete vientos todo lo que tenía guardado en mi pecho. Todos los sentimientos desagradables que habían surgido en mí cuando vi con mis propios ojos la vida de la persona que quiero apagarse por mi culpa.

Pero, ¿qué estoy diciendo?

No es mi culpa, es de ellos. Ellos fueron los que vinieron a invadir mi hogar y por causa de esto Konor había perecido.

Si ellos no hubieran llegado nada de esto hubiera sucedido. Si ellos no hubieran venido, mi pirata favorito aún seguiría con vida.

—Te llevaremos ante el Rey y la Reina de Pueblo Artero. Allí serás juzgada frente a ellos por tus crímenes, Medusa. —Yo bufo al escuchar aquello. Una sonrisa macabra se dibuja en mis labios. Mi rostro aún inclinado hacia el suelo. Mi cabello tapándome.

—Los únicos aquí que deberían ser juzgados son ustedes. Por cazarme y hostigarme por tantos años. —Hago una pausa en mi hablar.

Percibo como más hombres me rodean. Éstos guardando su distancia, nerviosos.

—¡Me importa una mierda lo que tú pienses! ¡Tú solo eres una bestia inmunda! Deberíamos matarte y llevarte muerta de una vez y por todas. —Habla otro con un tono de voz burlón. Yo muevo la cabeza de lado a lado en negación.

—Los unicos que van a morir aquí... son ustedes. —Digo, para acto seguido subir mi cabeza rápidamente. Mechones de mi cabello sobre mi rostro.

Una vez aquellas palabras salen de mi boca, inmediatamente corro hacia el hombre que tengo frente a mí, salto y me le subo encima. Éste forcejea conmigo tratando de zafarse, pero yo le tomo de la cabeza, se la tuerzo y le rompo el cuello en un instante. Su cuerpo inmediatamente se queda inmóvil y ambos caemos al suelo.

Parándome de sobre el cuerpo sin vida de este hombre, escucho como los demás a mi alrededor murmuran y titubean. Yo me volteo lentamente, cabizbaja, y me quedo inmóvil.

No quería mirarles y solo convertirles en piedra... quería eliminarlos y tomar mi venganza literalmente en mis manos.

—¡No des un paso más, bestia! —Dice otro hombre frente a mí. —¡Juro que te clavaré esta espada en el pecho si intentas algo! —Yo sonrío.

Medusa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora