COSAS LINDAS

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Por fin, domingo, día de descanso total y goce a mayoreo. La semana había sido enormemente ajetreada para toda la familia y si, con toda la familia incluimos también a Jimin que si bien no trabajaba como esos cuatro adultos, tener un proceso de aceptación y entendimiento que involucraba lo mental y lo físico podía ser incluso más cansado, la mente pasaba factura al cuerpo, era complicado al final del día pero así como las molestias venían, también lo hacían las recompensas.

Hoy era un día de recompensa y Jin y Nam lo disfrutarían a lado de Jimin. Con el plan de tener un día familiar entre los tres, dieron escape al Club Deltom, lugar exclusivo solo para los socios más importantes y poderosos de Seúl.

Claramente Los Kim y Min eran socios del recinto y es por tal razón que desayunaban en las terrazas que daban vista panorámica a los campos de golf.

¡Oh, santas chispas!

¿A caso esto podía ser posible? Porque Jimin sentía que estaba en medio de algo mágico, últimamente su vida estaba rodeada de mágia. Es que tanto verde, tanto campo, tanto cielo azul y belleza. ¿Dónde se había escondido este lugar todo este tiempo?

-Que sorpresa, es casi un milagro ya que vengan al club, años que desapercieron.

Bueno, a estas alturas debía saber que el encanto no duraba mucho nunca y justo una de esa brujas que Jimin vió en las caricaturas de la tele, se había acercado a ellos. Desde lo alto, en pie, los miraba.

-Dos semanas a lo mucho- corrigió Jin, tranquilo y relajado, eso a primera vista.

-¿En serio?- preguntó la mujer, ostentosa e impasible-. Creería que fue más, en fin- No, oh no. Pero si, muy si. Su felina mirada reparó en el gatito más tierno y temeroso de la camada, Jimin-. Oh, ¿quién es este jovencito primoroso? No lo e visto con ustedes en ningun lado.

El suspiro hondo que Jin quería sacar salió imperceptible ante la refinada mujer. Siempre que ella estaba rondando se sabía que llegaba la hora de ser extremadamente paciente con su petulancia. Hoy no fue la excepción.

Namjoon por su lado seguia comiendo sin apuros el omelette en su plato de porcelana. Espectador se podría decir, sin embargo ya estaba comenzando a analizar cuando tuviera que intervenir. Sabía que su marido era capaz de manejar la situación sin embargo también reconocía el talento egocéntrico que la señora tenía para desquiciar a los demás con su palabrería.

-Si, apenas se a unido a nosotros Chaeryeong.

Eso sonaba a chisme, queremos referirnos a información.

Chaeryeong volvió a escanear a Jimin que para su infortunio y el de su ansiedad social, había quedado justo bajo su imponente presencia, si hacía la silla apenas para atrás, le llevaría pasando un golpe.

El ameno sentimiento que se había estado formando hace unos minutos, con bastante fuerza de voluntad para no vomitar ante las personas elegantes que se encontraba, desaparecía rápidamente.

Por suerte había traído a Qui consigo, así con su brazo libre la abrazaba con tanta necesidad que la pobre muñequita agradecía ser de trapo y algodón y no de porcelana.
Jimin estaba tratando de contener los impulsos por correr de allí y esconderse tras la primera puerta que encontrase.

Sus ojos miel trastabillaban al cruzarse con los marrones agazapadores de Chaeryeong. Parecían que le quería comer, un lobo y el un corderito, más bien, un ciervo recién nacido e indefenso.

Aquellas manías que permanecían en Jimin, indulgentes, infantiles e inocentes, hacían a Chaer recrear muchas dudas en su cabeza. Nada disimulada, 'susurró' hacia los adultos. Por supuesto ese susurró solo fue un estúpido manotazo en su boca para cubrir la voz que todos pudieron escuchar, todos, ajá, Jimin también.

OJITOS MIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora