Jungkook se levantó súper temprano esa vez, eran las cinco con treinta y todo su departamento seguía oscuro. Trató de no despertar a Taehyung y se fue a la cocina. Iba a hacerle el desayuno.
Puso una playlist, la música sonó en sus audífonos inalámbricos y las vibras de I'm still Standing de Elton John le contagiaron la energía necesaria para no volarse un dedo por somnoliento.
Cortó fruta: fresas, manzanas, plátanos y mandarinas. Lo acomodó en dos tazones de forma linda y, para que no se arruinara la fruta, los cubrió con una telita. Luego hizo huevo revuelto a su manera: primero el aceite caliente, huevo, tomate picado, jamón y unos trozos de queso. El pan lo tostó ahí mismo también con un poco de mantequilla. Puso el café en las tazas y los terció con agua.
Era el momento de despertar a Taehyung, estaba un poco nervioso pues nunca había hecho el desayuno para una persona que no fuera familia.
Llegó y se arrodilló para estar a su altura. Taehyung dormía plácidamente en el sillón que, para su fortuna, era lo suficientemente grande y cómodo. No quería despertarlo, estaba cansado. Quería que siguiera durmiendo; pero no le gustaba perderse clases de su instituto porque recuperarlas era más tardado. Trató de sacudirlo levemente y llamar su nombre, sin embargo, no despertaba y su respiración seguía siendo lentísima. Aprovechó para admirarlo: la curva de su nariz, sus lunares en sitios precisos, sus labios tan definidos, las pestañas y el cabello cayendo por su rostro tan suave. Simplemente no se cansaba de verlo, podría hacerlo toda la vida. Iba a tomarle una foto y recordó la petición de la maestra Terrier, ese ingreso de dinero le podría servir demasiado, necesitaba despertarlo. Tomó la foto rápido y siguió, las sacudidas se hicieron un poco más fuertes y por fin abrió los ojos. Jungkook le tomó las manos empezando a jalar mientras éste se quejaba.
—Tae, vamos.
—No quiero, déjame cinco minutos más, Kook —arrastraba las palabras. Parecía un niño enredado en las sábanas que odiaba ir a la escuela.
—No, Tae, tenemos cosas que hacer.
—¿Un besito? —dijo, después de bostezar.
—Por favor, Tae, levántate, hice el desayuno.
Y se paró de un brinco. El sueño ya no existía, las ojeras desaparecieron, su estómago empezó a rugir de hambre. Jungkook le había hecho el desayuno, Jungkook, JUNGKOOK. Quería comerlo a besos, el desayuno podría esperar. Se abalanzó a abrazarlo fuertemente mientras soltaba pequeñas risitas.
—¿Podrías prestarme tu ducha?, siento que apesto —soltó. Su mano reposaba en la cintura de Jungkook y su mirada estaba encantada con la sonrisa contraria. Jungkook le dio un besito que lo derritió de amor.
—Anda, hay una toalla nueva en el cajón debajo del caño, puedes tomarla.
—Está bien, no demoraré. Enserio quiero comer el delicioso desayuno que me has cocinado.
Jungkook agarró el paño de cocina que estaba en su mesa y le dio un golpe en la espalda cuando se volteó. Odiaba sonrojarse tanto porque reflejaba lo penoso que era. Esa mañana fue la más colorida en mucho tiempo. Se sentía lleno de energía a pesar de haber madrugado y de tener un día entero por delante, se sentía feliz.
Cuando Taehyung salió del baño, Jungkook ayudó a secar su cabello. Se sentaron luego en la mesa y disfrutaron risueños del desayuno. Como estudiante de literatura, Taehyung pudo haber escrito una oda entera al desayuno de Jungkook, otra a la belleza que este poseía. Todo era irreal, como un cuento de hadas. Los temas de conversación fluían como un río y los sentimientos florecían como si fuera primavera.
Se dieron cuenta de una torpeza suya: no habían intercambiado números de teléfono. Era algo asombroso teniendo en cuenta las veces que se habían visto, sin quedar una hora o lugar terminaban coincidiendo en el momento preciso. Compartieron sus cuentas de Instagram también, Jungkook quedó admirado por la habilidad fotográfica de Taehyung, era alguien multifacético que dominaba todo en cuanto a expresión artística se refiriera.
Jungkook mencionó al fin lo de la oferta de la señorita Terrier y Taehyung casi se atora con el café. No lo creía posible, era una oferta sumamente buena. Era consciente de que no era feo, pero tampoco pensó ser tan atractivo como para una sesión pagada que, sobre todo, iría a las oficinas de Louis Vuitton. Jungkook era su ángel de la guarda y no tenía otra palabra para describir todos los milagros que le estaba trayendo.
El reloj marcó las siete de la mañana y ambos se miraron por largos segundos. No querían separarse, su mañana inició cuando el ambiente estaba oscuro y ahora todo estaba hermosamente iluminado. Ninguno quería reventar la burbuja. Taehyung tomó la mano de Jungkook y la acarició suavemente mientras el lindo azabache agachaba su cabeza, sus mejillas rosas le ponían en evidencia.
—No me quiero ir de tu lado —dijo Taehyung.
—No quiero que te vayas —respondió Jungkook.
Habían estado riendo a carcajadas hace unos momentos por las anécdotas, se murieron de vergüenza por los cumplidos casi que incesantes, y ahora estaban en un silencio que decía más de lo que ellos podían. Era doloroso tener que separarse incluso si tenían medios de comunicación instantánea para cualquier hora del día. Simplemente nada podía reemplazar la presencia del contrario y la seguridad que se transmiten.
Levantaron los platos y cubiertos, los pusieron en el lavabo, luego Jungkook los lavaría -aunque Taehyung quiso hacerlo, siendo impedido-. Recogió sus cosas, se peinó y lavo los dientes.
—¿Siempre llevas tu cepillo y peine? —Jungkook rio.
—Debo verme bien para ti, hay que ser precavido.
Jungkook lo acompañó a la puerta y antes de abrirla volteó a ver verlo. Se veía mejor: tenía color en sus mejillas, su sonrisa era verdadera y ya no estaba fingiendo ser fuerte. Estaba hermoso de esa manera, no quería volver a ver ese rostro apagado, no lo soportaría. Estaría ahí para mantenerla todo el tiempo que pudiera.
Le robó un beso y Taehyung le siguió sosteniéndole delicadamente. Fue tan fuerte el sentimiento que se aferraron al contrario esperando así que no se tuvieran que alejar. Taehyung besó los párpados y la punta de la nariz contraria mientras las manos de Jungkook reposaban en sus mejillas.
—¿Este viernes?
—Este viernes.
Jungkook cerró la puerta de su departamento, una mueca triste se formó en su rostro. Quería que volviera y que cocinaran juntos el almuerzo, acurrucarse mientras veían una película o serie por la noche. Quería sentirlo a él y su cariño.
Iba a limpiar la mesa con un trapo húmedo, pero se detuvo cuando vio un papel sobre ella.
«Tus sonrisas son toda mi alegría.
Tus besos, mi eterno alimento.
Pero tu amor, un amor tan bello,
es mi razón de vivir día a día.».
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With his Art | taekook
Fiksi PenggemarEl arte puede ser un dibujo o una hermosa canción. El arte es alegría, emoción, tristeza, desesperación. El arte puede ser de todo, y, en caso de este par, también puede ser amor. - ' - - taekook - au (alternative universe) - empezó a escribirse el...