Día 2

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Balbuceos se escucharon a través del monitor, eran desperdigadas y mimados, se estiraba como un pequeño gatito y apenas podía abrir los ojos, las lagañas pegaban sus párpados, era tan difícil despertar.

-Appi~.

Minnie volvió a moverse bajo la manta, parpadeó lenta y pesadamente.

-Appi~.

-¿Despertarás?- esa voz no era de ninguno de sus appis. Desde arriba Sony le miraba, sus ojos cafés profundo y sus lentes enmarcandolos. -Es tarde. Tus cuidadores se han ido, pero volverán en algún momento.

-¿Ny?- traducido era «Sony».

-Deberia bañarte señorito.

Dijo luego de tentar el pañal bajo la pijama. Después de que su Namu le despertara tremendamente temprano y llorara por la caída del tobogán, fue fácil caer en el sueño sin más. Así como despertó, jugó y lloró, se durmió también.

Por eso fue algo confuso despertar y que lo primero que viera fuera a Sony y no a sus adultos, se supone que estaban con él. Yonnie hasta le trajo algo y ahora, ya no estaban, ellos siempre se iban, ¿pero a dónde?. ¿El monstruo del auto se los seguia comiendo?.

Tras sentir el estrujo de la mano de Sony en su pañal y oír «baño», Minnie frunció su carita, un pucherito y negativas. Ella lo bañaría.

Fue tomado en brazos, reclinó su cabeza en su hombro pero apenas duró unos cuantos segundos así para ser dejado de espalda al esponjoso edredón de la cama.

-Tras pasaste el pañal, estás todo mojado.

Bueno, la mañana había sido pesada y ni el desborde del pañal hizo que Minnie abandonara su cómoda cuna. Que se levanten temprano los adultos, él es un bebé.

Sony comenzó a bajar el pantalón de la pijama mojada por atrás, estaba húmedo y olía a orina, su siguiente intención era quitar el pañal y limpiarle para dejarlo en boxers en la cuna mientras preparaba el agua de la tina, pero esas no eran las mismas intenciones de Jiminnie.

No, no, ¿cómo dejaría que alguien más que no son sus adultos le vieran desnudo y le tocaran?. A decir verdad, Sony ya le había cambiado, visto y tocado para hacerlo, sin embargo, no era lo mismo, ¿verdad?.

No.

Es por eso que el lado animal de su ser salió a flote, una lombricita está vez, restregó su trasero en la cama, de allá a acá, y estiró las piernas así como sus manos que fueron lo más ágil posible a tomar los bordes de su frío pañalito.

-Nou- balbuceó con cejitas torcidas. -Ñal mío, nou teba.

-Debo quitartelo Jimin, te rosaras si te lo quedas.

-Nou nou.

La pelea siguió, cada quien defendiendo su bando. Sony tratando de calmarlo y Minnie retorciéndose de lado a lado. Fue hasta que Sony se hartó y decidió tomar el liderazgo, dejó el pañal por un momento y subió las manos por debajo de su axilas, le sujetó a los laterales del pecho para alzarlo unos treinta grados hacia ella y luego bajarlo con algo de firmeza de espalda al colchón, no lo lastimó pero fue lo suficiente impactante para que Minnie se quedara quieto. Alineó con otro golpeteo firme sus caderas y tomó sus manos para ponerlas bien rectas a los laterales de su cuerpito.

Minnie iba a morderse unos cuantos deditos, más la fuerza de Sony le volvió a pescar esa mano desobediente y la colocó de nuevo a abajo, bien pegadas a su cadera.

Así permaneció por unos segundos, hasta que Minnie dejó de removerse intentando safarce, la mirada decidida de su niñera no se apartaba de sus ojitos perdidos y confusos. Al final cedió, se calmó y se dejó hacer.

OJITOS MIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora