SEMANA 1

335 42 28
                                    

Ha pasado una semana ya, el tiempo volaba rápido y las cosas hubieron de tomar un camino sin descanso, los Kim y los Min apenas tenían tiempo para vivir y es que el trabajo era algo a lo que jamas se le podía huir.

Las mañanas solían ser rápidas, cuando el sol apenas se asomaba, ellos ya tenían un pie fuera de la ducha. Por las noches, la cena a veces ni lograba reunir a los cuatro en la mesa, llegaban tan cansados, saciados lo suficiente por cualquier chatarra que los pies se les movían solos hacia sus habitaciones. Y Minnie, bueno él se mantenía en su pequeño espacio, viendo a sus papis cada vez menos. Comenzaba a acostumbrarse, los llantos por no verles ya no existían.

-Para allá no Minnie.

-¿Nou?

-No, te puedes caer y pegarte.

No sabía muy bien lo que le decía pero sin duda, un no era un no. Un no, significaba que lo que él haría, se detuviera. Minnie era muy inteligente, su pequeñito yo le atacaba la curiosidad y la osadía, sin embargo, la intuición y la obediencia ,tambien era una gran parte de él.

Con la advertencia de Sony, Minnie retrocedió sus sosos pasos del puente sobre el lago y se volvió a sentar de cuclillas tambaleantes en el pasto.
El día estaba siendo pasible, el clima no era tan desbordante y de vez en cuando, alguna ráfaga de suave viento los refrescaba.

Así que salir a jugar al jardín había sido una idea genial, Minnie jugaba con un par de autos, sus ponis y Qui, más tarde, una señora roca se unió al juego.

Sony, por su parte, le vigilaba sentada en la mesa de la terraza. Atenta unos segundos más de que Minnie siguiera sus ordenes, se convenció al verle que no hacia por moverse de donde estaba. El vídeo que veía en el iPad siguió su reproducción.

<Mantener la firmeza con las reglas y no caer en sus chantajes es importante, ellos saben lo que hacen. No se trata de ceder poder o consentirlos, la mente es poderosa y los pequeños tienen esa consciencia reprimida para entender sus acciones y nuestras palabras...>

👶🐣🍼🍯👀

Era demasiado noche cuando Yoongi regresó a casa. No había cenado más que tres tazas de cafés y una dona y media, sin embargo lo que menos quería ahora, era ir a la cocina y tardar más en tumbarse en la cama, junto a su entrañado esposo.

Perezosamente subió las escaleras, sus pies se arrastraban con el peso de diez kilos en cada tobillo, o así se sentía. Todo estaba silencioso, oscuro, no pretendió hacer ruido, más de su boca salió un quejido inevitable cuando estuvo a nada de abrir la puerta de su habitación.

Se mantuvo con la mano en la perilla, no la giró. Minnie, su Minnie, hacía días que salía muy temprano por la madrugada y regresaba muy tarde por la noche, estaba en un caso crucial e importante a nivel nacional, las notas de prensa no aminoraban la presión por acabar con ese cansancio así que si, eso se resumía a: nada de tiempo con su bebé.

¿Cuántas veces había visto a Minnie esa semana? A ese paso, para la próxima que se mostrara frente a su pequeño, Minnie lloraría por verse con un extraño. Con esas fuerzas delirantes, dió la vuelta y regresó unos metros atrás. La puerta con el letrero del nombre de Minnie fue abierta suavemente sin hacer ruidos ni abrirse más de lo que le permitía entrar.

Sus pasos se amortiguaron por sus calcetas y el alfombrado, el monitor estaba prensado al borde de la cuna, dando directo a una imagen panorámica de Minnie y la luz de noche a un lado conectada al enchufe, delineaba entre las sombras las facciones del pasible rostro de Jiminnnie, Yoongi sonrió de manera casi angelical, tranquilo, contento, satisfecho de ver la paz profunda que su nene reflejaba. Tenía la cobija desparramada de pies a manos. Qui se acurrucaba en uno de su brazos.

OJITOS MIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora