GOLPES DE LA VIDA

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Como siempre, es una atareada mañana en la casa de los Kim-Min, normal, a excepción de que ahora ninguno de los cuatro adultos se había podido quedar con Minnie.

Yeyé hoy cuidaría de él como lo había echo en el antaño con Hoseok y SeokJin.

Después del algo desolado desayuno y las rutinas básicas como cambios de ropa y pañal, Jiminnie se quedó un rato solito en la sala con su Qui sentada a un lado de sus múltiples dibujos dignos de galería. Yeyé había dicho que volvería en unos minutos, iría por quien sabe que y volvería.

A Minnie eso no le importó porque sabía que lo cumpliría. Su mano derecha sostenía de manera poco firme un crayón rojo rechoncho, su chupón gris con gatitos en la correa, se movía con ímpetu sobre sus labios.
Sus mente solo pensaba en una sola cosa: «Rojo para los árboles, rojo para este árbol y este, mucho rojo».
Porque el rojo era perfecto para los árboles de su gran obra de arte.

Entonces algo llamo su atención, una voz, esa voz. Él la conocía. ¡Era su Namu!. ¿Pero, dónde?. Minnie subió la vista y viró de lado a lado sin éxito alguno de encontrar a su adulto. No estaba en ninguna parte sin embargo podía escucharle tan cerca.

"Cinco jóvenes aspirantes a la universidad  fueron los que obtuvieron la máxima calificación en el exámen..."

Y ahí estaba, Namu se encontraba frente a él, solo que se veía muy pequeño.

-¿An uh?- balbuceó tras su chupón.

"Felicidades a estos chicos, es un honor ser..."

Namjoon seguía hablando y a su lado había otra persona, una mujer bonita y vestida elegantemente sin ser ostentosa en exceso.

Minnie dejó el crayón olvidado en la mesa, caminó a pasos abiertos y torpes como un patito hasta estar a centímetros del televisor donde provenía toda la presencia de Namjoon. No dejaba de hablar y parecía que no notaba a Jiminnie por mucho que le gritara.

-¡An uh! ¡Te!- señaló con el dedo.- Tete Namu.

Escupió el chupón quedando colgado por la correa presa en su body. Estaba muy emocionado al darse cuenta que su adulto era muy pequeñito. Sus manos aplaudieron y sus piernas empezaron a flexionarse de arriba a abajo en un bailecito feliz. Estaba sonriendo mucho, daba grititos emocionados.

-¡Aaaahhh! Teeee-. «Ah, eres tú», era la traducción-. Namu te DA, tete, teeee... Aba nou.

«Namu, ¿qué haces ahí? TÚ, vamos a jugaaar... Tú no». Cuando se quitó la imagen de la cámara en Namjoon y pasó a su compañera de trabajo, Minnie se exaltó con un puchero remarcado y una frente arrugada. Había palmeado sus manos en un aplauso duro, cerrando sus ojos al mismo tiempo. ¿Por qué habían quitado a su adulto?

Un comercial apareció interrumpiendo a su adulto otra vez. Ya no estaba.

-Ai... Teda.

Minnie estaba desconcertado. ¿A dónde habían ido? Caminó alrededor de la televisión buscando como rayos se había metido allí dentro. Era confuso, más cuando no encontró ninguna puerta donde meterse.

Su Jimiaventuta terminó con las manos de Yeyé tomando las suyas.

-Te- señaló la parte trasera de la pantalla, de echo casi la tira cuando jaló el cable que la conectaba.

-No Minnie.

A Yeyé casi se le salen los ojos. Accionó rápido para sostener la pantalla y luego alejar al inquieto bebé.

-Creo que tus papis deberían quitar eso de tan abajo y ponerlo donde usted, señorito- el dedo índice de la mujer se posó en la nariz del pequeño-, no lo alcance.

OJITOS MIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora